Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12:9 (NVI)
Hubo momentos en mi vida en los que, sentada en el piso, le pedía a Dios solo una pizca más de fuerza para seguir adelante. Esos momentos tienen la habilidad de recordarme que he llegado a agotar mi fuerza, voluntad y poder.
Recientemente, el Señor usó uno de esos momentos en el piso, para dar soplo de vida a mi alma débil y cansada. Estaba saliendo de una temporada desafiante. Nuestra familia había atravesado muchas pruebas en el pasado año, con énfasis en heridas que aún se estaban sanando.
Cuando finalmente comencé a encontrar una estabilidad, todo cambió. Todos fuimos abrumados por una pandemia, dolor, pérdida, tensión y confusión.
En el suelo, oré en silencio. Padre, ¿cómo se supone que debo seguir afrontando todo? Mi corazón está tan cansado, mi mente extenuada, y todo se siente tan frágil.
Me sentí vacía, cansada y perdida. Sentí que la fuerza y el poder en mí eran inútiles cuando intentaba servir a mi familia, mi trabajo y mis amistades, todo mientras cuidaba de mi propia alma. Amiga, tal vez te has sentido igual.
Mientras luchaba con el Padre ese día, sentí la necesidad de evaluar mis propias creencias. ¿Cómo había resuelto que tenía que cargar esto por mi cuenta? ¿Por qué estaba mi alma casi amargada contra Dios, como si Él se hubiera abstenido de ayudarme?
¿Había hecho un ídolo de mi fortaleza y resistencia? ¿Había yo confiado en mi orgullo para determinar lo que mi alma podría sobrellevar?
La respuesta fue sí.
Estaba creyendo la mentira de que, por mí misma, tenía suficiente fuerza como para afrontar las dificultades de la vida. La debilidad no era bienvenida.
En el piso, Dios me susurró palabras de esperanza: Hija, eres una vasija rota, completada en Mí. Eres quebrantada para desbordar el poder, la esperanza y el amor de Cristo en la vida de los demás. Fuiste creada para llevar la imagen de Mi gloria. Se trata de Yo en tí y a través de ti. Yo soy la fuente.
Dios no estaba reteniendo Su poder de mí. ¡Él es ayuda siempre presente! Pero yo quería que Él me diera el poder para hacerlo por mi cuenta. Todo el tiempo, Él quería hacerlo a través de mi.
El deseo de Dios siempre ha sido que Su familia sea un pueblo que refleje Su poder y amor. No fuimos creadas para producir fortaleza. Fuimos creadas para adorarle a Él como nuestra fuente de fortaleza. Todo el poder para vencer, afrontar la vida, amar y experimentar la abundancia, viene del Padre. Lo cual significa que toda la gloria es para Él también.
Nuestra debilidad es una oportunidad para que suceda la vida, la renovación y la dependencia. Para que nos aferremos a la presencia, la paz y el poder que nos ofrece el Padre. Así como Dios dice en 2 Corintios 12:9, «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo».
En nuestra carnalidad, no podemos encontrar los medios para reunir la fuerza, la voluntad o el coraje para seguir adelante. Cuando esas cosas se manifiestan a través de nosotras, son dones sobrenaturales del Padre que muestran al mundo la victoria y el poder de Cristo en nosotras.
Amigas, Dios usará situaciones para recordarnos que Él es la fuente de nuestra fortaleza, poder, alegría y esperanza. Nuestro rol es asociarnos con Él en ello, confesando que no somos la fuente ni lo suficiente, pero Él sí lo es.
Entonces, hacemos alarde. Hacemos alarde de nuestro buen Dios que generosamente nos ofrece Su gracia. Nos alegramos en nuestra debilidad, ya que Dios nos encuentra justo donde estamos para darnos Su fuerza y poder. Nuestra debilidad es un regalo, porque es allí donde Su poder se perfecciona. En Su presencia, encontramos Su poder. Su presencia y poder residen en mí y en ti.
Padre, gracias porque en Ti encontramos y tenemos todo el poder y la fuerza que necesitamos. Ayúdanos a recordar que Tú eres la fuente y no lo somos nosotras, y en Tu presencia encontramos Tu poder. Te amamos y te agradecemos por sostenernos con Tu gracia. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Isaías 40:29, Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. (NVI)
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Recursos Adicionales
Nuestras propias debilidades pueden ser una fuente de desilusión en nuestras vidas, y cuando experimentamos debilidad, a menudo podemos pensar, «¡No debería ser así!».
Lysa TerKeurst comprende esto profundamente. Pero también ha descubierto que nuestras desilusiones pueden ser las citas divinas que nuestras almas necesitan para encontrar radicalmente a Dios.
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Reflexiona y responde
¿De qué maneras puede manifestarse la fuerza de Cristo a través de ti en medio de tu día?
A medida que surgen sentimientos de debilidad, toma una pausa y recuerda que la fuente de tu fortaleza es el poder y el amor de Cristo en ti y a través de ti. En nuestra sección de comentarios ¡comparte tus historias del poder de Dios en ti!
© 2020 por Alexandra Hoover. Todos los derechos reservados.
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