Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo…. Ustedes sirven a Cristo el Señor. Colosenses 3:23, 24b (NVI)
Desde muy joven me ha encantado recibir aprobación.
Había una historia para niños llamada Tina the Ballerina que escuchaba una y otra vez. En la historia, Tina era una niña que le encantaba bailar. Finalmente se le permitió asistir a una presentación de ballet profesional; pero en el último momento, la primera bailarina no pudo actuar. Tina saltó al escenario, dejando a la adorada audiencia hipnotizada por sus habilidades. ¡Su valentía! ¡Su habilidad! Se hizo famosa y, sin duda, vivió feliz para siempre.
Anhelaba ser como Tina. Saltaba de mi sofá, con la cabeza en alto y giraba con mi traje de bailarina, demasiado grande para mi audiencia imaginaria. Cuando tenía tres años, no había nada mejor que ser famosa y adorada.
Pero en un abrir y cerrar de ojos, me encontré mirando hacia la edad adulta, todavía ni famosa ni adorada, al menos no de acuerdo con los estándares del mundo. Tenía mi familia y amigas que me amaban junto con un trabajo que pagaba las cuentas. Aún así, sentía un deseo constante y persistente de elogios, aprecio y reconocimiento de los demás. ¡Ganar premios! ¡Ser reconocida por mis compañeros! ¡Superar expectativas! Quería sentirme excepcionalmente útil, como si algo que tenía para ofrecer fuera superior de alguna manera. Y, este deseo había alcanzado un punto álgido en la era de las redes sociales, ya que más personas que nunca parecían ser famosas y adoradas sin un algoritmo exacto para la locura.
Creo que todas tenemos corazones que, de alguna manera, anhelan el aplauso de los demás. A lo largo de los años, he investigado mucho en la Biblia para llegar al fondo de mi anhelo de adoración y reconocimiento. En la carta de Colosenses, encontré una respuesta inesperada.
Las palabras del apóstol Pablo en Colosenses 3:23 y 24b cambian mi perspectiva sobre la lucha por el aplauso humano, volviendo a enfocar mi atención del “qué”; al “quién”: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo … Ustedes sirven a Cristo el Señor.”
Nota que estos dos breves versículos señalan el “quién” cuando se trata de todos nuestros esfuerzos … ¡no una, sino dos veces! ¿Para quién trabajamos? El versículo 23 dice que trabajamos para el Señor y no como para nadie en este mundo. Y el versículo 24 resuena, Ustedes sirven a Cristo el Señor.
Cambiar mi perspectiva de trabajar para el Señor y cumplir con mis deberes terrenales para Él, en lugar de cosechar elogios y el reconocimiento humano, me ha llevado a una comprensión más sana de mi necesidad de refuerzo positivo. Después de todo, el Señor nos creó a cada una de nosotras para ser extraordinariamente especiales. Lo que cada una de nosotras tiene es especialmente útil a los ojos del Señor, ya que fuimos creadas como parte del gran diseño de Dios, una creación admirable (Salmo 139:14, NVI).
El tipo de trabajo que hacemos, bien sea en una oficina o en el hogar, y la cantidad de reconocimiento humano que recibimos, no importa tanto como para quién estamos trabajando en nuestros corazones y la manera en que hacemos ese trabajo. ¡Esto es tan liberador y estimulante para mí! Cuando Jesús estaba hablando y enseñando, algunas personas lo elogiaron, pero otras lo rechazaron. Su aprobación fue insignificante. Es realmente un regalo poder trabajar y disfrutar ese trabajo independientemente de la respuesta de los demás, porque ya hemos recibido el amor y la aceptación de nuestro Padre Dios.
La tarea podría consistir en invertir en un momento de aprendizaje con un niño o trabajar en un proyecto que impactará a personas ajenas a tu familia inmediata. Pero no importa lo que sea, recuerda que todo el reconocimiento y la aceptación que necesitas ya te ha sido otorgado gentilmente por Dios que te conoce, te ama y te creó para las asignaciones exactas que Él ha puesto en tu plato hoy.
Querido Padre Celestial, me ves. Me amas. Permíteme trabajar hoy para ti. Permíteme usar humildemente mis dones y talentos para complacerte. Ayúdame a recordar que los “me gusta” de las redes sociales y el reconocimiento de los seres humanos son irrelevantes para el trabajo que hago porque, visible o invisible, te importa. A Tus ojos, soy excepcionalmente útil. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Salmo 119:36-37, Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. (NVI)
Jeremías 2:13, Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. (NVI)
Recursos Adicionales
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¿Cuál es un área de tu vida en la que tu estado de ánimo o tu autoestima dependen de los comentarios positivos de los demás? ¿Tienes un versículo específico que centra tu enfoque en Cristo?
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© 2021 por Kelly Barbrey. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.