He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel. 2 Timoteo 4:7 (NTV)
Cada noche pareciera que sueño sin parar.
Algunos sueños son en primera persona y en otros simplemente estoy observando. Algunos sueños se repiten y otros retoman donde el anterior había quedado —esos creo que son mis favoritos. Algunos sueños los puedo recordar fácilmente y otros los olvido de manera rápida. Mis sueños normalmente son muy vívidos y detallados, llenos de los sentidos del tacto y del olfato.
La noche pasada soñé que una multitud de personas de todos los tamaños y formas posibles corrían en una carretera para llegar a la cima, pero el pavimento negro de la carretera parecía una pared de 90 grados. Si no te empujabas bien para correrla con la velocidad máxima,, te quedabas atascado. Mientras empezaba a intentar superar este obstáculo, las personas delante de mí, disminuían su velocidad o incluso se paraban, y ahí estaba yo, aferrada al camino que tenía por delante para mantenerme sana y salva.
Las personas empezaron a pasarme. Yo trataba de escalar pero no podía. Así que hice lo único que sabía hacer . Grité: «¡Necesito ayuda!»
De repente apareció un joven que parecía un ángel y se acercó al borde para tomar mi mano. Me levantó a través de un gran agujero en una pared de ladrillos blancos. Él siguió acostado boca abajo a través de ese agujero para ayudar a más personas a levantarse.
Llena de gratitud, agarré sus pies para darle estabilidad adicional mientras servía a los demás. Luego, él se relajó y se sentó. Las personas que me seguían no necesitaron de su ayuda como yo la necesité. Ellos escalaron, sin ningún tipo de esfuerzo, esa pared empinada y atravesaron el agujero de ladrillo blanco sin ayuda.
Y fue ahí cuando lo sentí. Sentí vergüenza, inseguridad y que no valía nada ¿Era sólo yo? ¿Era la única que no era lo suficientemente fuerte? ¿Era la única que necesitaba ayuda para lograr lo que los demás podían hacer por sí mismos?
En ese momento, Dios me recordó que debo correr mi propia carrera. No te preocupes por lo que los demás estén haciendo, o cómo te comparas con ellos. No hay malo en pedir ayuda. ¡Lo único que importa es que lo lograste!
Necesitamos aferrarnos a la meta escrita en 2 de Timoteo 4:7, “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel”. ¡Eso es todo lo que importa! No importa en qué lugar terminemos, no importa si alguien nos ha tenido que sostener mientras cruzamos la línea final cojeando. Sólo necesitamos terminar y permanecer fieles.
Es increíble cómo Dios diseñó a los miembros del cuerpo de Cristo para ayudarnos los unos a los otros. Mientras nosotras peleamos la buena batalla en un mundo lleno de comparaciones y obstáculos, impulsos estancados y acantilados peligrosos, no podemos sentir temor al pedir ayuda cuando la necesitamos y ofrecer apoyo a los que están luchando.
Por último, Dios quiere que todos Sus hijos estén con Él en la eternidad. Él envió a Jesús para hacer el trabajo que nunca hubiésemos podido hacer. Dios le dio a los creyentes el Espíritu Santo, nuestro Gran Ayudador, para guiarnos y fortalecernos en el camino. Dios ha provisto todo lo que necesitamos para terminar bien nuestra carrera de la fe.
Padre, gracias por trabajar por mi bien en todas las cosas, incluso esos momentos donde yo necesito pedir ayuda. Empodérame para ser humilde, para aceptar mi debilidad y para darle a aquellos en necesidad alrededor de mí. Quiero terminar mi carrera y permanecer en la fe. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Hebreos 12:1, Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. (NTV)
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Recursos Adicionales
Afrontémoslo, este año se ha sentido incontrolable. Nos ha parecido casi imposible mantener la ansiedad, preocupación y el estrés lejos de tener un lugar permanente en nuestras vidas. La preocupación es una palabra que puede definir mucho tu año 2020, pero deja que la adoración y la alabanza definan el resto de tu año. De la preocupación a la alabanza es un devocional gratuito de siete días que te ayudará a recordar que Dios está en control. Haz click aquí para obtener tu copia.
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Reflexiona y responde
¿Es difícil para ti pedir ayuda? Si es así, pregúntale a Dios que te revele la mentira del enemigo que hace que te alejes de poder ser vulnerable.
¿Cómo puedes apoyarte en el cuerpo de Cristo para recibir ayuda en esta temporada y poder terminar bien tu carrera de la fe?
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© 2020 por Shala W. Graham. Todos los derechos reservados.
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