El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa. Proverbios 19:11 (NVI)
En cuestión de una semana, sucedieron tres cosas distintas que me dejaron sintiéndome desafiada emocionalmente.
Primero, alguien hizo una suposición falsa sobre nuestra familia y la compartió con algunos líderes que nos confrontaron. Me sentí herida. Luego, vi algo en las redes sociales (siempre ahí, ¿no?) que reveló que alguien me había mentido sobre algo tonto. Pero aun así me sentí herida. Y finalmente, tuve una conversación frustrante sobre la ética laboral con un colega profesional, lo cual estaba creando un conflicto entre nosotros. Me sentí herida nuevamente.
Cada vez que suceden varias cosas que me dejan sintiéndome de la misma manera, sé que es prudente preguntarle a Dios si hay algo que necesito ver en mi propia vida. Porque a menudo, los sentimientos nublan nuestro enfoque y pueden hacernos sentir emocionalmente desequilibradas.
Pensé que estaba herida por estas tres cosas. Pero cuando las puse en oración, el Espíritu Santo conmovió mi alma con una pregunta ...
«Nicki, ¿estás herida u ofendida?»
Sentirse herida u ofendida son dos cosas muy diferentes. Y creo que rara vez nos tomamos el tiempo para distinguirlas, lo cual nos lleva a sentir todo tipo de tensión en nuestras relaciones.
El dolor emocional es algo que experimentamos porque se nos ha hecho algo malo. Considera: mentiras, chismes o promesas incumplidas. Y si vamos a ser honestas aquí, también admitiríamos que ha habido ocasiones en las que hemos lastimado a las personas.
El sentirse ofendida no es el resultado de algo que se nos haya hecho; es algo que elegimos. Puede ser nuestra reacción a los correos electrónicos sarcásticos, algo que descubrimos que no nos gustó de una persona o situación, o incluso algo que nos provoque celos. Asumiendo la misma postura de honestidad, también hemos ofendido a alguien en algún momento.
Nos ocurren las heridas. Estar ofendida es una decisión que tomamos nosotras mismas. Las heridas requieren sanidad. La ofensa requiere una opinión objetiva.
Pero recordemos hoy que Dios es el Dios del corazón herido y del corazón ofendido. Él está aquí para ayudarnos a resolver ambos.
En los últimos meses, nos hemos vuelto más aisladas que nunca. Si bien muchas están sufriendo en verdad por todo lo que ha traído este año, creo que muchas de nosotras estamos lidiando con corazones que se sienten ofendidos por cualquier cosa. Estamos nerviosas, y con razón, porque muchas de nuestras vidas han dado un vuelco.
Por mucho que esta temporada de aislamiento y división haya tratado de convencernos de que no necesitamos a las personas, sí las necesitamos. Y creo firmemente que al enemigo de nuestras almas le encantaría que nos mantuviéramos ofendidas y divididas.
Nuestro versículo de hoy, Proverbios 19:11, es uno que probablemente deberíamos leer y estudiar al menos una vez a la semana si queremos salir adelante en esta etapa de la vida con las relaciones que nos importan aún intactas. Dice, “El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa”.
Se considera el libro de Proverbios el libro de la sabiduría. El capítulo 19 trata sobre la formación de una vida de discernimiento y sabiduría. La palabra “gloria” que se usa aquí se refiere a una señal de crecimiento y madurez. Una persona que ha experimentado un crecimiento sabe cómo reconocer la herida y la ofensa. Las heridas requieren sanidad. Sentirse ofendida requiere una dosis de perspectiva correcta para soltarlo.
El resultado de las tres cosas que sucedieron en tan solo una semana fue que mi alma guardó ambas cosas, heridas y ofensas. Tomarme el tiempo para distinguir las dos cosas me ha ayudado a saber cómo avanzar, un paso a la vez.
El primer paso requiere dejar la herida o la ofensa delante de Dios y no retomarla. Hay algunos lugares de dolor que solo Dios puede sanar.
El segundo paso requiere esa dosis de soltarlo. Hay algunas cosas que necesito superar y dejar de ofenderme.
Por el hecho que estás leyendo esto hoy, sé que eres una persona que anhela experimentar un crecimiento tanto espiritual como emocional en tu vida. También sé que todas somos muy humanas, clasificando emociones y situaciones que nos hacen sentir desafiadas. La vida y las relaciones han sido difíciles durante los últimos meses.
Alguien puede necesitar nuestro perdón. Y alguien necesita nuestra voluntad de pasar por alto la ofensa. Independientemente de lo que Dios te muestre hoy a través de esto, sé que te dará la fuerza para hacer lo que tu alma necesite para experimentar la gloria.
Dios, gracias por perdonarme constantemente y darme la fuerza para hacer lo mismo. Ayúdame a ver lo que necesito ver hoy y a hacer lo que tengo que hacer para que mi vida refleje Tu gloria. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Colosenses 3:13, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. (NVI)
Recursos Adicionales
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Reflexiona y responde
Tómate el tiempo para orar por las situaciones en las que te sientes herida. Escríbelas y pídele a Dios que te muestre si es una ofensa o una herida.
¿Cuáles son algunas de las formas en que has podido examinar si te sientes herida u ofendida? Comparte tus ejemplos en la sección de comentarios de hoy.
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Nota editorial: El devocional de hoy tiene la intención de animar a cualquiera que estuviera enfrentando frustraciones típicas dentro de una relación o matrimonio saludable. Sin embargo, sabemos que 1 de cada 4 mujeres experimenta violencia doméstica o abuso. Para recibir ayuda confidencial anónima, o pasos prácticos para ayudar a una amiga, llama al número 1-800-799-7233 o visita esta página web.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.