Restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas. Salmo‬ 147:3‬ (NVI‬‬‬‬‬‬‬‬)

Todos experimentamos el duelo y este puede llegar de diferentes direcciones.

Una relación romántica que terminó mal. La pérdida de una amistad muy querida. La pérdida de tu perrito. Un corazón roto y brazos vacíos causados por un aborto. La infertilidad. El abuso. La pérdida de un ser querido.

Sueños de esperanza y futuro desvanecidos en un instante. Lo entiendo bien. Lo viví también.

Una llamada cambió mis ilusiones y futuro mientras Matt, mi hijo mayor, lamentándose por teléfono me informaba sobre mi hijo menor, “«¡Kyle murió anoche!»

Oh, Dios mío,

¡No,DIOS!

Ilusiones, sueños, futuro …

Las invitaciones a bodas de sus amigos simplemente rompían mi corazón en dos. Anuncios de los nacimientos de bebés de los mismos amigos que se habían casado revivían la pérdida y la aceptación de que no tendría nietos de parte de él – corriendo hacia mí, sosteniendo sus pequeñas manos en las mías o él lanzándolos hacia arriba con gritos de alegría – me golpeó muy duro.

Así es, las bodas, graduaciones, anuncios de los nacimientos de bebés — todas esas cosas me recordaban de aquellas ilusiones y sueños que fueron destrozados — causando lamento, dolor y amargura. Mi corazón a menudo se cuestionaba: ¿continuaré amargada o mejoraré? ¿Continuaré derramando lágrimas o algún día podré estallar con alegria por estos amigos preciosos?

En uno de mis puntos más bajos, una revelación y un recordatorio invadieron mi mente y corazón: Dios también perdió a Su Hijo, Su único Hijo. El Padre conocía muy bien mi pérdida, dolor y quebrantamiento.

Esa revelación fue como un pegamento sobrenatural que fue aplicado para unir mi alma herida. La parte que estaba perdida, oscura y rota retrocedió cuando Dios comenzó a sanar mi corazón herido con su amor y luz.

¿Qué tal tus planes, esperanzas y sueños perdidos?

¿Estás amargada?

¿Quieres sentirte mejor?

¿Estás lista para dejar tu carga pesada a los pies de la Cruz y dejarla allí para poder avanzar en los planes que Dios tiene para ti?, Jesús prometió: Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana. (Mateo‬ 11:30‬ NVI‬‬)

El plan de Dios para Su Hijo no fue el que la gente esperaba cuando celebraban la llegada de Jesús a Jerusalén ese primer domingo de ramos, y luego experimentaron Su muerte en la Cruz el fin de semana. Ellos no sabían que el domingo de pascua, el día de Su Hijo, se acercaba.

Recuerda amiga, ¡el domingo se acerca! Jesús se levantó de la tumba por la gracia de Dios para salvarnos y redimirnos. Él tiene planes para nosotras que incluyen esperanza y un futuro, incluso cuando nuestros planes se vean frustrados y no podamos ver más allá de la pérdida abrumadora en este momento.

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Jeremías‬ 29:11‬ NVI‬‬)

Hoy hace 7 años y 3 días que perdimos a Kyle. Aún así, desde las cenizas del luto surge una historia de gracia – la gracia de nuestro Señor Jesús.

Padre, ayúdame a ir soltando mi dolor y a llevarlo a los pies de la Cruz de Tu Hijo. Gracias porque puedes vendar nuestras heridas y sanar nuestros corazones rotos. Recuérdanos tus magníficos planes para nosotras, Señor Dios. En el Nombre de Jesús, Amén.

VERDAD PARA HOY

1 Pedro 5:8-11, Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo, el diablo, anda buscando a quien destruir. ¡Hasta parece un león hambriento! Resistan los ataques del diablo; confíen siempre en Dios y nunca duden de él. Ya saben que en todo el mundo otros seguidores de Cristo están sufriendo como ustedes. Pero después de que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, Dios hará que todo vuelva a estar bien y que ustedes nunca dejen de confiar en él; les dará fuerzas para que no se desanimen, y hará que siempre estén seguros de lo que creen. Recuerden que Dios nos ha elegido por medio de Jesucristo, para que formemos parte de su maravilloso reino. ¡Que Dios reine con poder para siempre! Amén. (TLA)

© 2015 por Susan B. Mead. Derechos reservados.