Porque como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven allá sino después de haber saciado la tierra y de haberla hecho germinar, producir y dar semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo cual la envié. Isaías 55:10-11 (RVA-2015)
Cerré mi ojos y lagrimas cálidas se deslizaban por mi cara, cayendo sobre mi almohada. Sabía que debía orar, pero honestamente, no encontraba las palabras para hacerlo. Oía a mis hijos peleando en la cocina. Eso hacía aún más evidente que yo no llegaba a la altura de lo esperado como madre. Sabía que debía levantarme e ir a lidiar con lo que fuera la causa de esa situación caótica entre ellos, pero ese día no pude hacerlo.
No sabía qué hacer.
No sabía a quién llamar.
No sabía cómo orar para recibir algún tipo de respuesta de parte de Dios.
Definitivamente no tenía la menor idea de cómo encontrar algo para leer en la Biblia que fuera relacionado a mi situación.
Me encontraba en un lugar de desesperación durante los primeros años del inicio de mi familia. Sabía que necesitaba conectarme con la Verdad de Dios. Honestamente, no tenía idea de lo mucho que Dios me ofrecía. Simplemente quería que Él enviara un diluvio de sabiduría y me refrescara en "ese instante". Pero la Palabra de Dios nos ofrece mucho más que eso. Las Escrituras nos proveen semillas para nuestro futuro.
Vemos esta poderosa verdad en Isaías 55:10-11, donde dice: Porque como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven allá sino después de haber saciado la tierra y de haberla hecho germinar, producir y dar semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para lo cual la envié.
Esta imagen de lluvia era significativa para el pueblo de Israel porque donde ellos vivían, tenían que depender en gran medida de la temporada lluviosa para obtener agua. El agua no era fácilmente accesible como lo era para otras naciones como los egipcios que tenían el río Nilo.
Y por supuesto, no creo que era coincidencia, que su ubicación hacía necesaria su dependencia en la temporada de lluvias. Los israelitas necesitaban depender en Dios para su sustento físico y satisfacción, lo cual les serviría como recuerdo constante de su dependencia espiritual en Él.
También quiero que tomen en cuenta que los israelitas no solo necesitaban de las lluvias como socorro físico o como alimento para su vegetación; sino que las lluvias servían un doble propósito. Las lluvias hacían germinar sus cultivos para la comida de ese año, y permitían que se produjeran las semillas necesarias para los cultivos del año siguiente.
¡Qué gran parecido a la Palabra de Dios!
Las Escrituras, al igual que las lluvias, nos traen alimento inmediato y nos refrescan en el momento (Salmo 19:7-10), pero también provee semillas que nos sostendrán en el futuro (Isaías 55:10). Dios ya ve todo lo que viene en nuestro camino, y eso significa que Él sabe exactamente cómo preparar nuestros corazones hoy.
Es triste notar que al principio del pasaje se indica que había hambre y sed, lo cual revela que los israelitas no habían estado buscando de Dios ni Su Palabra como fuente de sabiduría y satisfacción (Isaías 55:1-2). Y aquí observamos una diferencia importante entre las plantas y las personas. Cuando la lluvia cae, las plantas automáticamente reciben su nutrición. Pero nosotros somos muy diferentes. En nuestra relación con Dios, es nuestra responsabilidad el responder y recibir. Debemos elegir recibir Su verdad y Su gracia.
Oh amigas, no perdamos de vista todo lo que Dios nos está ofreciendo.
Si pudiese volver atrás a esa temporada desesperada cuando era más joven y suavemente alentarme, esto es lo que diría: "Lysa, abre Su Palabra. Ábrela en los días cuando tienes ganas de hacerlo y en los días cuando sientes que no puedes. Léela. Recíbela. Déja que Su Palabra permee en lo más profundo de tu alma”.
Como dice mi amiga Kimberly Henderson, "Hay días cuando la Palabra de Dios nos alimentará de inmediato así como el pan, y otros días parece que solo recibimos semillas en nuestras manos. Esas son las palabras que no entendemos en el momento el de por qué las necesitamos, pero podemos depositarlas en nuestros corazones para que puedan crecer”.
Sí. El permanecer en la Palabra de Dios es más vital de lo que podemos comprender - tanto para nuestro hoy como para nuestro mañana.
Padre celestial, estoy tan asombrada al ver como Tu Palabra es la provisión perfecta para hoy día como también la preparación precisa que necesito para los días venideros. Nunca quiero tomar por sentado el regalo de Tu Palabra. Quiero aceptar el regalo, abrir el regalo, y usar ese regalo. Cada día. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Isaías 40:8, La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre. (NVI)
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿Tiendes a percibir que tu tiempo en las Escrituras es un regalo o solamente otro quehacer en tu lista ya demasiada larga de tareas? ¿Cómo podrías acercarte a la Palabra de Dios en esta semana viéndola como un regalo? Únete a la conversación en los comentarios a continuación.
© 2020 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.
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