Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe. Mateo 8:10 (NVI)
Eran nuestras anticipadas y largas vacaciones, así que queríamos que todo fuera perfecto y absolutamente increíble.
Pero tenía mis dudas después de darle un vistazo a mis alrededores. La entrada arqueada del sitio histórico era prometedora, y el precio de la entrada implicaba un buen tiempo, pero todo lo que podía ver parecía viejo y decepcionante.
Mi esposo, Barry, y yo paseamos a la primera atracción con algo de expectativa. Finalmente, una pantalla en la esquina del cuarto cobró vida con un video explicando el espectáculo que íbamos a ver. Con una voz entusiasmada, el narrador anunció que la exhibición que tiene décadas de antigüedad había sido innovadora durante su apertura en los años sesentas.
Él terminó con fanfarria, diciendo, “¡Prepárense para no asombrarse!”.
Espera...¿qué?
El narrador nos estaba alistando para no impresionarnos, y él tenía la razón. La tecnología de los sesenta era aburrida para gente acostumbrada a espectáculos del año 2020. A pesar de nuestras expectativas altas cuando compramos las entradas, Barry y yo nos encontramos aburridos en lugar de encantados.
Si los seres humanos requieren las mejores e innovadoras tendencias para ser asombrados, ¿cuánto más requerirá para asombrar a Dios? Ciertamente, ¡es inimaginablemente más! En este relato de las Escrituras, Jesús tiene una interacción que da un giro sorprendente, la cual nos deja a las personas modernas, difíciles de sorprender, estupefactas.
En la historia de Mateo 8:5-11, un centurión vino a Jesús y Le pidió por sanidad para su sirviente. Jesús le cumple su petición, pero las Escrituras también registran la increíble respuesta de Jesús: Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe (Mateo 8:10).
Pausemos por un momento y consideremos esto. Jesús, quien vio el asombroso acto de la creación y cada evento histórico desde entonces, encontró asombrosas la petición y fe del centurión. ¿Por qué será? Veo tres razones aquí.
Porque el centurión era humilde
Los centuriones eran oficiales militares romanos quienes lideraban cien hombres. Ellos eran ciudadanos de la nación conquistadora quienes estaban totalmente (y a veces cruelmente) a cargo. El entrenamiento lo había hecho duro y había probado su valentía en batalla; aun así, el centurión humildemente pide a Jesús Su ayuda, diciendo, “Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano” (Mateo 8:8b, NVI).
En vez de usar su autoridad para ordenar a Jesús a venir, el centurión se rinde al poder superior de Jesús, y su humildad asombra a Jesús.
Porque su petición era desinteresada
El centurión no vino a pedir para él mismo ni para alguien de su familia cercana. En lugar de eso, él se conmovió por el terrible dolor de su sirviente y vino a pedir por la sanidad de un subordinado.
En vez de ver su alto rango como superioridad, el centurión desinteresadamente puso su estatus y agenda a un lado para cuidar a alguien quien era menos prestigioso. Jesús quedó asombrado por su actitud no egoísta.
Porque su fe no tenía límite
Aunque Jesús ofreció ir a sanar al siervo diciendo, “Iré a sanarlo” (Mateo 8:7b, NVI), el centurión revela el entendimiento que él tiene sobre la divinidad de Jesús al decir, “Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano” (Mateo 8:8b, NVI).
Debido a su propia autoridad sobre sus oficiales, el centurión entendió que las mismas palabras de Jesús podían sanar. Él entendía bien el poder que Jesús tenía y sabía que ni el tiempo ni el espacio limitaban al Hijo de Dios. Jesús se quedó perplejo por la fe del centurión.
Hoy en día, el asombro es un bien escaso. Exigimos más cantidad, más grande, y mejor calidad para estar entretenidos y asombrados. Pero Dios pone estándares diferentes para Su pueblo. Él establece humildad, abnegación y fe como características intemporales que aún Lo asombran.
Señor, yo deseo asombrarte, pero estoy agradecida que no tengo que ser más o hacer más para lograrlo. Tu asombro Jesús, no se basa en mi desempeño. Al contrario, yo escojo las características asombrosas de humildad, abnegación y fe. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Proverbios 15:33, El temor del Señor imparte sabiduría; la humildad precede a la honra. (NVI)
Filipenses 2:3, No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. (NVI)
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿Has experimentado aburrimiento cuando te prometieron asombro? ¿Cuál fue la incongruencia?
¿Cómo te hace sentir saber que Dios no requiere algo más o más grande para asombrarlo?
¿Cuál es tu fortaleza más grande --- humildad, abnegación o fe? ¿Cuál característica necesita ser trabajada? Pídele a Dios que te refuerce en eso. ¡Únete a la conversación al compartir tus comentarios a continuación!
© 2020 por Amy Carroll. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.