—No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! Hechos 3:6 (NVI)
Mientras me recostaba de espaldas mirando hacia el techo, una lágrima solitaria brotó de mi ojo y cayó por el costado de mi cara. Me sentí impotente, desesperada y abrumada por la difícil situación de un familiar cercano.
Todo dentro de mí quería solucionar el problema: hacer que se detenga.
Tal vez si tuviera más dinero, podría cambiar el resultado, pensé para mí misma. Sin embargo, el dinero no resolvería el problema.
Mi ser querido estaba lidiando con la consecuencia de una larga batalla contra el abuso de sustancias. El camino hacia la restauración y la sanidad sería largo. Ya había abarcado toda mi vida, y no estaba cerca de una resolución. Por mucho que quisiera aplicar una solución rápida al problema, sabía que eso no proporcionaría la ayuda duradera que necesitaba mi familiar.
Lo que necesitaba era una experiencia que transformara su vida y que solo podía venir del poder inmutable de Dios. Vemos una situación similar en Hechos 3 cuando Pedro y Juan se encontraron con un hombre lisiado. Iban hacia el templo a orar cuando un hombre que había sido cojo desde su nacimiento les pidió dinero.
Durante muchos años, este hombre fue colocado en la puerta del templo para rogar por su sustento. Estaba tan cerca del poder, la gente y la presencia de Dios, y, sin embargo, limitó su solicitud al dinero. Pedro lo notó y dijo: "¡Míranos!" (Hechos 3: 4b, NVI). Luego, al ver la gran necesidad del hombre, Pedro respondió diciendo: —No tengo plata ni oro, … pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! (Hechos 3:6b).
En el griego original del Nuevo Testamento, la palabra "nombre" que Pedro usó significa autoridad, y habla del carácter de una persona. Pedro apostó la sanidad del hombre cojo en la autoridad y el carácter de Jesucristo. Para algunos, esto habría sido un movimiento muy arriesgado, pero Pedro conocía a Jesús íntimamente.
Pedro sabía que el nombre de Jesús era la palabra griega de Josué, que significa el Señor salva. Él sabía que Jesús también era conocido como "el Cristo" o "Mesías", que significa El Ungido. Él sabía que Jesús era Emanuel, que significa Dios con nosotros. Como resultado, Pedro tomó al hombre cojo de la mano derecha, e inmediatamente el hombre se puso de pie, sus tobillos se fortalecieron y comenzó a caminar y alabar a Dios. Ese poder transformador de vidas es el mismo para nosotros hoy. Podemos aplicar este poder a las circunstancias paralizadas en nuestras vidas.
Ya sea que estemos lidiando con un matrimonio difícil, un problema de salud grave o un ser querido que lucha contra una adicción, podemos hablarle a esas circunstancias en el nombre de Jesús. Por ello nos podemos plantear la pregunta: ¿Por qué no vemos transformaciones de vida similares hoy?
Podría ser porque hemos perdido la fe en el nombre de Jesús. Tal vez le hemos dado a Su nombre un valor menor de lo que damos al poder, los médicos o el dinero. Aunque puede haber varias razones por las cuales no siempre vemos los mismos resultados que Pedro y Juan vieron ese día, eso no niega la realidad de que el poder transformador de vidas se encuentra en el nombre de Jesús.
No importa cuán sombrío, Dios nos invita a hacer oraciones audaces sobre nuestras circunstancias paralizantes. Dios extiende esta invitación a cada creyente, incluidos tú y yo. Es por eso que sigo orando y creyendo en Dios por la transformación de la vida de mi ser querido. Al igual que Pedro y Juan, nuestra confianza en la oración puede estar puesta sobre la autoridad y carácter de Jesucristo.
Querido Padre celestial, gracias por darnos el poder transformador de la vida a través de Tu Hijo Jesucristo. Ayúdame a confiar en el poder de Tu Nombre sobre cualquier otro nombre. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Salmo 20:7, Estos confían en sus carros de guerra, aquellos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. (NVI)
Lucas 5:17, Un día, mientras enseñaba, estaban sentados allí algunos fariseos y maestros de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para sanar a los enfermos. (NVI)
RECURSOS ADICIONALES
¡De parte del equipo de devocionales de Aliento para el Día de Hoy y Proverbs 31 Ministries, queremos desearte una Navidad bendecida! Oramos que experimentes gozo y paz mientras reflexionas en la llegada de Cristo como un bebé humilde...nuestro Rey que un día nos salvaría de nuestros pecados. ¡Aleluya! ¡Qué Salvador!
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿Cuáles son las circunstancias paralizadas en tu vida? ¿Qué oraciones audaces puedes orar sobre esas situaciones?
¡Deseamos oír de ti! Comparte tus pensamientos sobre el devocional de hoy en la sección de comentarios.
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Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.