Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. Génesis 1:27 (NVI)
¿Alguna vez te has planteado esta pregunta: cómo puedo llegar a un acuerdo de paz con un cuerpo “raro”?
Demasiadas de nosotras hemos sido entrenadas dolorosamente – por nosotras mismas y el mundo – a creer que nuestros cuerpos no son normales o hermosos a menos que estén en proporciones "perfectas". Dime, por favor… ¿dónde está el versículo de la Biblia que le brinda ayuda a la mujer que se siente demasiado baja, demasiado pesada, demasiado delgada, demasiado alta o demasiado ancha?
Ah, sí, aquí está:
Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. (Génesis 1:27)
Vale … pero cuando me creó a Su imagen, ¿estaba al tanto de la próxima moda de jeans estrechos? Porque esa definitivamente no es una moda que me queda bien. ¿Y por qué se llaman "jeans estrechos" cuando se pueden encontrar en la sección de Women’s World para mujeres de talla extra grande?
Como mujeres, parece que siempre estamos persiguiendo una búsqueda interminable de la perfección. Tenemos nuestras tarjetas de crédito armadas y listas para probar algo, cualquier cosa, para lograr algo más. Algo más parecido a lo "perfecto".
Entonces, amiga, dime, ¿qué es “perfecto”? ¿Y quién bajó nuestros ojos por primera vez para mirar nuestros ombligos y empezar a diferenciarnos preguntándonos: "¿Qué está mal en mi?" Sostengo que el odio a nosotras mismas nos mantiene enfocadas en nosotras mismas y no en Dios y todo lo que Él ha planeado para nosotras.
Y esto, esto es enorme: creo que el enemigo usa la vergüenza para mantenernos estancadas.
¿Cómo nos atrevemos a avergonzarnos del templo donde Dios ha elegido habitar?
Si estás avergonzada, amiga, tal vez hayas descuidado la verdad de quién eres exactamente. Sé que esto era una realidad para mí. No solo era culpable de un consumo excesivo, un afecto anormal por los quesos blandos y una inclinación por las siestas. Estaba avergonzada de quién era. Y si me avergonzaba de quién era, la talla de mi ropa, mi peinado, las medallas de maratón o los medicamentos recetados jamás iban a tener importancia.
Hasta que pudiera aceptar el perdón de Dios por mi culpa Y dejar de avergonzarme de mí misma, no habría progreso. Entonces, escribí lo siguiente:
Eres la hija del Altísimo. Murió por ti para estar contigo por la eternidad. Hizo esto para que nunca enfrentaras la condenación, nunca. Eres entera y completa. Él quiere que vivas una vida de gozo y paz abundante y que la compartas con los demás, para que ellos también conozcan Su bondad. Éstas son las buenas noticias.
Dilo conmigo, amiga: “Ok, esta soy yo. Esta es mi situación actual. Por este momento, estoy de acuerdo con esto. La gracia de Dios es suficiente".
Padre Celestial, ayúdame a recordar quién soy y de quién soy. Abre mis ojos y mi mente para ver y entender la verdad en Tu Palabra de que soy Tu obra maestra, creada a Tu imagen. Dame el coraje para decirme estas verdades todos los días. Gracias por amar cada parte de mí, incluso cuando yo no lo hago. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Efesios 2:10, Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. (NVI)
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Jami Amerine es autora, oradora, artista, esposa y mamá. Ella y su esposo, Justin, viven en Texas, tienen seis hijos y son defensores del cuidado de crianza y la adopción. Sigue su blog en sacredgroundstickyfloors.com.
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