Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Salmo 56:3 (NVI)
Desde la calle, nunca sabrías que la pequeña casa de mi infancia tenía un espacio secreto – una habitación tipo ático, que compartía durante años con mis hermanas mayores. Luego, cuando mis hermanas crecieron y se mudaron, esa parte más alta de nuestra casa se convirtió en una habitación que era solamente mía.
Mis amigas me envidiaban, deseando constantemente tener una habitación tan única como la mía. Sin embargo, a pesar de que veían mi habitación como “impresionante”, yo sabía algo que ellas no sabían:
Tan pronto se ponía el sol, lo súper genial se convertía en algo súper aterrador.
Desde mi cama, no podía oír ni ver a las personas que subían por la escalera encerrada que llegaba a mi habitación. Cada noche, intentaba dormir en la oscuridad, pero en cuestión de segundos, me convencía de que había alguien allí. Aunque ya había pasado la edad de tenerle miedo a la oscuridad; todavía me aterraba.
Como mi edad ya era de dos dígitos, estaba avergonzada de mi ansiedad, por lo tanto guardé mi miedo en secreto. Sufría sola, sentada durante horas en mi cama, temblando en la habitación oscura hasta que el agotamiento me alcanzaba y me quedaba dormida.
Mirando hacia atrás, podría haberles contado a mis padres. Se hubieran compadecido de mí y me hubieran ayudado a superar ese miedo.
Ahora, no solo quiero superar mis propios miedos, sino que también quiero animar a otras a que hagan lo mismo. He indagado en la Palabra de Dios, en los Salmos escritos por David, para ayudarme en esta lucha. Aquí hay tres opciones que me ayudan cuando estoy luchando con el miedo:
1. Comparte cuando tengas miedo
A menudo, no contamos nuestros miedos porque hacerlo conlleva el estigma de vergüenza - un estigma solo para las débiles o inmaduras. Sin embargo, David, el hombre fuerte que derribó a un gigante sin ayuda, comenzó el versículo clave de hoy en Salmo 56:3 admitiendo que tenía miedo, Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
Cuando compartimos nuestros miedos con una persona confiable, los normalizamos y nos damos cuenta que no son algo del cual avergonzarnos. La puerta para la sanidad y la superación de los miedos puede abrirse al conversar con Dios y con una amiga.
2. Reconoce la fuente de la valentía
¡Una y otra vez, David se encontró en situaciones que eran francamente aterradoras! No podía cambiar su situación y no podía cambiar la forma en que se sentía, pero sí podía guiar su mirada: … pongo en ti mi confianza, escribió él (Salmo 56:3b). David esperaba que si miraba a Dios, Dios lo ayudaría. Esta confianza le dio valor para dar el siguiente paso.
Cuando me dirijo a Dios con mis miedos, yo creo que Él me ayudará. Y cuando somos un lugar seguro para los demás, podemos direccionarles amorosamente a Dios, quien nos libera de nuestros miedos.
3. Permea tus pensamientos en la fuerza de Dios
David continúa diciendo en Salmo 56:4a, Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo (NVI). David revela la fuente a la que recurre cuando tiene miedo. Él se vuelve a la Palabra de Dios para obtener la fuerza y el coraje para poder vencer.
Tengo versículos en diversas formas hermosas dispersadas por mi casa: en mi oficina, en mi cocina, donde mis ojos pueden captar la "Palabra que alabo." Los coloco para recordarme a Aquel que es la fuente de mi valor y fuerza.
Nuestros miedos, así como los miedos de aquellos a quienes amamos y cuidamos, son legítimos y no deben estar minimizados ni menospreciados. Sin embargo, estos miedos pueden convertirse en los componentes básicos que Dios puede usar para hacernos valientes cuando los contamos a alguien confiable, reconocemos la fuente de nuestra valentía e y permeamos nuestros pensamientos en la fuerza de Dios.
Señor, todos los días hay situaciones con el potencial de empujarnos a mí y a mis seres queridos a temer. Si bien no siempre puedo evitar tener miedo, puedo mirar hacia Ti cuando tengo miedo y ayudar a otros a confiar en Ti. Ayúdame a encontrar el coraje que necesito para no tener miedo a las cosas invisibles y visibles. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Salmo 62:6, Solo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector y no habré de caer. (NVI)
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Cuando recuerdas uno de tus miedos infantiles, ¿ves efectos que perduran en ti hoy en día a raíz de ese miedo? ¿Quién es un "lugar seguro" o una persona confiable con quien puedes compartir tus miedos, de manera que esa persona pueda compartir la Verdad de Dios contigo y orar por ti?
Nos encantaría ser ese lugar seguro y orar por ti. Comparte tus motivos de oración en los comentarios.
© 2020 por Lynn Cowell. Todos los derechos reservados.
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