Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Efesios 6:11 (NVI)
«Solo necesitas aprender a ser fuerte, Kimberly».
Esto es lo que me dije después de ser malinterpretada y tratada de manera errónea y desagradable en las redes sociales. No solo sentí vergüenza por las palabras, sino que también me sentí avergonzada de mí misma por permitir que me aplastaran.
«Si vas a ser una mujer que comparte tu corazón en este mundo, vas a tener que ser cueruda».
El deseo de autoprotegerse es una reacción humana muy normal, especialmente en un mundo que puede ser tan cruel.
Pero Dios me ha estado ayudando a ver que, cuando me vuelvo más fuerte, soy menos sensible a Su voz y a las necesidades a mi alrededor. Me vuelvo cínica y escéptica. Y mantengo a la gente a distancia mientras construyo capa sobre capa, una piel gruesa que me aísla de las mismas personas a las que Él quiere que alcance.
Entonces, ¿qué hacemos cuando queremos ser usadas por Dios, pero tenemos temor, o incluso estamos cansadas de sentirnos atacadas? ¿Cómo nos protegemos cuando nos lanzan cosas hirientes?
Primero, debemos recordar que las personas no son nuestro verdadero enemigo. Satanás, el padre de la mentira, el engañador, el acusador de todos nosotros, es nuestro verdadero enemigo. Efesios 6:12 nos dice: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (NVI).
Admito que esto es difícil recordar cuando las flechas de fuego apuntadas en nuestra dirección vienen a través de labios despiadados o dedos que escriben tan rápidamente acerca de otros seres humanos vivos. Pero sigue siendo verdad.
También debemos darnos cuenta de que no es nuestro trabajo protegernos siendo más cueruda. En lugar de ser más fuertes, debemos, en oración, vestirnos con la armadura que Dios nos ha dado. Encontramos este recordatorio en Efesios 6:10-11, que dice: “Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo” (NVI).
Me doy cuenta de lo vago que puede parecer esto, ya que no podemos ver Su armadura con nuestros ojos. Pero recuerda, esta no es una batalla que tiene lugar en la carne. Estamos luchando una batalla espiritual. Es por eso que debemos dedicar tiempo a considerar la armadura en detalle en Efesios 6:10-18, mientras le pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a discernir cómo cada una de las piezas puede protegernos. Entonces podemos hablar o escribir oraciones que nos ayuden cuando nos sintamos débiles.
Aquí hay algunos ejemplos de oraciones que escribí en función de mi situación:
La coraza de justicia (v. 14): Jesús, todo en mí quiere responder de mala manera en este momento. Pero Tú dices que eres mi justicia. Ayúdame a tomar decisiones que se alinean con esa verdad. Y guarda mi corazón contra la amargura mientras elijo responder con gracia.
El escudo de la fe (v. 16): Señor, no quiero que estos dardos de fuego me dejen consumida por el temor y la inseguridad. Elijo creer que soy quien dices que soy: redimida, con propósito y amada. Y voy a seguir avanzando con fe porque sé que Eres quien dices que Eres: mi Escudo, mi Refugio Seguro, mi Rey Victorioso.
El casco de la salvación (v. 17): Jesús, el enemigo disfrutaría penetrar en mis pensamientos y hacerme creer lo peor que dicen de mí. Pero la sangre que Tú derramaste es la que habla una palabra mejor sobre mí. Cubre mi mente con la verdad de que estoy protegida y segura en Ti.
La espada del Espíritu (v. 17): Señor, Tu Palabra es más cortante que una espada de dos filos. Es mi arma contra el enemigo, pero también es como un bisturí que puedes usar con precisión para llegar a mi corazón. Donde necesite Tu convicción y corrección, házmelo saber. Pero dondequiera que haya mentiras y condenaciones, ayúdame a silenciar a Satanás con Verdad.
Dios no nos ha llamado a ser cuerudas con las personas. Él nos ha equipado para vestirnos contra nuestro enemigo real.
Sí, el dolor inicial que sentimos cuando nos atacan es real. Pero la armadura de Dios es real también. Cada pieza representa Su poder, paz y protección entre nosotras y Satanás. Y podemos quedarnos rendidas a ser usadas por Él porque sabemos que Él nos mantiene cubiertas completamente.
Señor, agradezco que no me hayas dejado para enfrentar mis batallas sola. Sé que estoy rodeada de Tu amor, cubierta por Tu armadura y equipada por Tu Verdad. Incluso cuando los ataques más viles del enemigo vengan tras de mí, ayúdame a ser sensible a Tu liderazgo y ser lo suficientemente valiente para seguir obedeciéndote. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Efesios 6:19, Oren también por mí para que, cuando hable, Dios me dé las palabras para dar a conocer con valor el misterio del evangelio, (NVI)
¿Qué parte de la armadura de Dios agradeces más hoy? ¿Cuánta más libertad experimentarías si supieras y creyeras que Dios te tiene cubierta? ¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2021 por Kimberly Henderson. Todos los derechos reservados.
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