Devocionales

¿Tus cicatrices te mienten?

Tessa Afshar 2 de junio de 2021
Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados. Isaías 53:5 (RVA-2015)

Cuando estaba en la escuela primaria, tuve un encuentro desafortunado con un panel de vidrio mientras jugaba a las escondidas. El resultado fue un corte en la nariz y otro en la barbilla que me dejaron cicatrices permanentes. Cicatrices que no puedo ocultar. Cada vez que me miro al espejo, esas cicatrices, ahora atenuadas por el paso de las décadas, siguen contando su historia.

Y ellas mienten.

Esas cicatrices me dicen que las cosas malas pueden suceder en cualquier momento, y que dejan su marca. Me dicen que el mal tiene acceso a mí, y que no puedo detenerlo. Me dicen que no puedo protegerme del dolor. Afirman que Dios no me protegerá de las penas de este mundo. A veces, me susurran que nunca seré verdaderamente hermosa.

Todas tenemos cicatrices. Algunas son externas, como las de mi rostro. En cuanto entras en un lugar, la gente te mira y saben que eres una de las heridas. No puedes ocultarlo.

Me imagino que el eunuco del libro de los Hechos sintió algo parecido (Hechos 8:26-39). Como alto funcionario de la corte real de una reina, tenía riqueza y posición. Pero eso no compensaba el hecho que su cuerpo tenía cicatrices irreparables. En cuanto entraba en un lugar, todos sabían que era diferente. Herido. Inferior. No podía ocultar los secretos de su cuerpo.

Como eunuco, ni siquiera se le permitía entrar al templo para adorar. El único lugar que debería haberlo acogido le prohibió la entrada debido a las cicatrices en su cuerpo.

Pero las cicatrices no son solamente externas. Algunas de las peores se esconden en los lugares invisibles de nuestro corazón. Cicatrices causadas por las palabras crueles que nos dijeron o por las palabras amables que no fueron dichas. Cicatrices por carencias, pérdidas, divorcios y adicciones. Cicatrices por traiciones amorosas y promesas rotas. Cicatrices por el amor recibido solo por lo que podías hacer.

Entras a un lugar, y nadie puede ver esas cicatrices. Pero están allí.

Y cuentan su propia historia. Mienten. Te dicen que Dios no te protegerá del daño. Dicen que debes protegerte a ti misma. Dicen que Dios siempre está descontento y decepcionado contigo. Te susurran que otras son mejores que tú, más valiosas, más encantadoras, y que nunca eres lo suficientemente buena.

Las cicatrices cuentan sus propias historias. Y si no tienes cuidado, creerás sus mentiras.

A menos que escuches una historia diferente.

La historia contada por otras cicatrices.

Las cicatrices en las manos, los pies y el costado de Cristo, las cicatrices de las espinas en Su frente y el látigo en Su espalda. Estas absorben las cicatrices de nuestras heridas viejas porque cuentan una historia de amor sin límites. De comienzos nuevos. De un Dios que nos da valor y nos acoge. De un Novio que nos pretende. De una mano que nos protege del mal.

Estas cicatrices nos fortalecen para decir no a las historias que cuentan nuestras cicatrices. Podemos escoger creer una historia nueva, la historia cumplida en la cruz. Cuanto más tiempo pasemos en presencia de esa historia, y cuanto menos tiempo le dediquemos a las mentiras que susurran nuestras cicatrices, más estabilidad desarrollaremos en nuestro ser interior.

Como el eunuco, tú y yo tenemos cicatrices. Felipe le mostró al eunuco que las cicatrices que otros tenían en su contra fueron anuladas por la gracia de Dios. No tenían poder. Sus historias fueron silenciadas.

Ahora te toca a ti. Acalla las mentiras de tus cicatrices. En su lugar, escucha la historia que cuentan las cicatrices de Jesus.

Señor, conoces las cicatrices que me esfuerzo tanto por ocultar. Conoces las mentiras que susurran a mi corazón cada hora del día, acerca de Ti y de mí. Ayúdame a escuchar Tu historia verdadera. Ayúdame a recordar que, por Tus heridas, soy sanada. Ayúdame a anular cada mentira, por el poder de Tu sangre. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Isaías 49:16, He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; tus murallas están siempre delante de mí. (RVA-2015)

Como devocional patrocinado, las dos secciones siguientes pueden contener enlaces de contenido solo en inglés.

Recursos Adicionales

La novela bíblica de Tessa Afshar, Jewel of the Nile, sobre una joven mestiza que enfrenta viejos secretos familiares que podrían destruirla, trata en parte de las mentiras que cuentan nuestras cicatrices. Uno de los personajes secundarios de la historia es el eunuco de Hechos 8:26-39.

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Reflexiona y responde

¿Cómo puedes dejar de escuchar las mentiras de tus cicatrices y, en su lugar, sintonizar tus oídos con la verdad que se encuentra en las cicatrices de Jesús?

© 2021 por Tessa Afshar. Todos los derechos reservados.

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