Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en la gente. Salmo 118:8 (NTV)
Cuidadosamente levanté el limpiaparabrisas para recuperar la rosa congelada en ese día frío de San Valentín hace años atrás. Como estudiante de primer año en la universidad, me detuve en mi automóvil para comer un refrigerio entre mis clases matutinas y me preguntaba con entusiasmo quién me había enviado esa sorpresa. Mi corazón latía con anticipación.
Encendí el motor de mi carro para calentarme y froté mis palmas juntas antes de abrir la tarjeta adjunta. La rosa era de ... mi madre. Sus palabras en la tarjeta fueron amables y alentadoras. Entonces, ¿por qué todavía me sentía vacía por dentro?
La verdad es que deseaba que la rosa fuera de un admirador secreto. Un hombre joven, no de mi mamá. Mi última cita había sido un fracaso vergonzoso, mucho tiempo después de la cita anterior a esa y añoraba un nuevo romance que me llenara. Mi culpa y soledad se combinaron en una mezcla frustrante.
Me sentía como una taza sin fondo.
Sin importar qué pusiera dentro de la taza, no me sentía llena. Rosas, chocolates, libros, series de televisión, fantasias o incluso amistades no podían llenarme. La soledad parecía ser lo único que llenaba ese espacio sin fondo, y estaba cansada de su presencia constante e inquietante.
Mis padres se divorciaron cuando yo tenia cuatro años y el día que mi papá nos dejó fue el día en que la soledad se instaló permanentemente en mi mente y corazón. Aunque yo deseaba que se fuera esa soledad, no tenía poder para sacarla. La soledad persistía cada vez que ansiaba el amor y atención de la que tanto carecía.
Luego, en la secundaria, desarrollé un resentimiento hacia las flores y los regalos que veía en la cafetería cada 14 de febrero. Ni uno de aquellos regalos era para mí. Creí las mentiras que el enemigo me susurró – Nunca recibirás nada de eso. Siempre estarás sola.
Unos quince años después de esa mañana de la rosa congelada, me senté en la oficina de un consejero. Después de escuchar mis historias de soledad constante, observó: «Las relaciones son muy importantes para ti, ¿no es así?». Su pregunta sencilla y libre de juicio fue un punto crucial en mi trayecto espiritual.
Unos días después de la sesión de consejería, Dios me dio una nueva idea: tal vez las relaciones eran demasiado importantes para mí. Aunque era esposa, madre de tres y amiga de muchos, todavía me sentía sola. Pero Dios me estaba mostrando una verdad que necesitaba aprender de Su Palabra: Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en la gente (Salmo 118:8).
Durante demasiado tiempo, había buscado que las personas me llenaran. Pero mi esposo, mis hijos, mi mejor amiga y mis compañeras de mi estudio bíblico no pudieron eliminar mi soledad. Nunca fueron diseñados para satisfacer completamente mis necesidades. Comencé a darme cuenta que sólo Dios podía ser mi refugio, mi lugar seguro y mi salvación.
Aunque las personas son maravillosas, no son infinitas. No siempre están disponibles cuando las necesitamos y ninguna de ellas proporciona una comprensión perfecta.
Sin embargo, Dios es infinito (Apocalipsis 1:8), siempre presente (Deuteronomio 31:6) y omnisciente (1 Crónicas 28:9). A medida que estudiamos Sus caminos, aprendemos que Dios está listo, capaz y dispuesto a llenarnos con Su amor. Aprendemos esto mejor escondiéndonos con Él en un lugar de refugio.
Cuanto más tiempo pasaba en la presencia de Dios, menos dependía de las relaciones para satisfacer todas mis necesidades. El tiempo con los seres queridos se convirtió en bonificación además de la intimidad amorosa que disfrutaba con Jesús. Ya no necesitaba una prueba de amor humano en el día de San Valentín, ni en ningún otro día. Dios es nuestro refugio en tiempos de soledad, y eso es prueba más que suficiente de que nos ama.
Señor, gracias por que Tú nunca me has abandonado en los tiempos de soledad. Confieso que me he esforzado demasiado para llenar los vacíos de soledad con relaciones o cosas que nunca me pueden llenar. Recuérdame cuando me esconda en mi lugar seguro Contigo, que experimentaré Tu perfecta paz. Encuéntrame en mi soledad con Tu presencia amorosa. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Salmo 59:17, Oh fortaleza mía, a ti canto alabanzas; porque tú, oh Dios, eres mi refugio, el Dios que me demuestra amor inagotable. (NTV)
Salmo 142:5, Entonces oro a ti, oh Señor, y digo: « Tú eres mi lugar de refugio. En verdad, eres todo lo que quiero en la vida. (NTV)
RECURSOS ADICIONALES
¿Estás luchando con la soledad este día de San Valentín? Recuerda la presencia constante de Dios y Su amor por ti con el devociónal de Sheri Rose Shepherd, Sintiéndose sola y desconectada.
REFLEXIONA Y RESPONDE
¿En qué días suele perseguirte la soledad? ¿Cómo puedes recurrir a Dios como tu refugio en esas temporadas de soledad? Comparte tus ideas en nuestra sección de comentarios.
© 2020 por Sarah Geringer. Derechos reservados.
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