Devocionales

En dieta de hiel

Meredith Houston Carr 1 de enero de 2020
Me ha llenado de amargura, me ha hecho beber hiel. Me ha estrellado contra el suelo; me ha hecho morder el polvo. Me ha quitado la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha. Lamentaciones 3: 15-17 (NVI)

Colgué el teléfono y fue entonces cuando me di cuenta. Con una mezcla de alegría y dolor, las intensas lágrimas me sorprendieron. Una amiga muy querida acababa de contarme la noticia de su increíble milagro – luego de años de infertilidad, Dios le concedió una nueva vida.

Compartí su felicidad, sin embargo, sentía como si su situación resaltara aún más la sombra en la que se encontraba mi vida: desterrada y sola, habiéndome mudado con mi familia al otro extremo del país, luchando con un reciente diagnóstico muy difícil para nuestro hijo, y luchando por reparar viejas heridas en mi matrimonio que sentía que jamás sanarían.

Mientras mi amiga disfrutaba la increíble obra de Dios en su vida, yo solo sufría pensando en las circunstancias difíciles que me rodeaban. Durante este tiempo estuve analizando el libro de Lamentaciones, escrito por el profeta Jeremías, quien había experimentado muy de cerca temporadas de dificultad, ganándose el apodo de "el profeta llorón" (¡Yo puedo identificarme con eso!).

Aquellas palabras antiguas de Jeremías en Lamentaciones 3:15-17, hablaron a mi alma modernizada, y atraparon el dolor en mi corazón.

“Me ha llenado de amargura, me ha hecho beber hiel. Me ha estrellado contra el suelo; me ha hecho morder el polvo. Me ha quitado la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha".

Esa palabra, "hiel" llamó mi atención. Al investigar descubrí que es una yerba (la’anah en el idioma Hebreo) de sabor amargo intenso. Los griegos le daban el significado de "no potable", usando su palabra absintion.

Y así como su sabor desagradable, esta palabra “hiel” aparece con frecuencia en la Biblia para simbolizar amargura desagradable y tristeza en la vida. En esa temporada de mi propia vida, sentía que yo al igual que Jeremías, permanecía en dieta diaria de hiel.

¿Alguna vez te has sentido así?

Tal vez te encuentres en una temporada de tu vida con una dieta permanente de hiel. Estás llena de amargura, mientras que por donde mires, los demás se encuentran disfrutando un excelente filete y un buen vino.

¡Y de qué manera al enemigo le encanta usar la amargura para seducirnos y entonces, hacernos dudar la bondad de Dios! Cada porción, cada momento de amargura nos conduce a pensar que nuestro Padre nos ha olvidado, que nos encontramos alejadas de Su bondad.

¡Pero nada podría estar más lejos de la realidad! Escucha lo que Jeremías escribió luego de lamentarse por su sufrimiento, por su dieta de hiel:

El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!» (Lamentaciones 3: 22-24, NVI).

Al igual que Jeremías, nosotras también podemos elegir recordar y aferrarnos a la verdad en medio de nuestras circunstancias: Dios es nuestra porción, incluso cuando la yerba amarga aparece en nuestro camino. Puede parecer que estamos en la dieta de hiel, pero la fidelidad de Dios nunca termina. Él nos llevará al otro lado en las temporadas difíciles.

Y si “el profeta llorón” pudo aferrarse a esta verdad después de todo lo que había pasado, entonces apreciada hermana, ¡con seguridad tú y yo podemos hacer lo mismo!

No importa cuanta amargura acompañe tu vida en este momento, el firme amor del Señor está listo para satisfacerte. No hay oscuridad que sobrepase el alcance de Su luz, no hay dolor que Él no alcance, no hay vacío de soledad que Su amor no pueda llenar. Deleitemonos hoy en Su amor.

Querido Padre celestial, nuestros corazones cansados Te dan gracias por ser un Dios que ve y satisface nuestras necesidades con cosas buenas. Cuando la amargura nos rodee, concédenos fuerza para alejarnos de las mentiras del enemigo e ir hacia Ti. Que nuestras almas encuentren paz y descanso contigo en esta temporada. En el Nombre de Jesús, Amén.

VERDAD PARA HOY

Salmo 73:26, Mi carne y mi corazón pueden fallar, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre. (NVI)

Salmo 107: 9, Porque él satisface el alma anhelante, y el alma hambrienta que llena de cosas buenas. (NVI)

RECURSOS ADICIONALES

En nombre del equipo de Devociones de Aliento para el día de hoy y de Proverbs 31 Ministries, ¡nos gustaría desearles bendiciones en este Año Nuevo! Les deseamos que experimenten gozo y paz al reflexionar sobre la venida de Cristo como un humilde bebé ... nuestro Rey que vino para salvarnos de nuestros pecados. ¡Aleluya! ¡Qué Salvador!

REFLEXIONA Y RESPONDE

¿Qué área de tu vida parece llena de amargura? ¿Cómo sería si hoy permitieras que el amor constante de Dios cubriera esa amargura? Únete a la conversación en el sección de comentarios!

© 2020 por Meredith Houston Carr. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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