Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Juan 4:24 (NVI)
Con las manos levantadas y los ojos llorosos, me arrodillo maravillada ante Dios mientras la música en los parlantes convierte mi refugio de oración en un lugar de alabanza.
Voces como instrumentos cambian la atmósfera que me rodea. Estoy encantada, incluso ansiosa de adorar, e imagino que a Dios le agrada ese ruido alegre.
Adelantemos 10 minutos.
Los niños están despiertos. Dos de ellos se pelean. Uno cree que muere de hambre. Y el olor del pequeñito hace que, después de todo, la comida vieja en la nevera no huela tan mal.
¡Vaya vaya!
¿Alguna vez has tenido el momento perfecto en silencio con Dios, para cinco minutos después sentirte tan frustrada y desanimada como antes?
Esa era yo. Creí que tal vez no había sido tan buena cristiana como pensaba. De lo contrario, ¿cómo podría pasar de adorar a Jesús a sentirme frustrada como una chiquilla en tan solo minutos? ¡Ay!
Sin embargo, eso no era cierto. Resulta que no entendía completamente la adoración.
Si bien, Dios ama nuestras expresiones fervientes de gratitud, también quiere que le adoremos de otra forma. Juan 4:24 nos dice: “Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
Entendí la primera parte. El Espíritu Santo nos permite conectarnos con Dios personalmente. Nosotras podemos orar en silencio o alabarle mientras conducimos, como si Él fuera todo nuestro.
Pero, ¿qué pasa con la otra parte del versículo: “en Espíritu y en verdad”? ¿Qué quiso decir Jesús al pronunciar esas palabras mientras hablaba con la mujer junto al pozo de agua? ¿Cuál verdad?
Cuando miramos Juan 14:6, vemos que Jesús en realidad estaba hablando de Sí mismo. Él dijo, “—Yo soy el camino, la verdad y la vida… Nadie llega al Padre sino por mí” (NVI, énfasis agregado).
Conocer a Jesús es conocer la verdad. Le estaba diciendo que la verdadera alabanza es posible solamente cuando le conocemos a Él.
Para hacerlo más práctico, insertemos Su nombre en el versículo clave: “Dios es espíritu, y los que le adoran deben hacerlo en Espíritu y en [Jesús]”.
Interesante, pero en realidad no tiene sentido hasta que veamos cómo se describe a Jesús en Juan 1:14a, “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (RVA-2015).
Jesús no solo es verdad, ¡sino que también Él es Palabra! Representa la Palabra de Dios. Al juntar esto vemos entonces que “Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en [Palabra]”.
Esto me abrió los ojos para ver que la adoración debe involucrar tanto al Espíritu de Dios como la Verdad de la Palabra de Dios. No podía simplemente pasar unos momentos en oración intensa y esperar que eso me sostenga todo el día. Ciertamente la oración tiene valor, pero cuando adoramos a través de la Palabra de Dios, tenemos el poder de enfrentar desafíos usando las Escrituras.
Efesios 6:17 lo dice de esta manera: “Tomen el casco de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios” (NVI). Aquí no hay separación entre el Espíritu y la Palabra de Dios.
Esto significa que además de la oración y la alabanza, también debo sumergirme en la Biblia, escribir versículos cuando me hablan directamente, así como memorizarlos cuando pueda.
Ahora bien, cuando me encuentre aún con mi pijama untada de café del día anterior, o limpiando pegotes de arándanos, o barriendo las migas de pollo apanado, puedo recordar que, “Los hijos son una herencia del SEÑOR…” (Salmo 127:3, NVI) y “…considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho” (Santiago 1:2, NTV).
Aunque esto no es una panacea instantánea para el mal humor, me preparo para combatir los tiempos difíciles con la Palabra de Dios. Y más importante aún, a Él le agrada.
Hay un lugar de adoración que es cantar canciones y alabar a Dios. Pero hay también un lugar de adoración que se hace estudiando la Biblia y buscando de Dios.
Cuando solo pasamos tiempo en uno de esos lugares, la adoración puede resultar agotadora e ineficaz. Pero cuando los combinamos, como Dios quiso, llegamos a experimentar la plenitud de la adoración y sentir nuestro corazón más sometido a Su voluntad.
Amado Dios, gracias por darme oportunidades de alabarte. Ayúdame a recordar que Tu Palabra es una parte vital de mi adoración. Muéstrame cómo adorarte en Espíritu y en verdad. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Isaías 40:8, La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre. (NVI)
Recursos Adicionales
Para leer otro devocional basado en la Escritura de hoy, Juan 4:24, lee Por nuestro propio bien, decimos la verdad, por Carrie Lloyd.
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