Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva. Filipenses 1:6 (NTV)
Un día conducía hacia la casa desde la playa en el tráfico de vacaciones del 4 de julio. El clima estaba bochornoso, y los autos parecían una multitud de metal sobre ruedas. Todos iban más rápido que la velocidad máxima, y yo trataba de mantener el ritmo.
También era joven y distraída. Acababa de terminar con mi novio y estaba llorando hasta que se cansaron mis ojos.
Cuando mi neumático delantero derecho se deslizó del asfalto y cayó al arcén de la carretera, escuché en mi cabeza la voz del instructor de la escuela de manejo diciendo: «Si te derrapas de la carretera, no regreses de inmediato al camino. Disminuye la velocidad hasta detenerte, y luego guía lentamente el automóvil de vuelta hacia la carretera».
Como estaba pensando, no tires del volante, en seguida tiré del volante. Mi automóvil voló a través de dos carriles hacia la izquierda y luego, sobrecompensando, voló a la derecha. Finalmente, bajé por un terraplén, volqué varias veces y aterricé boca abajo en un barranco. Me arrastré fuera del auto ilesa, lo cual fue sin duda un milagro.
Nuestros reflejos son muy fuertes. Sabía qué hacer, pero hice todo lo contrario.
La Biblia nos dice que cuando venimos a Cristo, somos una nueva creación: Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! (2 Corintios 5:17, NVI). Sin embargo, no hay un botón de cancelar para borrar nuestros viejos hábitos.
Estos viejos patrones son como surcos en el cerebro, formados por años de pensar los mismos pensamientos y repetir las mismas acciones. La única forma de reemplazar esos surcos es formar nuevos surcos — renovando nuestras mentes con la verdad de Dios y la práctica.
No hay surco o rutina más difícil de cambiar que las palabras que decimos. Se necesita práctica para que la reacción instintiva de los viejos hábitos no vuelva a colarse.
Poco después de realizar el primer milagro en la boda de Caná, Jesús viajó a Capernaúm para celebrar la Pascua. Cuando se acercaba al templo, Jesús vio el regateo y el intercambio de monedas. El templo se había convertido en una casa “para hacer lo que sea” en vez de una casa de oración, ya que los cambistas se aprovechaban de los viajeros cobrando tarifas exorbitantes.
Entonces, haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos del templo, juntamente con sus ovejas y sus bueyes; regó por el suelo las monedas de los que cambiaban dinero y derribó sus mesas. A los que vendían las palomas les dijo: —¡Saquen esto de aquí! ¿Cómo se atreven a convertir la casa de mi Padre en un mercado? (Juan 2:15-16, NVI).
Jesús limpió el templo ese día, pero no pasó mucho tiempo antes de que los cambistas corruptos regresaran con sus mercancías. Tres años después, durante Su última semana de vida en la tierra, Jesús volvió a presenciar el lío impío. Aquí está el informe en Mateo: Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas. «Escrito está —les dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”; pero ustedes la están convirtiendo en “cueva de ladrones”» (Mateo 21:12-13, NIV).
¿Cómo pudo suceder el caos del templo la segunda vez? Las Escrituras no lo dicen, pero no creo que haya sucedido de manera instantánea. Después de que Jesús limpió el templo inicialmente, sospecho que se mantuvo así por un tiempo. Pero luego, uno por uno, los compradores y vendedores regresaron.
¡A veces soy ese templo desordenado, limpiado por convicción! Luego, las palabras irritantes comienzan a picar hasta regresar a mi boca y ser escupidas. Una palabra aquí. Una reacción allá. Después me doy cuenta de que estoy rodando por el terraplén de problemas de nuevo.
Todas necesitamos estar conscientes de nuestra tendencia a las reacciones instintivas que reemplazan las conductas cristianas, especialmente las palabras que hablamos. Pero no te castigues demasiado si te equivocas. Pide perdón rápidamente. Arrepiéntete sinceramente. Avanza con confianza, sabiendo que ... el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús,(Filipenses 1:6).
Señor, ayúdame a reemplazar mis viejos patrones con un comportamiento nuevo, semejante al de Cristo. A medida que renuevo mi mente con Tu Verdad, oro para poner en práctica lo que estoy guardando en mi cabeza. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Romanos 12:2a, No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. (NVI)
RECURSOS ADICIONALES
Si quieres tener más apoyo en la renovación de tu mente con la Verdad de Dios, échale un vistazo al devocional de Tracie Miles titulado Cuando los pensamientos negativos manejan tu vida.
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿Reconoces un viejo hábito que ha regresado a tu vida y que necesitas volver a sacar? ¡Cuéntanos en la sección de comentarios!
© 2020 por Sharon Jaynes. Derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.