Devocionales

Dios nos ve cuando lloramos desconsoladamente

Teresa Swanstrom Anderson 15 de julio de 2020
En cambio, los que confían en el SEÑOR encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán. Isaías 40:31 (NTV)

Mientras colapsaba sobre el piso frío de la cocina, empecé a llorar ─ un llanto desconsolado. Estaba exhausta.

En lo que pareció un abrir y cerrar de ojos, pasé de ser una mamá de dos pequeños, rubios e inquietos, a ser una mamá de cuatro. Habían pasado unos cuantos meses desde que un bebé de 5 meses, hermoso pero malnutrido, y un niño de 7 años con un gran corazón vinieron de Etiopía a unirse a nuestra familia. Pero hoy, la realidad se sentía abrumadora. Estaba ahogándome. Abracé al pequeño Imani fuertemente en mi pecho, y mis pequeños gatearon hacia mi regazo. A unos cuantos pies de distancia, Ezekiel me miraba fijamente con sus ojos bien abiertos, seguramente pensando que esta mujer había perdido completamente la cabeza.

Luego, mientras las lágrimas goteaban de mis ojos, el Señor susurró una sola palabra a mi corazón: primicias.

Yo estaba desconcertada. ¿Primicias, Señor? ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

En la Biblia, las primicias son las ofrendas de las primeras y mejores cosechas que se le hacen a Dios. Él no quería que Su pueblo le diera lo que sobrara. Dios quería lo mejor de lo mejor primero.

Fue entonces que me di cuenta que no le estaba dando a Él mis primicias de nada. En su lugar, Él recibía las sobras de mi tiempo, mi energía y mi corazón. Claro, estaba yendo a mi grupo de estudio bíblico cada semana, pero siendo honesta, era más por el café y el cuidado de niños, que por mi relación con Él. Yo estaba operando en modo de supervivencia; todo lo que hacía era esporádico y apurado.

Ahora Él me llamaba a que lo pusiera a Él primero. Por sobre todas las cosas.

Pero yo no me podía levantar aún más temprano en la mañana. Imani no estaba ni cerca de poder dormir toda la noche, y yo estaba literalmente quedándome dormida en los semáforos en rojo.

Tiernamente, el Señor me hizo notar otra parte de mi día: la hora de la siesta. ¿Me atrevería a pasar con Él los primeros momentos de la siesta de los niños? Al principio me negué. Pero es cuando recojo los juguetes, lavo los platos que nunca se acaban, meto una carga de ropa en la lavadora. ¡Es mi tiempo para hacer todas las cosas!

Y aún en medio de mi agotamiento, me aferré a esta esperanza: Dios no quería que viviera exhausta y agobiada. Él quería más para mí y para nuestra relación. Así que, aún cuando lo sentía contradictorio, empecé a ofrecerle primicias.

¿Y sabes qué? Crecí en mi relación con Él… y además logré terminar de hacer todo. Y de hecho, hasta hacía de más.

Vemos este principio en el versículo clave de hoy, Isaías 40:31, En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.

Momento a momento, Jesús me dio nuevas fuerzas y me amó hasta volver a la vida.

No estoy diciendo que nunca más perdí la paciencia. Tampoco puedo prometer que nunca más lloré de cansancio. Pero la vida se volvió más manejable. Recibí la alegría que Dios me estaba ofreciendo. Mantuve la calma y amabilidad. Fui más cariñosa.

Años después, luego de que un hijo adolescente y otra hija bebé se unieran a nuestra familia, el Señor me pidió que abandonara mis preciosos momentos de la siesta y en su lugar me levantara horas más temprano que mi familia. Yo no soy una persona madrugadora. Prefiero acurrucarme un rato más debajo de las sábanas cuando suena mi alarma. Pero cada mañana tomo una decisión consciente.

¿Qué es más importante, mi relación con mi almohada o con mi Jesús?

Y prefiero elegir a Jesús cada vez.

Señor Jesús, Tú me ves cuando lloro desconsoladamente. Tú entiendes mi cansancio extremo, mi dolor. Gracias por susurrarme que estás ahí, y que nunca te has ido. Ayúdame a aprender a ponerte a Ti en primer lugar. Por sobre todas las cosas. Ámame hasta volver a la vida, Señor. Porque te quiero a Ti… mucho más de Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Romanos 8:23, [Y] los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu Santo en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos, incluido el nuevo cuerpo que nos prometió. (NTV)

Proverbios 3:9-10, Honra al SEÑOR con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo. (NVI)

Como devocional patrocinado, las dos secciones siguientes pueden contener enlaces de contenido solo en inglés.

Recursos Adicionales

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¿Sientes como que te ahogas al estar tan ocupada o exhausta? ¿Cómo sería si ofrecieras a Dios las primicias de tu vida? Comparte tus pensamientos abajo en los comentarios.


Una mamá poco común de seis hijos (dos biológicos y cuatro adoptados de Etiopía), Teresa Swanstrom Anderson es una edificadora de comunidades, amante de la fiesta y la belleza, autora, oradora y gran estudiosa de la Biblia. Ella está obsesionada con ayudar a mujeres agobiadas a aprender un ritmo más tranquilo con las Escrituras, decirle «sí» a Dios, liderar en donde se encuentren y crear una vida que ellas amen.

© 2020 por Teresa Swanstrom Anderson. Todos los derechos reservados.

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