»Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro. Isaías 45:22 (NVI)
No existe otra pérdida como ésta. No hay otro corazón tan destrozado como el de una madre que vive sin su hijo. Con un pedazo de su alma ausente por siempre, el peso del dolor la mantiene aplastada.
Cuando recibí esa llamada, la que toda madre teme, estaba tan lejos de Dios que ni siquiera se me ocurrió orar. Dios no me pasó por la mente mientras la niñera gritaba que la ambulancia estaba en nuestro hogar. Perdimos a nuestro hijo de tres años por complicaciones de faringitis estreptocócica en ese día de abril de 2008, y no pronuncié ni una sola oración.
Sin embargo, el Rey del Universo, en Su infinita misericordia y gracia, escogió revelarse a Sí mismo a mi vida, mientras la vida de mi hijo se deslizaba de este mundo. Sólo unos pocos días después de la muerte de nuestro hijo, le entregué mi vida a Jesús como mi Señor y Salvador.
Ya que mi estilo es lanzarme de lleno con todo, el estudiar las Escrituras se convirtió en mi hambre y curiosidad interminable: ¿Quién era este Dios? ¿Por qué tuvo Jesús que morir por mis pecados? ¿Quién soy en esta tierra? ¿Cómo es el cielo?
En el pozo profundo y oscuro del luto por un hijo, aprendí una verdad que alimenta mi esperanza y se ha convertido en mi fuente de fortaleza. Una verdad que posee el poder de superar mi dolor:
»Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra,
porque yo soy Dios, y no hay ningún otro. Isaías 45:22
Debemos volvernos hacia Dios y recordar que Jesús llora con nosotras (Juan 11:35), el Espíritu de Dios ora por nosotras con gemidos demasiados profundos para las palabras (Romanos 8:26), y nuestro Padre celestial colecciona cada lágrima que lloramos en Su frasco y las registra en Su libro (Salmos 56:8).
Si bien no hay otro dolor como nuestro dolor, no hay otro Dios como nuestro Dios. Tal vez no has experimentado la pérdida de un hijo, pero las Escrituras tienen el poder de sanar el dolor en tu alma cuando recuerdas:
- No hay otro Dios quién creó los cielos y la tierra; incluso las vidas de nuestros hijos le pertenecen a Él. (Isaías 42:5)
- No hay otro Dios que formó tu hijo en tu vientre y lo trajo a esta vida por el tiempo que sólo Él ha establecido. (Salmos 139)
- No hay ningún otro Dios que dice, «Tú eres Mía,» «Eres ante Mis ojos preciosa,» «Eres digna de honra,» y «Te amo» (Isaías 43:1-4).
Sea tu dolor el de perder a un ser amado o alguna otra angustia profunda, clama a Él. Permite que tu Creador te susurre amor sanador a tu alma. No hay otro que te ama como Él te ama.
Finalmente, este versículo se convirtió en mi clamor cuando no podía continuar. He experimentado la verdad de estas palabras, y tú también puedes experimentarla:
El Señor está cerca de los quebrantados de corazón,
y salva a los de espíritu abatido (Salmos 34:18, NVI).
Padre Celestial, solo Tú puedes sanar esta herida, y sólo Tú puedes fortalecerme para sobrevivir esta pérdida. Ayúdame a conocerte y buscarte, Señor, y dame entendimiento en cuanto a Tu soberanía y gloria. Deseo sentir Tu amor por mí, Dios. Guíame hacia Tu presencia para que pueda hallar algún alivio del dolor. Sáname, Señor, para Tu gloria. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Juan 16:20, Ciertamente les aseguro que ustedes llorarán de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Se pondrán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. (NVI)
Isaías 43:4a: Puesto que ante mis ojos tú eres de gran estima, y eres honorable, y yo te amo,... (RVA-2015)
Recursos Adicionales
Cualquier madre que está sufriendo la muerte de un hijo necesita guianza no sólo para el proceso de luto sino también para vivir. Kim Erickson ofrece este recurso profundo y poderoso que es invaluable para cualquier madre en esta situación, Surviving Sorrow, A Mother’s Guide to Living with Loss.
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Reflexiona y responde
¿Qué puedes hacer hoy para volverte hacia Dios en vez de alejarte? Quizás cuando te resulta difícil pronunciar tus propias palabras en oración, puedes escuchar música de alabanza y adoración y ofrecer esas palabras como tu oración.
Haz una cosa hoy que te traiga gozo, te haga sonreír, o simplemente te levanta el ánimo. Está bien que aún disfrutes esta vida mientras esperamos el cielo. Y en los comentarios a continuación, ¡comparte lo que hiciste hoy para traerte gozo!
Kim Erickson es una maestra y abogada a quien que le encanta leer y ver películas. Algunas de sus actividades favoritas son mirar a su esposo Devin cocinar, mientras escucha todo tipo de música, y mirar a su hijo, Ethan...hacer en verdad ¡lo que sea! Si te identificaste con el devocional de hoy, visita el sitio web de Kim para recursos gratuitos relacionados al proceso de luto.
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