Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza.
Salmo 62:5 (RVR1960)
Cada año mi nueva agenda está encima de mi escritorio, una colección de páginas en blanco listas para mis actividades. Por más silenciosa que parezca, no lo es. Verás, esta agenda me envía mensajes, los mismos mensajes que he escuchado por años. Las acciones conducen hacia los logros, se susurra en mi mente. Es mejor que empieces a moverte, porque el tiempo vuela.
Gran parte de mi vida, a lo mejor como la tuya, ha sido dedicada a desarrollar mis talentos y habilidades, aumentando mi capacidad y haciendo todo. Como joven profesionista, mi valor se basaba en las palabras de mi empleador — tanto positivamente como negativamente. Como madre, tenía que escuchar que estaba haciendo un buen trabajo. En esta nueva etapa del nido vacío, a la cual llamo “solo nosotros”, se supone que este impulso interno se detendría. Pero no es así.
Como ves, mi ambiente no es lo que me impulsa a pensar de esta manera. Viene de mí misma, de lo más profundo de mi ser. Mi valor no podría sobrevivir basándose en la rutina diaria de hacerlo todo. Hay tantas cosas fuera de mi control como para que algo tan valioso dependa de algo tan volátil.
¿Quizás el año nuevo tiene el mismo efecto en ti? Escuchas la voz que te impulsa a “lograr más”, entonces escribes todas tus metas, empiezas tus nuevos planes e inicias un sistema a prueba de fallas. Esto es lo que ha definido el mes de enero para mí por muchos años.
Recientemente, he empezado a escuchar una voz distinta que me ha dado libertad, especialmente durante el mes de febrero. Es una voz que ha estado aquí todo el tiempo, pero que no le había prestado atención. Una voz que me dice que deje a un lado todas las expectativas y que respire una oración corta. Me llama con palabras relajantes, que me llevan a tener un momento de tranquilidad con Dios.
Habacuc 2:20 dice, Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra (RVR1960). Esta es la voz del Espíritu Santo, el que ha estado conmigo y en mí desde el día que le dije que sí a Jesús, aceptando Su nueva vida y dándole la mía. Él me llama a la paz y tranquilidad. Él me llama a apartarme del ajetreo y la prisa.
No sólo estoy aprendiendo a escuchar mejor a esta voz que aquieta, que provee paz, sino que al mismo tiempo me recuerda durante el día los mensajes que Él me envía en Su Palabra. Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de Él es mi esperanza (Salmo 62:5).
La quietud — va en contra de lo que pensarías que representa tu lista de objetivos y tu nueva agenda. Sin embargo, es todo lo que nuestra alma anhela: paz, satisfacción y serenidad. Ahora, estoy empezando a ver una nueva forma en la que tanto mi trabajo como mi paz pueden convivir juntos.
No importa cuánto ajetreo te esperabas en enero, tal vez este mes puedes cambiar y concentrarte en la paz y la quietud que Dios provee. Ya sea que alcancemos nuestros objetivos o no, podemos redefinir nuestros febreros. La paz de Dios está aquí para nosotras al igual que Su amor.
Oh, Jesús, gracias por llamarme para venir y estar quieta. Esto va en contra no sólo de la cultura, sino también de la voz dentro de mí. Ayúdame a calmar mi corazón y venir ante Tí. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Exodo 14:14, Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. (RVR1960)
Salmo 46:10, Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. (RVR1960)
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© 2020 por Lynn Cowell. Todos los derechos reservados.
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