Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. Isaías 40:31 (NVI)
Había recalentado mi café por tercera vez esa mañana. Una montaña de ropa arrugada en el sofá se burlaba de mí mientras yo garabateaba a regañadientes la creciente lista de cosas por hacer que crecía cada vez más. Los niños estaban peleando (de nuevo) por un juguete que nadie quería hasta que alguien lo tomó y todavía tenía puesta la ropa sudorosa que use en la mañana cuando salí a correr.
¿Me había lavado mis dientes?
Honestamente no podia contestar “si” o “no” con certeza. Lo único seguro en ese momento era mi mal humor y mi deseo que el día terminara ya.
¿Por qué me sentía tan frustrada, tan cansada y agotada? Nada había cambiado en mi vida, de hecho, las razones de mi estrés diario me eran familiares y esperadas. Los niños se despertaron a su hora normal, al amanecer; pude dormir más de lo normal, un tiempo algo decente e incluso logré hacer ejercicios rápidamente; tenía café recalentado en mi sí stema y hasta encontré unos minutos para leer mi devocional diario con mínima distracción.
¿Qué me hacía falta?
Quizás más tiempo para “mí”, ¿Más tiempo para cuidarme mejor? ¿Una nueva rutina de ejercicio para sacudir las cosas y realmente sudar mis problemas? O ¿Yoga? ¡Sí! Tal vez el intentar respirar profundo a través de esos problemas o ¿Algo tan sencillo como una pedicura con una amiga? O aún mejor, ¿Una noche de chicas? Tal vez necesitaba más cultura. ¿Unirme a un club de lectura? ¿Comenzar un nuevo pasatiempo? Tenía que haber algo.
Mientras contemplaba cómo podía añadirle mágicamente horas adicionales al día para poder terminar todas las tareas de auto cuidado que me faltaban, sólo me sentí más frustrada. Mientras dejaba escapar un largo y dramático suspiro de exasperación, en ese pequeño instante, una verdad olvidada se apoderó de todo mi ser:
Todas estas cosas son temporales.
De repente una claridad y convicción abrumó mis sentidos. Los sentimientos que podría experimentar al buscar cualquier cantidad de remedios para cuidarme a mí misma eran temporales.
¿Alguno de ellos era malo? ¡Claro que no! Cuidarme físicamente era algo bueno, las descargas de adrenalina eran reales; los pies recién hechos deberían ser apreciados y las noches con buenas amigas son muy necesarias. Pero, el depender de esos remedios temporales para sostener completamente mi alma en medio de los altibajos de una mañana caótica y aún más, ¿mi vida?, ¿Era de extrañar que me sintiera tan cansada y agotada?
De repente una palabra del libro de Isaías apareció por mi mente:
¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable. Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aún los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. (Isaías 40:28-31, NVI)
El Señor es eterno. El renueva mi alma desgastada con la fuerza y la perseverancia que necesito desesperadamente. No hay un sustituto.
Mi alma exhaló alivio. No necesitaba encontrar horas extra en el día para cuidarme a mí misma y recuperar la cordura. Yo solo necesitaba realinear mi corazón y depositar mi confianza en el Señor.
El cuidado propio temporal no sustituye el cuidado eterno del alma que sólo el Señor puede proporcionar, y sin embargo, en algún lugar en medio de la rutina, de las tareas diarias, las frustraciones y el ajetreo de la vida, nos perdemos en nuestro camino.
Nuestros corazones vagan y nos encontramos aferrados a lo que no puede sostenernos. Pero no tenemos que conformarnos con la desesperanza aferrada en nuestras manos, podemos liberarnos de lo temporal y poner nuestra esperanza en las manos eternas de Aquel que no se agota o cansa, el Creador del cielo y la tierra. Él es nuestro Señor, no dudemos en regresar nuestros corazones a Él hoy.
Querido Padre Celestial, yo te adoro por quién Tú eres, el Eterno Dios. Perdóname por las veces que he puesto mi esperanza en algo más que en ti. No hay sustituto. Te ruego que realinees mi corazón con el tuyo y concédeme la fuerza para este día en Tí y solo en Tí. En el Nombre de Jesùs, Amèn.
VERDAD PARA HOY
Salmo 147:11, Sino que se complace en los que le temen en los que confían en su gran amor. (NVI)
Lamentaciones 3:25, 40, Bueno es el Señor con quienes en él confían, con todos los que lo buscan… Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor. (NVI)
RECURSOS ADICIONALES
En nombre del equipo de Devociones de Aliento para el día de hoy y de Proverbs 31 Ministries, ¡nos gustaría desearles bendiciones en este Año Nuevo! Les deseamos que experimenten gozo y paz al reflexionar sobre la venida de Cristo como un humilde bebé ... nuestro Rey que vino para salvarnos de nuestros pecados. ¡Aleluya! ¡Qué Salvador!
REFLEXIONA Y RESPONDE
Toma un momento para reflexionar sobre dónde has puesto tu esperanza últimamente, ¿En lo temporal o eterno? En oración, considera los hallazgos de tu corazón cuando te presentes hoy delante de el Señor.
¡Únete a la conversación! Comparte lo que piensas en los comentarios de abajo.
© 2020 por Corrie Gerbatz. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.