Devocionales

Todavía me queda algo de crecimiento por delante

Sarah Geringer 7 de abril de 2020
Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño. 1 Corintios 13:11 (NTV)

No era la primera vez que buscaba huevos de Pascua.

Pero fue el primer año en que ya no creía que un conejo grande y mágico escondía los huevos para que yo los encontrara. Me paré en el césped cubierto de rocío y temblé en mi bata de franela. Secretamente me sentía tonta, con la cesta vacía en la mano, preocupada de que alguien me viera en mi pijama.

A los ocho años, y sintiéndome ya mayor, sabía que Jesús era la verdadera razón de la temporada de Pascua.

Aún así, seguí el juego porque vi la emoción brillando en los ojos de mi tía. Ella se deleitaba en momentos como éste cuando nos cuidaba a mi hermana y a mí. No quería decepcionarla.

Mi hermana y yo volvimos del jardín con cestas llenas de huevos multicolores. «¡Veamos qué te dio el conejo de Pascua!» exclamó mi tía, y yo fingí una sonrisa que esperaba pareciera real. A pesar de todo, estaba encantada de encontrar las monedas, las calcomanías, los collares de cuentas y el chocolate dentro de los huevos. Los regalos me distrajeron momentáneamente de la nueva, maravillosa e incómoda verdad que había descubierto: estaba creciendo.

Sin embargo, todavía tenía mucho que crecer mental, emocional y espiritualmente.

Me llevó décadas reconocer mis patrones de pensamiento infantiles, patrones que persistieron hasta la edad adulta. Yo ya no creía en los personajes ficticios pero sí creía ideas equivocadas sobre Dios, sobre los demás y sobre mí misma. Hasta que afronté mi pensamiento inmaduro, mi crecimiento espiritual estaba atrofiado.

La Biblia nos da un vívido ejemplo de creyentes atrapados en un pensamiento infantil. Cuando el Apóstol Pablo comenzó a ministrar a la iglesia de Corinto, se enfrentó a este desafío. Los corintios sólo podían manejar verdades simples en lugar de enseñanzas sustanciosas. Debido a su enfoque infantil, Pablo constantemente tenía que repasar lo básico con ellos. Enfatizó cómo necesitaban ver a Dios, a los demás y a sí mismos de la manera correcta.

Justo antes de que Pablo escribiera sus famosos versículos del amor en 1 Corintios 13, escribió acerca de la manera en que la iglesia se peleaba por pequeños asuntos cuando había grandes cuestiones en juego. Siguió con un famoso pasaje sobre las cualidades maduras del verdadero amor, y luego volvió a enfatizar la verdad básica que quería que entendieran:

Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño (1 Corintios 13:11).

Puedo ser como los Corintios y conformarme con un pensamiento infantil en lugar de pasar a un pensamiento maduro.

Tuve que superar mi imagen infantil de Dios como un duro castigador, pero también como una máquina expendedora. Estudiando la Biblia, aprendí lo cariñoso, paciente y amable que es Él conmigo. A medida que mi fe maduraba, mi amistad con Dios florecía.

Necesitaba ajustar mi pensamiento sobre mis relaciones. Después de mucha lucha, dolor y entrega, aprendí a ser asertiva e independiente, en lugar de pasiva y codependiente. Y he encontrado más alegría en servir a la gente que en buscar la forma en que podrían atender a mis necesidades.

Lo más desafiante de todo, es que he tenido que madurar en la forma en que me veía a mí misma. Mi voz crítica interior ya no se sienta en el trono de mi mente dictando juicio sobre los fracasos reales y aparentes. Cuando Jesús tomó el trono de mis pensamientos, reinó sobre mi mente con verdad y paz.

Para todas las que luchan con hablar, pensar y razonar como una niña, hay una solución. Jesús es el que nos ayuda a llevar cautivos los pensamientos y examinar cuáles necesitan madurar. Luego, a medida que aprendemos a someternos a la amorosa autoridad de Dios en nuestras vidas, Él transforma nuestros corazones y mentes para que seamos más como Él.

Señor, quiero dejar de lado los pensamientos infantiles con Tu ayuda. Muéstrame dónde mis pensamientos son inmaduros en cómo te percibo a Ti, a los demás y a mí misma. Ayúdame a tomar cada pensamiento cautivo, a examinarlo y transformarlo para Tu gloria. En el Nombre de Jesús, Amén.

VERDAD PARA HOY

Hebreos 6:1a, Así que dejemos de repasar una y otra vez las enseñanzas elementales acerca de Cristo. Por el contrario, sigamos adelante hasta llegar a ser maduros en nuestro entendimiento. (NTV)

Santiago 1:4, Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada. (NVI)

RECURSOS ADICIONALES

Si te la perdiste, echa un vistazo al último devocional de Sarah Geringer llamada Si no recibes flores hoy. Deja que te aliente y te recuerde que Dios es tu refugio y te sostiene cerca en tus momentos de soledad.

REFLEXIONA Y RESPONDE

¿En qué área de tu vida necesitas dejar de lado los patrones de pensamiento infantiles? Escribe una petición de oración por una renovación de la mente en la sección de comentarios. Y si lo haces, ora por la persona cuyo nombre está justo encima del tuyo.

© 2020 por Sarah Geringer. Derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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