Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, 2 Timoteo 3:16 (NBLA)

En los últimos meses he tratado de aprender algo nuevo.

Mi esposo y yo tenemos una pequeña granja en las afueras de Charlotte, Carolina del Norte. No hace mucho, rescatamos un caballo y le dimos un hogar permanente con nosotros.

Sabía poco acerca de caballos pero no lo suficiente para entrenarlo por mí misma. Pregunté y encontré a una señora que había pasado toda su vida con caballos. Ella esencialmente era una susurradora de caballos, y todo el mundo alrededor de nuestra pequeña área la conocía, inclusive los caballos.

La primera vez que ella llegó a nuestro granero blanco para conocerme a mí y a mi caballo, Tennessee, yo le pregunté cuántas lecciones tendría que tomar para lograr trabajar con él. Pensé a lo mejor tres o cuatro.

Ella se rio, no para burlarse de mí, sino para disipar mi ingenuo sentido de creencia en este proceso de aprendizaje.

Eso fue como 20 lecciones atrás, y todavía me queda bastante por aprender todo lo que necesito saber.

Creo que estarías de acuerdo que aprender cosas nuevas como adulto es un desafío. ¡De niños, entramos en cosas nuevas con ese sentido imparable de creer que podemos hacer cualquier cosa! Pero luego, después de algunos años de fracaso y frustración en nuestras vidas, arriesgarnos a aprender algo nuevo es difícil.

Y entonces pensamos, ¿vale la pena intentar?

En ocasiones, estudiar la Biblia se siente de esta manera. Hay tanto por aprender y entender, y a menudo, creemos que no somos lo suficientemente inteligentes para estudiar la Biblia por nosotras mismas.

Podemos perder nuestra motivación para estudiar porque las cosas se complican en nuestras mentes.

Segunda de Timoteo 3:16 definitivamente nos da una buena dosis de motivación para permanecer en una postura de querer aprender cosas nuevas sobre la Biblia:
“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia,”.

Cuando Pablo escribió esta carta a Timoteo, su discípulo, él está explicando que es una bendición poder entender la Palabra de Dios. De hecho, las tres cosas que menciona en este versículo son recordatorios poderosos para mantenerse motivado para seguir aprendiendo:

1. Aprender más sobre las Escrituras nos ayuda a aprender más de Dios porque, como nos recuerda Pablo, estas son palabras inspiradas por el aliento de Dios.
2. Aprender más sobre las Escrituras nos cambia porque nos permite ver lo que necesita cambiar en nuestras vidas. Pablo se refiere a la parte de la convicción de estudiar.
3. Aprender más sobre las Escrituras nos enseña cómo perseverar en la vida. Por cada situación difícil y compleja que enfrentemos, hay alguien en la Biblia de quien podemos aprender a través de su proceso con Dios.

Aprender a montar un caballo y aprender a estudiar la Biblia no es exactamente lo mismo. Pero ambos requieren un compromiso con el proceso y un plan a seguir hacia adelante, incluso cuando nos sentimos frustradas o no entendemos todo.

Tuve que encontrar a alguien que me enseñara a trabajar con Tennessee. ¿Y adivina qué? Tenemos un maestro, el Espíritu Santo, listo para ayudarnos a comprender la Palabra de Dios. Invitarlo a nuestro proceso de estudio y aprendizaje es poderoso. Hoy, podemos comenzar con esta postura en nuestro corazón y simplemente pedirle al Espíritu Santo que nos muestre algo nuevo sobre la Biblia.

No siempre necesitamos un pastor, un maestro de la Biblia o cualquier otra persona que consideremos un “experto en la Biblia” para leer nuestras Biblias con nosotras. Esas personas son excelentes para ayudarnos a impulsar nuestro proceso de estudio, pero tú puedes hacerlo. Ora. Abre tu Biblia. Lee. Estudia. Y busca lo que Pablo nos recuerda que solo Dios puede hacer a través de Su Palabra.

Dios, ayúdanos hoy a escuchar al Espíritu Santo mientras leemos nuestras Biblias. Enséñanos lo que necesitamos aprender y ayúdanos a crecer. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Juan 14:26, Sin embargo, cuando el Padre envíe al Abogado Defensor como mi representante—es decir, al Espíritu Santo—, él les enseñará todo y les recordará cada cosa que les he dicho. (NTV)

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