Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro. Efesios 4:16 (NVI)
Cuando mis niños eran pequeños, frecuentemente caminábamos por la tarde al supermercado para comprar lo que necesitábamos, frutas, verduras y otros víveres para la semana. Para mis hijos, lo más especial de hacer la compra era visitar a un señor tierno de la iglesia que trabajaba en la panadería del supermercado. Todos los niños de la iglesia lo llamaban “Señor E.”, pero mis niños cariñosamente se referían a él como “El Señor Galleta”.
Apenas entraban al supermercado, mis niños querían correr hacia los aromas dulces de pasteles, panes, y la variedad de otros horneados dulces coloridos. El Señor Galleta siempre los recibía con un abrazo de oso y una galleta gratis (sabor de chocolate chip o mantequilla de maní) para que cada niño la disfrutara.
Una tarde de primavera, los niños se me adelantaron un poco y llegaron a las puertas automáticas antes que mi. Kenna – la mayor, quien tenía ocho años en ese tiempo y era algo pequeña para su edad – trató de pararse en el rodapié enfrente de la puerta automática. Sin embargo, la puerta no abría.
Ella se retiró y su hermano menor quien tenía 5 años también lo intentó, pero no pudo. Después se le ocurrió una brillante idea a mi hija. Tomó las manos de sus dos hermanitos, saltaron en el rodapié al mismo tiempo – y ¡bum! se abrió. Las puertas se abrieron completamente. Se requería de todo el peso de los tres niños en el rodapié para que la puerta se abriera.
Como creyentes en Jesús, necesitamos el uno del otro. El versículo clave de hoy viene de Efesios 4:16 y dice, “Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro” (NVI). Me encanta la última frase, “...según la actividad propia de cada miembro”. Dios no nos destinó a estar solas; no fuimos diseñadas para ser como islas aisladas. Fuimos hechas para vivir en comunidad.
Sin embargo, esto no siempre es fácil poner en práctica en la cultura de hoy en día. Muchas veces creemos tales engaños como: “¡Si se va a dar, voy a tener que hacerlo yo!” - poniéndonos en el asiento del conductor de la vida, sin buscar la ayuda de nadie. O tal vez pensamos que el pedir ayuda es signo de debilidad, por lo tanto nunca damos a conocer que estamos en problemas o que pudiéramos necesitar una mano.
Por otro lado, cuando tenemos la oportunidad de darle la mano a alguien que está en problemas y ofrecerle ayuda, apoyo o recursos tangibles, a veces estamos tan envueltas en nuestras propias vidas que no nos damos cuenta de su necesidad - que le tomemos de la mano y le ayudemos a llegar donde no puede llegar solo.
Cuando un miembro de nuestro cuerpo necesita algo - sea algo físico, financiero o emocional - casi siempre Dios le manda Su consuelo a través de una persona que ayude a soportar la carga, alivie el dolor o anime al corazón agobiado. O cuando alguien está tratando de saber cuáles son los siguientes pasos que debe tomar en esta vida, Dios usa a otros para ayudarle a analizar los factores, sopesar las opciones y tomar la mejor decisión.
Cuando, ante las complicaciones de la vida, ofrecemos ayuda y unimos las manos como hermanos espirituales en Cristo, se abren puertas que quizás no se hubieran abierto con nuestra fuerza individual.
¿Estás dispuesta hoy a tomarle la mano a alguien para ayudarle a llegar a donde necesita ir, sea emocional, espiritual, física o financieramente? Cuando cumples el rol único que Dios eligió para ti en el cuerpo de Cristo, los resultados son satisfactorios - ¡aún más que un regalo de El Señor Galleta!
Padre, por favor ayúdame a estar atenta a las personas alrededor de mí que tal vez necesitan que se les tome de la mano para llegar a algún lado. Yo quiero desempeñar mi papel y representarte bien a Ti. Para mí es un honor tener un lugar en el cuerpo de Cristo. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Gálatas 6:2, Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo. (NVI)
Gálatas 6:9, No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. (NVI)
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿Considerarías alguna situación en tu vida donde puedas unirte a alguien para ayudarle a llegar a donde tiene que ir? ¿Qué podrías hacer para apoyar a esa persona hoy?
© 2019 por Karen Ehman. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.