Devocionales

Cómo saber quién eres

Amanda Pittman 30 de septiembre de 2022
Asimismo, nos escogió en él desde antes de la fundación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Efesios 1:4 (RVA-2015)

Solía pensar que necesitaba “descubrir” mi identidad.

Pensaba que lo que hacía determinaba quién era. Confundí mi identidad con mis funciones de esposa, madre y mentora. No sabía qué papel interpretar de un momento a otro, así que simplemente ensayaba mis papeles y representaba mis partes.

¿Y adivina qué? … ¡No funcionó!

Cada vez que mis proyectos fracasaban, me convencía de que yo era un fracaso.

Cuando los demás se decepcionaban de mí, llegaba a la conclusión de que yo era una decepción.

Cuanto más trabajaba para conseguir mi identidad, más inadecuada me sentía.

Todo cambió cuando arraigue mi identidad en Cristo. Para mi sorpresa, mi identidad nunca fue algo a lo que aspirar, sino que era algo en donde podía estar de pie.

¿Sabías que estamos diseñadas para servir a Dios desde un lugar de identidad y no para alcanzar un lugar de identidad? Aquí les comparto tres grandes ideas que me ayudaron a arraigar mi identidad en Cristo, y que pueden ayudarte a hacer lo mismo:

#1: Tu creencia influye tu comportamiento.

Lo que creemos sobre nosotras mismas determina lo que hacemos. Por lo tanto, las etiquetas que nos ponemos a nosotras mismas se convierten en la realidad en la que vivimos.

Imaginemos que Olivia se identifica como “una persona que se preocupa mucho”. En su intento por abandonar el hábito, sustituye la preocupación por comportamientos más saludables. Pero aunque cambie sus comportamientos, sus creencias permanecen.

Olivia mantiene sus compromisos durante unas semanas, pero finalmente vuelve a caer en su antiguo hábito de preocuparse. Esto confirma su creencia: Ella es una persona que se preocupa mucho y que siempre lo será.

¿Ves cómo lo que crees de ti misma (tu identidad) determina lo que haces, y no al revés?

Esta es precisamente la razón por la cual, nuestra identidad debe ser lo PRIMERO en lo que nos enfocamos, no lo último.

Segunda de Corintios 5:17 dice: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (NVI).

¡Eres hecha nueva en Cristo! ¡Él ya no te identifica con tus faltas, sino con Su fidelidad! Así que reemplaza la vieja forma en que te has identificado con la forma en que Dios te identifica.

#2: No mires al mundo para que te defina; mira a la Palabra.

Dios es quien crea nuestra identidad, y las personas simplemente la confirman.

Cuando miramos a los demás para que nos identifiquen, nos convertimos en lo que esperan de nosotros, en lugar de permanecer en la identidad que Dios nos ha dado.

En Primera de Juan 3:1 se dice: “¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (NVI).

Según estos versículos, ¡Dios ya nos ha identificado como Sus hijas! Está grabado en piedra.

Recuerda esto: La sociedad no tiene el poder de definirte; la Escritura sí. Así que cuando pierdas de vista quién eres, mira la Palabra de Dios.

#3: Concéntrate en los fundamentos.

A veces podemos pensar que estamos demasiado avanzadas para los fundamentos. Por alguna razón, asumimos que hablar sobre el evangelio y repasar las Escrituras que nos salvaron es “demasiado fundamental”.

No es que tengamos que pasar menos tiempo con Dios cuanto más lideremos e impactemos en los demás. Cuanto más operamos en el poder y la autoridad, más necesitamos la presencia de Dios. Tenemos que centrarnos MÁS en los fundamentos, no menos.

El recordar que Jesús te ama no es sólo un lindo cliché. El amor de Dios es la fuerza más profundamente poderosa que existe: ¡el mismo poder que rompió la maldición de la muerte! Nuestro versículo clave, Efesios 1:4 dice: “Asimismo, nos escogió en él desde antes de la fundación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha delante de él”.

Te dejo con esta oración que se encuentra en Efesios 3:17b-19: “Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios” (NVI).

No son las cosas que haces para Dios las que te convierten en hija de Dios. Ya eres amada. ¡Confía en ello!

Querido Dios, te ruego que me arraigue y me establezca firmemente en Tu vida. Ayúdame a comprender la longitud, la anchura, la altura y la profundidad de Tu amor por mí. Quiero conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento y estar llena de Tu plenitud. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

Como hija de Dios, eres amada. Si estás luchando con la comparación y tu valor, queremos recordarte que has sido creada de forma única y que fuiste hecha asombrosa y maravillosamente a imagen de Cristo. Descubre tu valor como hija amada de Dios, echando un vistazo al libro, Tu destino divino. En Tu destino divino, el autor Mark Batterson te ayudará a experimentar el gozo de descubrir quién eres... y la libertad de descubrir lo que no eres. La maravillosa realidad es que tu exclusividad, al mismo tiempo que un regalo de Dios para ti, es un regalo tuyo para Dios. El cuerpo de Cristo necesita tus dones y talentos, así que obtén tu copia hoy, y recuerda: nunca ha habido, ni habrá, nadie igual a tí.

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PROFUNDICEMOS

Efesios 1:5, nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad (NBLA)

1 Pedro 2:9, Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. (NVI)

¿Qué situación reciente te ha hecho perder de vista quién eres?

¿Cuál de las tres grandes ideas compartidas en este devocional necesitas afianzar hoy para poder arraigar tu identidad en Cristo? Compártela con nosotras en los comentarios.

© 2022 por Amanda Pittman. Todos los derechos reservados.


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