Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Gálatas 3:28 (NVI)
Ella era hermosa.
Ella era brillante.
Y ella estaba enojada con Dios.
Trataba de digerir las palabras de Jan mientras almorzaba una ensalada frente a ella. Sus ojos verde azulados estaban teñidos de frustración hacia Dios, principalmente por cómo ella percibía que Él se sentía acerca de las mujeres.
«No entiendo a Dios. Parece que Él está en contra de las mujeres. En toda la Biblia, veo cómo Dios usó a los hombres de maneras poderosas.
Abraham, Moisés, David, quienes sean; siempre son los hombres. Y poligamia… ¿cómo podría Dios permitir eso? Hoy en día, hay tanto abuso hacia las mujeres. ¿Dónde está Dios en todo eso? Hay tantas desigualdades e injusticias entre cómo se trata a los hombres y cómo se trata a las mujeres. Creo que la conclusión es que a Dios simplemente no le gustan las mujeres.»
Tuvimos una conversación larga y compartí lo que había descubierto en mi trayecto de fe para responder algunas de esas mismas preguntas.
Le dije a ella que mientras estudiaba, me impresionó la relación radical de Jesús con las mujeres cuyas vidas cruzaron con la Suya durante los 33 años que caminó en esta tierra. Él cruzó los límites sociales, políticos, raciales y de género creados por el hombre y se dirigió a las mujeres con el debido respeto como portadores de la imagen de Dios. El Dios hecho hombre, Jesús, rompió las reglas hechas por el hombre para liberar a las mujeres. Cada vez que Jesús se encontró con una mujer, Él rompió una de las reglas sociales de Su tiempo.
Dios creó a las mujeres como portadoras de la imagen de Sí mismo (Génesis 1:27). Pero mucho cambió entre el Jardín del Edén y el Jardín de Getsemaní. Cuando Jesús dio Su primer llanto como bebé en Belén, las mujeres vivían en las sombras. Las mujeres no contaban como personas (como lo muestra la Biblia que describe la alimentación de 5.000 hombres en Mateo 14:21). Ellas no podían hablar con hombres en público ni comer con ellos en reuniones sociales; a ellas no se les permitía adorar con hombres ni sentarse bajo la enseñanza de un rabino. Ellas no podían testificar en la corte. Las mujeres quienes eran divorciadas por cualquier motivo no tenían derechos legales.
Pero Jesús vino para cambiar todo eso. Él no habló sobre las injusticias; Él simplemente siguió Su ministerio ignorando las reglas hechas por el hombre.
Él enseñó en lugares donde las mujeres estaban presentes: en una ladera, a lo largo de las calles, en el mercado, junto a un río, al lado de un pozo y en el área de mujeres del templo.
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Jesús le habló a la mujer samaritana en el pozo de agua. Fue la conversación más larga registrada en la Biblia que Él tuvo con una sola persona. Ella fue la primera persona a la que Él le dijo que era el Mesías (Juan 4: 1-30).
- Jesús le dio la bienvenida a María de Betania para sentarse a Sus pies y aprender (Lucas 10: 38-42).
- Jesús invitó a María Magdalena a unirse a Su equipo de ministerio (Lucas 8: 1-3).
- Jesús reconoció la fe de una mujer y la curó de 12 años de sangrado, y ella testificó públicamente (Lucas 8: 42-48).
- Jesús dio la bienvenida a la mujer pecadora a una habitación llena de hombres mientras ungía Sus pies con perfume (Lucas 7: 36-50).
- Jesús confió el mensaje más importante de toda la historia a María Magdalena y le dijo que fuera y les dijera a los discípulos que había resucitado de entre los muertos (Juan 20: 11-18).
Jesús estaba dispuesto a arriesgar Su reputación para salvar la de ellas. Él liberó a las mujeres de enfermedades y las sacó de la oscuridad espiritual. Él tomó a las temerosas y olvidadas y las transformó en mujeres determinadas que serían recordadas. Jesús dijo de la mujer que ungió Su cabeza con perfume caro «Les aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se predique este evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo» (Mateo 26:13, NVI).
Eso nos lleva a ti y a mí. Nunca, querida, dudes de tu valor como mujer. Dios cerró la creación con broche de oro al formar a la mujer. Una vez creó a la mujer, ¡había terminado!
El apóstol Pablo escribió: No hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28). Nunca eres menos como mujer. Y Jesús estaba dispuesto a romper las reglas culturales para comprobarlo.
Padre celestial, estoy tan agradecida que me valoras como mujer. Gracias por todo lo que Jesús hizo para mostrar honor y respeto a las mujeres durante un tiempo muy oscuro en la historia. Ayúdame a jamás dudar que me has diseñado con un propósito y un plan: ser la portadora de Tu imagen. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Génesis 1:27, Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. (NVI)
REFLEXIONA Y RESPONDE
Elige una de las mujeres mencionadas en este devocional a quien Jesús honró y lee su historia.
¿Cómo te hace sentir saber que Jesús rompió las reglas culturales para honrar a las mujeres... para honrarte a ti? ¡Déjanos saber de ti en los comentarios!
© 2020 por Sharon Jaynes. Derechos reservados.
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