No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Romanos 12:2a (NTV)
Hace años, mi amigo el Pastor Chuck me llamó para preguntarme si me podía reunir con una joven que había sido adicta al crack y estaba teniendo pensamientos suicidas y buscaba ayuda. Veinte minutos más tarde, una mujer débil y frágil con un vocabulario muy fuerte que incluía malas palabras empezó a lanzar su coraje y resentimiento hacia mí.
Ella era modelo, y los fotógrafos proporcionaban la droga para agregar vida y acción a sus sesiones de fotos. Recientemente había cesado de utilizar crack, pero mientras más tiempo pasaba sin la droga, más se hundía en la depresión. En su momento más oscuro, iba a suicidarse, pero terminó yendo a la iglesia del Pastor Chuck en busca de ayuda.
Hablamos por más de una hora, y no me sentí muy útil que digamos.
Mientras se preparaba para salir, tomé algo que recién había llegado a mi oficina el día anterior. Era una Biblia nueva que ayuda a proveer la verdad de Dios para aquellos que se encuentran en rehabilitación del alcohol, drogas y otros problemas que requieren un plan de desarrollo. No quería desprenderme de mi copia, pero esta joven necesitaba más que mis palabras ineficaces para ayudarla a ser transformada.
Le entregué la Biblia, la abrí a la carta de Juan y le dije, «No creo que mis palabras hayan sido de mucha ayuda, pero sé que estas palabras pueden transformar tu vida. Si puedes empezar con el libro de Juan, te llevará a la vida que una vez tuviste y más». Fueron las mejores palabras que se me ocurrieron para motivarla a leer esa Biblia y que descubriera el programa de recuperación que contenía. Mientras ella salía de mi oficina, oré y me pregunté qué sería de esta mujer desesperada.
Seis meses después, estaba de regreso en la misma iglesia cuando una mujer joven venía caminando por el pasillo del medio sosteniendo una Biblia tan estropeada que parecía como si hubiese pasado por la lavadora.
Era la misma joven que se había aparecido en mi oficina cuando estaba batallando con pensamientos suicidas. Ahora lucía una cara mucho más brillante y cargaba su copia bastante desgastada de las Escrituras. Estaba asombrado y pregunté, «¿Qué te sucedió?».
Ella respondió, «Dejé de creer las mentiras de Satanás y empecé a creer en la verdad de Jesucristo, y mi vida ha sido transformada». Me contó cómo comenzó un ministerio que ayuda a las mujeres jóvenes a no cometer los mismos errores que ella había cometido. Su vida había sido verdaderamente transformada por las verdades de Jesucristo. Esta misma transformación dramática, está disponible para todos nosotros.
No tenemos que ser adictos a algo o ser suicidas para necesitar una transformación. La promesa de una transformación profunda se encuentra en Romanos 12:2: No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (NTV).
Suena tan fácil y simple. Solo cambia la forma en que piensas, y no sólo serás transformada, también aprenderás a conocer la voluntad buena, agradable, y perfecta de Dios para tu vida.
Sin embargo, estoy muy consciente de que pocas cosas son tan difíciles de cambiar como la forma en que pensamos. Yo soy bien terco en mi determinación de resolver todo por mí mismo sin contarle a nadie de mi lucha. Hago cualquier cosa bajo mi control para mejorar mi vida. Pero la transformación sucede cuando dejamos de esforzarnos tanto y nos rendimos completamente al poder supremo más grande que nosotros, el Señor Dios Todopoderoso.
Dios aún anhela que tomemos una postura de humildad ante Él y que llenemos nuestras mentes con Su verdad que transforma vidas. Y luego, nos recompensa cuando hacemos lo que Su verdad nos dice que hagamos, y nos recuerda que cuando no podemos, necesitamos el apoyo de otros para lograrlo. Cuando estamos dispuestos a hacer lo que sea para ser transformados, experimentamos esperanza para una vida nueva.
Querido Jesús, quiero convertirme en mi naturaleza verdadera — la persona que creaste que fuera. Dame discernimiento para reconocer cuando he aceptado el pensamiento del mundo, y ayúdame a reemplazar esos pensamientos con los tuyos. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Colosenses 3:10, Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él. (NTV)
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