Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos. Isaías 55:11 (NVI)
Me he dado cuenta que hay algo contra el cual necesito vigilar mi corazón como mamá. Y es que a veces quiero ser Dios en la vida de mis hijos.
Quiero escribir sus historias.
Quiero establecer el rumbo de sus futuros.
Quiero determinar qué es lo mejor para ellos.
Quiero prevenir que sean lastimados.
Quiero ser su proveedora y protectora.
Y quiero ser quién defiende a mis hijos cuando alguien se meta con ellos.
¿Te identificas con esto? Creo que la mayoría de las mamás pueden identificarse con esta lucha. Amamos a estos seres que Dios nos encomendó mas de lo que creíamos posible. Y a pesar de las diferentes etapas en la infancia, interminables noches sin dormir, los berrinches, los gestos de adolescentes y las decisiones que parten nuestros corazones en dos... son nuestros hijos. Los tenemos para amar, guiar y enviar.
Y queremos que todo salga bien.
Pero las cosas suelen salir fuera de nuestro control y tenemos que enfrentarnos a la realidad que no somos Dios. Y no podemos actuar como si lo fuéramos.
Entonces ¿qué hacemos cuando nuestras capacidades de mamá terminan y nuestra confianza en Dios aún no comienza? En cuanto a lo que se refiere a mis hijos, yo quiero confiar en Dios todo lo que no puedo controlar. Pero me da mucho miedo. Siento que es un riesgo muy alto.
El miedo y riesgo son dos palabras que como mamás no queremos que sean parte de las vidas de nuestros hijos.
Entonces, ¿cómo podemos profundizar nuestra confianza en Dios? ¿Cómo hacemos las paces con los límites entre lo que podemos y no podemos proteger para nuestros hijos? ¿Qué haremos con la sensación de riesgo y miedo que pueden causar la pérdida de sueño, en el mejor de los casos, y el sentirse enloquecida por el miedo en el peor de los casos?
Debemos llenar esa brecha con lo único que puede ser un puente entre nuestras limitaciones y nuestra confianza en Dios: la oración.
Lo sé, lo sé. Suena como la respuesta cristiana más cliché, típica, super espiritualizada y a veces no es la respuesta que queremos.
Pero la oración es la única posibilidad con posibilidad real.
Ayer mi amiga, Brooke McGlothlin, escribió un devocional acerca de oraciones para hijos basadas en las Escrituras. Me inspiró a escribir algunas oraciones basadas en las Escrituras específicamente para nuestras hijas.
Aquí te comparto cinco oraciones poderosas para ayudarte en la lucha por el corazón de tu hija:
He orado estas peticiones y he visto suceder cosas maravillosamente poderosas en las vidas de mis hijas.
Todavía me asusto, me preocupo y quisiera enfrentarme a quien sea que le haga daño a mis niñas.
Mis niñas aún cometen errores, se pasan de la raya y le han dado motivos a la directora de la escuela de llamarme a su oficina.
Pero, ¿dónde estaríamos sin la intervención de nuestro Dios Todopoderoso en nuestras vidas?
¿Cómo ayudarán estas oraciones en el futuro de mis hijas, cuyos resultados no veré por años?
Sí, la oración es la única posibilidad con posibilidad real. Y eso me lleva a un lugar donde finalmente puedo decir … “Hola, me llamo Mamá. No Dios.”
Querido Dios, yo sé que Tu palabra no regresa vacía y hoy estoy creyendo en grandes cosas para mi hija. Que las dos podamos crecer en nuestra relación contigo. En el Nombre de Jesús, Amén.
Escoge uno de los versículos que mencionamos anteriormente y escríbelo en una tarjeta de notas. Coloca esta tarjeta de notas en un lugar donde la veas todos los días (el espejo de tu baño, en tu escritorio de trabajo, etc.) y en voz alta, ora en base a este versículo durante la semana siguiente. ¡Cuando oras declarando la Palabra de Dios, estás orando la voluntad de Dios!
© 2014 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.
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