Luego me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Israel. Ellos andan diciendo: “Nuestros huesos se han secado. Ya no tenemos esperanza. ¡Estamos perdidos!” Ezequiel 37:11 (NVI)
Caminaba por los pasillos de mi iglesia, ansiosa por llegar a la clase de mi hija y las risas enérgicas que escuchaba me guiaban a su clase preescolar. Miré adentro y ella me vio - "¡Mamá! ¡Yo soy huesos secos; mira como revivo!".
La música vibraba y los niños movían sus brazos y piernas al cantar, "Ezequiel declaró esos huesos están secos. Ezequiel declaró esos huesos están secos. Ezequiel declaró esos huesos están secos. ¡Oh escuchad las palabras del Señor!" Todos los padres nos unimos a nuestros hijos cantando y bailando.
Esa noche al acostar y arropar a mi hija en su cama, le agradecí por haberme invitado a ser parte de la lección de la escuela dominical. Le confesé que el corazón de su mamá había estado abatido, y que su invitación a cantar y bailar había alentado mi espíritu. Con sus ojitos medios dormidos, susurró: "Cuando la vida es difícil podemos confiar en Dios".
Bajé las escaleras, y me encontré tarareando las palabras de la canción de esa mañana. Las letras me llevaron a pensar en mi juventud y recordar la historia bíblica del profeta Ezequiel en el valle de los huesos secos, donde Dios declaró a esos huesos secos que se unieran y revivieran. En mi juventud estaba llena de curiosidad por lo sobrenatural y la naturaleza física de los huesos en esa historia, pero no me había percatado de la lección espiritual acerca del carácter de Dios.
No había entendido el significado en ese entonces, y ahora años más tarde, todavía cantaba el corito de niños sin entender el poderoso mensaje. Me preguntaba, ¿por qué tanto escándalo por esos huesos secos?
Acomodándome en mi lugar favorito en el sofá, resistí las ganas de encender la televisión para ver mi programa favorito, y sin mucho ánimo abrí mi Biblia a la historia de Ezequiel. Tuve un momento de pausa cuando mis ojos se detuvieron en nuestro versículo clave: "Luego me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Israel. Ellos andan diciendo: “Nuestros huesos se han secado. Ya no tenemos esperanza. ¡Estamos perdidos!” (Ezequiel 37:11).
Los Israelitas habían sufrido la derrota ante sus enemigos, eran esclavos exiliados, muertos en su fe, y sin esperanza en la promesa de Dios de restaurar su nación. Habían abandonado al Señor y ya no confiaban en Sus promesas del pacto con sus antepasados de que enviaría un Redentor para librarlos de su cautiverio, y que volvería a establecerlos en su tierra. Estaban muertos espiritualmente, y sus corazones marchitos, muy parecidos al valle de huesos secos.
Al reflexionar sobre esto, criticaba en silencio a los Israelitas. ¿Cómo era posible que se olvidaron nuevamente de las promesas de Dios, y de Su fidelidad en proveer para sus antepasados? ¿Era su fe tan superficial?
Mientras les reprendía en mi mente, sentí una sensación de convicción en mi corazón seco, al darme cuenta que muchas veces, yo también me sentía sin esperanza.
El Señor había puesto una semilla de promesa en mi corazón, sin embargo, no parecía crecer. Frustrada, escribí en mi diario, "¿Dios, te has olvidado de mi?" Su respuesta vino resonante, "No, yo no estoy sujeto ni al tiempo ni al espacio".
Dios le había entregado esta visión a Ezequiel ya que Sus hijos eran esclavos cautivos, y aunque estaban descarriados y rebeldes, necesitaban desesperadamente la seguridad de que Dios cumple Sus promesas - y en este caso, que Él iba a restaurar y volver a establecerlos al ver su arrepentimiento y la búsqueda de Él. Y en nuestro caso, Él hará lo mismo.
"Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré. Lo afirma el Señor”. (Ezequiel 37:14, NVI)
Demasiadas veces he tratado de negociar con Dios. Usualmente confió en Él y le obedezco siempre y cuando Él provee sin demora, sin interrupción y sin incomodidad. No es ninguna sorpresa que mi enfoque en Dios continuamente se desvía (pecado), y así como los Israelitas en el tiempo de Ezequiel, tengo distracciones constantes (exilio). No es de extrañar que mi alma se sienta seca, muerta y en urgente necesidad de renovación espiritual.
El mensaje de Ezequiel nos ofrece una advertencia como también una esperanza. Somos tan bendecidas que sin importar cuantas veces pecamos o que tan lejos nos desviemos, Nuestro Señor que sufre permanece fiel y verdadero. Sin embargo, Su santidad demanda obediencia; Su justicia demanda consecuencias tales como los Israelitas estaban atravesando. Al igual que Dios instruyó a los Israelitas, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y buscar al Señor, afinando nuestros corazones y mentes para escuchar la Palabra de Dios y así mismo nosotras también podemos revivir.
Padre Celestial, ayúdame a confiar en Tú soberanía, a que me someta diariamente a Tú voluntad. Perdona mis pecados y aviva en mí un corazón limpio y lleno de esperanza y gozo. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Deuteronomio 7:6, Porque para el Señor tu Dios tú eres un pueblo santo; él te eligió para que fueras su posesión exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. (NVI)
RECURSOS ADICIONALES
¡De parte del equipo de devocionales de Aliento para el Día de Hoy y Proverbs 31 Ministries, queremos desearte una Navidad bendecida! Oramos que experimentes gozo y paz mientras reflexionas en la llegada de Cristo como un bebé humilde...nuestro Rey que un día nos salvaría de nuestros pecados. ¡Aleluya! ¡Qué Salvador!
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿Te encuentras en una temporada de sequía en tu vida espiritual? ¿Se te hace difícil creer en la fidelidad de Dios en medio de tu infidelidad hacia Él? Al orar pídele a Dios que reviva tu vida espiritual.
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© 2019 por Laura Bailey. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.