Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Hebreos 12:1-2 (NVI)
¿Alguna vez has sentido que solo quieres rendirte? ¿Has sentido el dolor en tus piernas espirituales, el debilitamiento de tu corazón una vez fuerte, el fuego latente en tu estómago? Yo ciertamente lo he sentido. Y también me he dado cuenta de cuántos a mi alrededor se sienten de la misma manera.
Estuve mirando una carrera de atletismo, reflexionando sobre mi desánimo, cuando mi cuñada levantó un megáfono para animar a su hijo, Stu.
Setenta jóvenes ansiosos estaban parados en la línea de partida. Cuando sonó el disparo para iniciar la carrera, la manada de muchachos comenzó su carrera de 3,1 millas por el bosque. En cuanto el pie de Stu dejó la posición inicial, Pat comenzó a gritar a través de su megáfono.
«¡Vamos Stu!» gritó, no una sola vez, sino a intervalos de 10 segundos. Cuando lo perdía de vista, ella corría a otro lugar a lo largo del camino sinuoso por donde los corredores eventualmente pasarían. A pesar de que los jóvenes no estaban a la vista, Pat continuó gritando: «¡Vamos Stu!»
Cuando le pregunté si él podía oírla, ella respondió: «Si hay una posibilidad de que pueda oírme, quiero que escuche mi voz animándolo». Entonces, durante 16 minutos, continuó inyectando coraje y confianza en el corazón de su hijo.
Después de la carrera, le pregunté a Stu: «Cuando estás corriendo por el bosque, ¿puedes oír a tu madre animándote?».
«Oh, sí», respondió con una risita. «Puedo escucharla todo el camino».
«¿Y qué produce eso en ti?» le pregunté.
«Me hace no querer darme por vencido», respondió. «Cuando me duelen las piernas y mis pulmones arden, cuando siento que estoy a punto de desmayar, escucho la voz de mi madre animándome, y eso hace que no quiera detenerme».
La Biblia nos dice, Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios (Hebreos 12:1-2).
¿Puedes ver esa nube de testigos al margen de la pista? «¡Vamos María! ¡Vamos Lisa! ¡Vamos Shamika! ¡No te rindas! ¡Sigue corriendo! ¡Concéntrate en la meta final!» Amiga querida, te están animando a TI.
Y entiende esto ... ¡Jesús está orando por ti! Romanos 8:34b dice, Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (NVI). No hay nada mejor que eso.
Una vez aprendí algunos datos sobre las carreras de atletismo. Cuando te acercas al final de una carrera, te arde la garganta, te duelen las piernas y todo tu cuerpo te pide a gritos que te detengas. Es entonces cuando la familia, los amigos y los fans son los más valiosos. Su aliento te ayuda a superar el dolor hasta el final.
Y ese es el poder de las palabras de una mujer para alentar a otra persona a seguir corriendo. Ese es el poder de tus palabras. Una palabra edificante, ofrecida en el momento perfecto, puede marcar la diferencia entre alguien que termina exitosamente y otra que colapsa en el camino.
Padre celestial, admito que a veces siento que la carrera me es demasiado difícil. Ayúdame a recordar la nube de testigos que me animan a mantener mi enfoque en la meta final. Gracias por Jesús, quien vive para interceder por mí todos los días. Ayúdame a ser un conducto de aliento para aquellos que corren la carrera conmigo. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
1 Tesalonicenses 5:11, Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo. (NVI)
Recursos Adicionales
¿Quieres leer más acerca del ánimo que podemos experimentar mientras corremos la carrera de la fe? Echa un vistazo a los dos devocionales a continuación para seguir refrescando tu alma hoy. ¡Y si TÚ eres la que necesitas motivación, dirígete a nuestra sección de comentarios y deja que tus hermanas te impartan vida!
Si ella no hubiera creído en mí, por Tracie Miles
El poder del aliento desinteresado, por Kia Stephens
Reflexiona y responde
Piensa en un momento en que alguien se acercó con una palabra amable que te alentó a seguir adelante.
Considera comprar pompones en una tienda económica o de manualidades, y ponlos en un jarrón como recordatorio para alentar a otras.
Ahora, pídele a Dios que te muestre a alguien en tu vida que necesita una palabra de aliento hoy. En la sección de comentarios, ¡nos encantaría saber a quién planeas animar!
© 2020 por Sharon Jaynes. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.