Devocionales

Cuando nuestras opiniones y sentimientos nos causan problemas

Lysa TerKeurst 28 de enero de 2021
En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor. Jueces 21:25 (NVI)

Nunca olvidaré la mañana que estaba caminando con una amiga y pasamos por dos árboles enormes que habían caído durante una tormenta. Me entristeció ver que estos árboles, que alguna vez fueron tan altos, fueron cortados y arrastrados. Me detuve y pregunté a los hombres que limpiaban los árboles por qué esos dos en particular no habían podido resistir la tormenta.

Un hombre mayor que había estado trabajando con árboles toda su vida explicó que el primer árbol tenía raíces poco profundas para un árbol tan grande. Sus raíces se habían acostumbrado a obtener agua superficial del sistema de rociadores. Como resultado, las raíces no cavaron profundamente para obtener agua desde abajo. Las raíces poco profundas pueden mantener vivo un árbol grande pero no estable durante las tormentas.

El segundo árbol parecía grande y fuerte por fuera, pero por dentro estaba hueco. En algún momento, una hormiga encontró un punto débil en el árbol y comenzó a masticar un pequeño túnel en el centro del árbol. Pronto, otras hormigas también hallaron un camino de entrada. Entonces el agua entró por la abertura y ablandó la madera. Con el tiempo, el árbol se pudrió internamente.

Estos escenarios con los árboles me hacen pensar en la condición del pueblo de Dios al final del libro de Jueces. Las últimas palabras de este libro proporcionan un control de la realidad tan desgarrador incluso para nosotras hoy, “En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor” (Jueces 21:25). Lamentablemente, los patrones de pecado y destrucción que les parecían “correctos” estaban completamente fuera de lo que Dios llamaba correcto y bueno.

Aquí es donde descubrimos tres cosas que suceden cuando seguimos nuestras opiniones y sentimientos (lo que es correcto a nuestros propios ojos) en lugar de la Verdad absoluta de Dios:

1. Confundimos las opiniones con la verdad.

Al igual que el árbol con raíces poco profundas, si no estamos cavando profundamente para buscar la fuente de agua viva para nosotras mismas, no tendremos la base necesaria para mantenernos firmes cuando las costumbres del mundo intentan derribarnos. Debemos buscar y aplicar la Verdad de Dios todos los días, para que no nos dejemos influenciar fácilmente por opiniones que no estén de acuerdo con la Verdad de Dios. La búsqueda superficial conducirá a una creencia superficial, ese lugar peligroso en el que caeremos ante cualquier opinión que nos haga sentir cómodas y vivir una vida a nuestra conveniencia.

2. Hacemos de los sentimientos nuestro falso Espíritu Santo.

Esto es como el gran árbol que fue derribado por unas pequeñas hormigas. Las pequeñas hormigas son como deseos que conducen a la muerte final, “Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:15, NVI). Cuando nos preocupamos más por lo que nos parece correcto que por lo que es correcto, nos abrimos a la destrucción del pecado. Los sentimientos son indicadores maravillosos que nos recuerdan que debemos volvernos a Dios y dejar que Él dirija nuestros deseos con Sus mejores provisiones. Pero los sentimientos nunca deben ser dictadores para que nuestros anhelos y deseos no satisfechos se cumplan como mejor nos parezca.

3. Caeremos cuando tratemos de llevar el peso aplastante de ser nuestro propio dios.

¿Qué pasa cuando el rey está ausente? Hay caos. El libro de Jueces nos muestra esta realidad historia tras historia, juez tras juez. La gente no tiene liderazgo ni dirección, y el resultado es un caos absoluto. Me hace pensar en lo diferente que podría haber sido el destino de los árboles si el hombre especializado en árboles hubiera estado presente años antes para ayudarlos a crecer grandes y fuertes en lugar de superficiales y susceptibles.

Necesitamos rescate. Necesitamos un rey. Pero no cualquier rey; necesitamos al gobernante justo que corrija todos los errores, nos dirija, proteja, redima y restaure todas las cosas. Necesitamos al Rey Jesús, el Salvador perfecto que se humilló a sí mismo para tomar forma humana y se sujetó a la cruz para la expiación del pecado.

No carecemos de rey, como la gente en la época de los jueces. Tenemos la seguridad de conocer a nuestro Rey eterno. Tenemos la Verdad absoluta. Tenemos el don del Espíritu Santo. Y tenemos una perspectiva al leer en Su Palabra lo peligroso que es cuando las personas simplemente hacen lo que es correcto a sus propios ojos.

No seamos personas gobernadas por nuestros sentimientos. Personas superficiales y susceptibles que simplemente parecen seguras y capaces por fuera. Confiemos en nuestro Rey. Sigamos a nuestro Rey. Vivamos de acuerdo con la Verdad de Su Palabra y seamos un pueblo con verdadera fuerza residiendo en su interior.

Dios Padre, quiero ser una mujer con raíces profundas. Una mujer firmemente anclada a Tu Verdad y llena de Tu Espíritu. Y por eso te pido que escudriñes mi corazón. Revela cualquier área de mi vida en la que, con orgullo y tontamente, elijo seguir mi propio camino. Te confieso hoy cuánto necesito que me conduzcas, me guíes y seas mi Rey. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Proverbios 3:7, No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al SEÑOR y huye del mal. (NVI)

Recursos Adicionales

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© 2021 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.

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