Devocionales

Pecados borrados

Kelly Barbrey 11 de mayo de 2021
—Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más? —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón. —Has juzgado bien —le dijo Jesús. Lucas 7:41-43 (NVI)

Me identifico con estar endeudada. Con los pagos del carro y la casa, a menudo me pregunto cómo sería que mi banco dijera: «No te preocupes por pagar nada de esto. Estamos bien. Tu deuda ha sido borrada». ¡Qué liberador sería eso!

Desde pedirle un chicle a una amiga en la escuela primaria hasta los préstamos hipotecarios y universitarios de la adultez, pedir prestado con la intención de pagar algo a cambio es una parte tan común de la vida hoy como lo fue en los tiempos bíblicos.

En Lucas 7:36-50 se relata “la parábola de los dos deudores”. Jesús está cenando en la casa de Simón el fariseo cuando una mujer — una pecadora conocida en esa ciudad — entra en escena. Ella cae a los pies de Jesús, ungiéndolo con perfume de alabastro como era costumbre al reconocer a un invitado.

El anfitrión, Simón, ve esta interacción y se burla dentro de sí mismo, menospreciando internamente a Jesús por permitir que tal mujer incluso lo toque. Jesús lo exhorta, exponiendo la parábola para Simón:

“Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más? —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón. —Has juzgado bien —le dijo Jesús” (Lucas 7: 41-43).

Jesús está relacionando a la mujer y sus pecados con el deudor que debía la mayor cantidad.

Sólo puedo imaginarme cómo debe haberse sentido esta mujer. Noches sin dormir, dando vueltas en la cama, preguntándose si alguna vez podría arreglar las cosas en su vida. La ansiedad que podría presentarse sigilosamente en sus días mientras luchaba con sus pecados. Esta era una mujer que estaba muy consciente de sus fallas. Estaba profundamente afectada por las decisiones que tomó, pero no estaba segura de cómo podía enderezar el barco.

En una mezcla de fe y desesperación, irrumpió en una cena y cayó a los pies de Jesús pidiendo perdón. Jesús prosiguió a perdonar a la mujer por sus muchos pecados y le dijo: «Tu fe te ha salvado; ve en paz» (Lucas 7:50, NTV).

En realidad, tanto la mujer como Simón son “deudores” necesitando perdón. Sin embargo, la diferencia principal es la pasión y la conciencia con la que la mujer confiesa y la fe que tiene en el perdón de Jesús. Simón es similar al deudor que debía la suma más pequeña. En negación de sus propias fallas, mira con altanería a la mujer que parece haber acumulado toda una vida de transgresiones.

Ya sea que nuestros pecados sean grandes o pequeños, podemos ser consoladas sabiendo que somos limpiadas “de toda maldad” por el perdón de Jesús (1 Juan 1:9, NVI). Jesús conoce cada pecado y nos ama de todas maneras. Pero lo que realmente quiere es que vayamos a Él. Que confesemos. Que tengamos fe en que seremos perdonadas y todas las deudas serán limpiadas, simplemente borradas.

En el Salmo 103:12, el salmista dice de Dios, “Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente” (NVI). Amigas, descansemos tranquilas en esa verdad hoy.

Dios Padre, sabes que no soy perfecta y me amas de todos modos. Estoy muy agradecida por Tu perdón. Ayúdame a tener la fe para ir adonde Ti cuando necesite confesar. Vivir libre y sin cargas a través de Tu perdón es un gran regalo. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Lucas 7:47-50, Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama. Entonces le dijo Jesús a ella: —Tus pecados quedan perdonados. Los otros invitados comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?» —Tu fe te ha salvado —le dijo Jesús a la mujer—; vete en paz. (NVI)

Mateo 7:3-5, »¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano. (NVI)

Recursos Adicionales

¿Estás enfrentando el desafío de perdonar el dolor, las heridas y otros traumas del pasado? Hoy puedes hacer un viaje a través del perdón con el libro de Lysa TerKeurst, Perdona lo que no puedes olvidar. Este libro te ayudará a aprender cómo dejar atrás las heridas del pasado, perdonarte a ti misma y descubrir lo que la Biblia realmente dice sobre el perdón que proviene de vivirlo en carne propia. Puedes comprar el libro aquí en la librería de P31.

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En Proverbs 31 Ministries, creemos que cuando las mujeres conocen la Verdad y viven la Verdad, todo cambia. Hemos escuchado las voces que piden contenido en español y firmemente creemos que el Señor traerá a las personas correctas a nuestro equipo mientras enseñamos a las mujeres a alinear sus vidas a la Verdad de la Palabra de Dios.

Si tienes interés en ser una voluntaria en nuestro equipo de traducción en español de Proverbs 31 Ministries, por favor llena esta solicitud.

Reflexiona y responde

De los dos deudores en la parábola de hoy, ¿con cuál te identificas más? ¿Eres más como Simón, juzgando a aquellos con el "pecado más grande", o más como la mujer desesperada, muy consciente de tus fallas? De cualquier manera, Jesús te ofrece perdón hoy.

En los comentarios, ¡comparte tus pensamientos sobre el devocional de hoy!

© 2021 por Kelly Barbrey. Todos los derechos reservados.

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