Desde los extremos de la tierra, clamo a ti por ayuda cuando mi corazón está abrumado. Guíame a la imponente roca de seguridad. Salmo 61:2 (NTV)
Te saltas el desayuno. Llegas tarde al trabajo. Olvidaste empacar el almuerzo de tu pequeño Joey. Tu cesta de lavandería es un Monte Everest de ropa sucia. Tu ser amado está en el hospital. No alcanzas ir a la tienda a comprar comestibles. Aún no has devuelto esa creciente lista de llamadas telefónicas y mensajes de texto.
Tu madre te necesita, tu amiga te necesita, tu marido te necesita, tus hijos te necesitan, tu jefe te necesita... necesitas ser clonada o aconsejada o consolada ¡o que te atrapen en el aire para encontrarte con el Señor!
“Arrebátame Señor!"
Te sientes estresada. Culpable. Inadecuada. ¡Abrumada!
El agobio. Lo sentimos por todo tipo de razones, y no sé tú, pero cuando me siento agobiada quiero huir! ¡Quiero huir de lo que se siente demasiado grande e insoportable! ¡Quiero correr a mi armario con mi chocolate amargo marca Dove y esconderme!
Afortunadamente, Dios quiere que corramos cuando nos sentimos abrumadas. Pero en lugar de huir de lo que nos abruma (y recurrir al chocolate), quiere que corramos hacia Él. Que corramos a Su Palabra que nos calma y nos cobija.
A veces no podemos cambiar todas las cosas en nuestra vida que se sienten más grandes de lo que podemos manejar. Pero, lo que se siente más grande que tú ¡sigue siendo insignificante en comparación con la Roca que es más alta que tú!
Cuando me siento abrumada, poco capacitada e indispuesta, estoy aprendiendo a no huir de mi estrés. ¡También estoy aprendiendo a no correr a una bolsa de chocolate!
En cambio, estoy aprendiendo a correr hacia Dios — a Su Palabra — ¡en medio de mi estrés agobiante!
Cuando corro hacia la Palabra de Dios, incluso hacia un sólo versículo, encuentro que Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia (Salmo 46:1, NVI). Cuando corro hacia Él, encuentro que mi refugio no es un escape de mi estrés. Dios es mi refugio. Recuerdo una vez más que mi fuerza no viene de mí ni de mi resistencia o motivación. Mi fuerza viene del Señor.
Es la roca que es más alta que yo. Cuando corro a Su Palabra, descubro que Su ley es "mi deleite" y me protege e impide asustarme totalmente, rendirme o desmoronarme (Salmo 119:9). Realmente es la Roca más fuerte y más alta que cualquier cosa que tú y yo podamos enfrentar.
Si sientes la necesidad de huir, ¡amárrate los zapatos de correr más lindos que tengas y anímate! Corre a los fuertes brazos de Jesús. Él es tu fuerza. Él es tu Roca. Él es tu refugio.
Y, cuando te encuentras protegida en la verdad de Su Palabra y en el santuario de Su presencia, todo el estrés que antes te agobiaba y que se sentía más grande que tú, ¡de repente se reduce al tamaño del granito de arena que realmente es!
La Palabra de Dios te da la perspectiva que necesitas. La presencia de Dios te da la paz que necesitas, así que huye hermana... corre a la Roca que te espera para brindarte refugio y calma.
Señor, cuando mi corazón esté agobiado, abrúmame con Tu paz. Llévame hacia Ti, mi roca. Guíame a Tu Palabra que me da fuerza y refugio. Ayúdame a no correr a cosas menores. Ayúdame a correr hacia Ti primero. Ayúdame a crear el hábito de tomar mi "agobio" y ponerla bajo Tu voluntad. Gracias, Señor. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Salmo 46:1, Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. (NVI)
Salmo 119:92, Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo. (NVI)
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿A qué versículo de las Escrituras puedes correr cuando te sientas abrumada? Escríbelo en una tarjeta ¡para que puedas correr a Su Palabra cuando tengas ganas de huir!
© 2020 por Jennifer Rothschild. Derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.