Devocionales

La mejor manera de acompañar a las personas decepcionadas y heridas

Lysa TerKeurst
President and Chief Visionary Officer of Proverbs 31 Ministries

31 de Diciembre de 2019

This devotion is available in English
Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. Colosenses 3:12 (NVI)

Nunca esperé encontrarme pintando en mi cumpleaños. Pero, ahí estaba, a lado de mi madre y mis hermanas con el pincel goteando de pintura, temblando en mi mano.

Se suponía que al cumplir mis cuarenta y ocho años, yo estaría comenzando un año lleno de aventura y libertad. El último de mis cinco hijos se iba a la universidad y Art y yo entrabamos en nuestra época de nido vacío. Yo tenía pensado que esta nueva etapa iba a ser igual de divertida y predecible, como uno de esos libros de colorear para adultos. Veinticinco años de matrimonio habían dado forma al dibujo de nuestra vida juntos y lo que nos quedaba para hacer era simplemente añadir el color.

Sin embargo, el día que cumplí los cuarenta y ocho años, nada resultó como lo tenía pensado. En lugar de estar planificando el futuro, estaba intentando averiguar si íbamos a poder juntar de nuevo las piezas destrozadas de nuestro matrimonio. En lugar de estar soñando, sentí como si estuviera atrapada en una pesadilla. Una pesadilla donde, al abrir el libro de colorear, vi que alguien había borrado todas las líneas hermosas.

Solo quedaban páginas en blanco. Espacios vacíos. Infinitas posibilidades, de miedo y de fracaso. Hablando metafóricamente, mi vida ahora era un lienzo en blanco.

Así que, mi madre sugirió – no, en realidad ella exigió – que compráramos unos lienzos en blanco y pintásemos el día de mi cumple.

Yo pinté un barco. Ellas pintaron ángeles. Y mientras mi mamá tenía razón (era un ejercicio terapéutico en muchas maneras) también era una experiencia de terrible vulnerabilidad.

El enemigo de mi alma no quería que pintara aquel día. Crear algo significaría que me parecería un poquito a mi Creador. Superar la angustia horrorizante de tener delante de mí un lienzo en blanco significaba que de ahora y en adelante sería más compasiva con otros artistas. Tienes que creerme cuando te digo que al pintar los primeros brochazos de azul y gris en el lienzo blanco delante de mí, la frase “no soy suficiente”, palpitaba en mi cabeza como un ruido ensordecedor.

La perfección se burló de mi barco. La desilusión me exigió híper-enfocarme en lo que no lucía bien.

Entonces, me obligué a enviar una foto de mi barco a, al menos, veinte personas. Con cada mensaje que envié, poco a poco me hice las paces con las imperfecciones de mi pintura. No lo hice buscando validación sino, más bien, la confirmación de que aún viendo las imperfecciones en mi dibujo no lo estimara sin valor. Podía ver las imperfecciones en mí y no considerarme indigna. Era un acto de autocompasión.

Tenemos que llegar al lugar de la autocompasión si alguna vez esperamos tener una compasión verdadera y profunda hacia los demás. La desilusión nos exige ser repugnada secretamente con todo y con todas las personas quienes tienen fallas, con todo y con todas las personas quienes también luchan con “no ser suficiente”. Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de estar tan épicamente decepcionada con todos, pudiéramos ver en ellos la necesidad de compasión?

Compasión es reconocer que todas tenemos nuestras imperfecciones que se encuentran profundamente esculpidas en nuestro “ser desnudo”. Todas nos cubrimos. Y después, cuando las victorias se convierten en pérdidas, todas nos quedamos privadas de vestimenta.

¿A quiénes queremos a nuestro lado en aquellos momentos, cuando la desilusión y los momentos saturados de tristeza abundan? Son aquellas vestidas de comprensión. Ellas han vivido de forma personal lo insoportablemente doloroso que es simplemente ser humana. Ellas tienen en cuenta Colosenses 3:12, “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia”.

Todos los días debemos revestirnos de estas cosas, al igual que un artista le da color a su dibujo, sabiendo que esos colores son lo que conectarán al espectador con su creación. Dios quiere que nosotras, Su creación, nos conectemos con otras y les llevemos luz y vida con brochazos de compasión.

Y la única manera de crecer en esta clase de compasión es tomar en nuestra mano un pincel y sentarnos en nuestra propia silla de sufrimiento. Encontramos propósito que da vida y sentido cuando dejamos a Dios usar nuestras experiencias dolorosas para consolar a otras personas.

¿Has caminado por una época imprevista de oscuridad y sufrimiento? Esas épocas sirven para algo, querida amiga.

Toma en tu mano ese pincel. Viste el lienzo vacío con pintura. Usa la corrección de color en tu perspectiva. Olvídate de la tentación de quedarte en tu zona de confort. Intercambia tu comodidad por la compasión. Mójate con pintura. Pon el pincel al lienzo. Declárate una pintora. Y cuando alguien roba todas las líneas de tu libro de colorear, decide colorear el mundo de todos modos con la misma compasión generosa que Dios ofrece cada día.

Estás caminando el sendero de una artista. Estás acompañando con compasión.

Padre Dios, no importa cuán adolorida me deja la vida, siempre quiero salir de una temporada de sufrimiento amando más a otros. Ayúdame a ser una mujer de gran compasión. Una mujer que lleva bien las cicatrices del sufrimiento, dispuesta a compartir mi historia de supervivencia para que otras puedan saber y creer que la supervivencia es posible para ellas también. Y ayúdame a tener en mente que estar presente acompañando a otra persona y siendo compasiva nunca es una pérdida de tiempo. En el Nombre de Jesús, Amén.

VERDAD PARA HOY

Efesios 4:2, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. (NVI)

RECURSOS ADICIONALES

En nombre del equipo de Devociones de Aliento para el día de hoy y de Proverbs 31 Ministries, ¡nos gustaría desearles bendiciones en el próximo Año Nuevo! Les deseamos que experimenten gozo y paz al reflexionar sobre la venida de Cristo como un humilde bebé ... nuestro Rey que vino para salvarnos de nuestros pecados. ¡Aleluya! ¡Qué Salvador!

REFLEXIONA Y RESPONDE

¿Alguna vez, tu vida ha sido cambiado por alguien que estuvo dispuesta a acompañarte en tu vida con compasión en lugar de condenación? Únete a la conversación en los comentarios abajo.

© 2019 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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