Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día transmite al otro la noticia, una noche a la otra comparte su saber Salmo 19:1-2 (NVI).
Era otra mañana de correr en un circuito familiar. Las millas por delante disminuían con cada paso pesado mientras mi mente confundida intentaba ordenar y reorganizar mi creciente lista de cosas por hacer. Iba a ser un día ocupado.
Si no voy al supermercado hoy, entonces probablemente no pueda hacerlo hasta el fin de semana. Hablando de comestibles, ¿qué voy a preparar para la cena? y ¿vamos a comer antes o después de la práctica de béisbol? Tengo tarea de estudio bíblico por terminar. Los niños todavía tienen tareas escolares pendientes, y ni hablar de las tareas domésticas. Necesito hablar con mis padres, y necesito programar una niñera lo antes posible para más adelante en la semana.
Ya me sentía atrasada en mi día cuando noté mis cordones desatados. Necesitaba parar. ¡Ugh! Sin aliento, molesta y sudorosa, me arrodillé para ocuparme de mis cordones. Doblé dos veces los nudos por si acaso y estaba a punto de tomar una última bocanada de aire cuando mis ojos finalmente notaron el paisaje que tenía delante.
Los primeros rayos del sol iluminaron los picos de las montañas e iluminaron a las laderas con colores más allá de la experiencia de la paleta de cualquier pintor. Las colinas de abajo se jactaban de los primeros verdes del verano, y en el aire estaba el aroma de las flores prometidas por venir. Estaba completamente hipnotizada y maravillada en el momento por un respiro más cuando las alabanzas en el Salmo 19 saltaron a relucir de mi mente:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día transmite al otro la noticia, una noche a la otra comparte su saber Salmo 19:1-2 (NVI).
No solo la creación siempre alababa la gloria de Dios, sino que día y noche, la creación estaba en exhibición recordándome que debía mirar hacia arriba y hacer lo mismo. ¿Pero estaba haciendo lo mismo? La respuesta honesta fue que no lo sabía, y la verdad de las palabras conmovió mi corazón con convicción.
¿Cuándo fue la última vez que me detuve para notar la creación, y mucho menos para alabar a Aquel que lo creó todo?
Durante semanas, mis esfuerzos habían sido consumidos por actividades y horarios dentro de mi calendario. No miraba hacia arriba. No hubo pausas ni alabanzas. Y mi perspectiva sobre todo se había vuelto un poco miope.
En mi camino de regreso a casa, continué reflexionando sobre mi perspectiva, el acto de alabar y la importancia de hacer una pausa. Regresé a los Salmos para profundizar, y allí, en los capítulos, encontré a David, el niño pastor elegido rey. David era un hombre que realmente experimentó los altibajos de la vida. Conocía temporadas de gran ajetreo, bendición y victoria, y también conocía temporadas de desesperación, dolor y culpa. Sin embargo, a pesar de todo, el corazón de David fue sostenido por una perspectiva correcta en el Señor.
¿Cómo lo hizo? Bueno, creo que es porque David sabía cómo detenerse y alabar bien. Una y otra vez, David hizo una pausa para fijarse en la creación del Señor, y alabó la poderosa obra de las manos del Señor. Esta práctica no solo le recordó a David su humilde lugar dentro de la creación, sino también la autoría y autoridad de Dios sobre la creación, su vida y sus circunstancias.
La perspectiva importa.
El mismo Señor está sobre nuestras vidas y nuestras circunstancias. Él está en mi temporada de ajetreo. Él se encuentra en tus temporadas de bendición, lucha continua, tristeza desgarradora, tensión financiera, incógnitas emocionantes o incluso la monotonía de lo mundano. Él está por encima de todo, y es Él, el Creador del cielo y de la Tierra, quien nos sostiene hoy. Esta, mis amigas, es una verdad que vale la pena hacer una pausa para recordar. Esta es una verdad digna de nuestro elogio. Y para esta verdad, vale la pena mirar hacia arriba.
Querido Señor, Tú eres nuestro Señor, soberano sobre todo. Deseo alabarte como lo hace la creación. Perdóname por las veces que me he vuelto corta de vista en mis propios esfuerzos, y recuérdale a mi corazón que dirija mi mirada hacia Ti primero hoy. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Salmo 24:1, Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan (NVI).
Salmo 145:5-6, Se hablará del esplendor de tu gloria y majestad, y yo meditaré en tus obras maravillosas. Se hablará del poder de tus portentos, y yo anunciaré la grandeza de tus obras (NVI).
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Reflexiona y responde
Toma unos minutos hoy para hacer una pausa intencional y observar la creación. Alabado sea el Señor por lo que es mientras consideres en oración la perspectiva reciente de tu propio corazón. ¡Conéctate con nosotras en los comentarios!
© 2020 por Corrie Gerbatz. Derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.