Hay una temporada para todo, un tiempo para cada actividad bajo el cielo. Eclesiastés 3:1 (NTV)
Han habido muchas temporadas en los pasados 27 años desde que nació mi primer hijo en donde me he sentido como una madre fracasada.
Por ejemplo, la temporada como nueva madre de un recién nacido, en la que luché por manejar la agotadora rutina de cuidar de un bebé. La temporada de criar a tres hijos menores de 6 años mientras trabajaba a tiempo completo, sintiéndome incapaz de ser la madre atenta que quería ser. Años de criar a adolescentes de secundaria donde las emociones y el drama eran intensos, y cada decisión tomada en su mejor interés se convirtió en una batalla de las voluntades. Y ahora la etapa del nido vacío, cuando todos mis bebés han extendido sus alas como adultos jóvenes, y me preocupa si hice un buen trabajo preparándolos para el mundo real.
Pero, la temporada más difícil fue convertirme en madre soltera después de la separación y el divorcio. Fue y sigue siendo una temporada consumida por la preocupación diaria sobre cómo la ruptura de nuestra familia podría afectar el corazón de mis hijos y el mío. Una temporada de cargar con el peso de tratar de ser mamá y papá y sentirme como un fracaso en ambos. Una temporada de anhelo perpetuo para aliviar su sufrimiento emocional, mientras que a veces el conocimiento de mis propias decisiones o emociones empeoran las cosas en lugar de mejorarlas.
Independientemente de la causa de una temporada difícil o de las edades de nuestros hijos, la mente de una madre es donde ocurren demasiadas batallas. Constantemente luchamos contra las mentiras del enemigo que nos dice que no somos lo suficientemente buenas y que nunca lo seremos. A veces incluso podemos preguntarle a Dios por qué nos hizo una madre para estos niños preciosos cuando de ninguna manera nos sentimos dignas, calificadas o capaces.
He encontrado consuelo en la lectura de Eclesiastés 3:1, que dice: “Hay una temporada para todo, un tiempo para cada actividad bajo el cielo”. El resto de los versículos de este pasaje conocido continúan diciendo que hay un tiempo para nacer y morir, plantar y cosechar, derribar y construir. Un tiempo para el dolor y para sanar, destruir y construir, llorar y reír. A través de este pasaje, Salomón nos recuerda que siempre estaremos en estaciones de cambio constante, pero Dios ha arreglado cada detalle de nuestras vidas dentro de cada estación. Podemos descansar en el hecho de que Él nunca nos dejará.
La vida está llena de altibajos, tiempos buenos y malos, temporadas fáciles y difíciles, pero nada es una sorpresa para Dios. Sus planes siempre son perfectos, incluso bendecirnos con nuestro papel de madres. Y debido a eso, podemos tener confianza en el llamado a ser madres de los hijos que Él nos dio.
No dejes que los sentimientos de incompetencia o culpa te impidan ser la mujer hermosa, maravillosa, capaz y completamente calificada que Dios te diseñó para ser. No permitas que las críticas de tu cónyuge, la lucha de la crianza compartida de los hijos, las épocas difíciles de la vida, los errores que puedan cometer los niños o tus propios pensamientos de autocondena te roben la alegría de ser la madre que tus hijos desesperadamente necesitan. Ten confianza en las habilidades que Dios te dio y el llamado sobre vida como madre, y apóyate en Él en los días más difíciles de la crianza de los hijos.
No importa con lo que estés luchando que te haga dudar de tu capacidad y valor como madre, escucha esto: Dios tiene fe en tu capacidad para ser la madre de Sus hijos. Ten fe en ti misma. Dios sabía las luchas que enfrentarías e incluso los errores que cometerías, pero aun así te convirtió en la madre de tus hijos.
Tú eres la única, la mejor, para el trabajo de criar a tus hijos.
Tú eres la única cuyo amor incondicional por ellos es incomparable.
Tú eres la única llamada por Dios para guiarlos a través de cada etapa fácil y difícil de la vida y simplemente amarlos con todo tu corazón, incluso en los días más difíciles.
Y mamá, eres suficiente.
Señor, ayúdame a ser la mejor mamá que pueda ser, sin importar cuáles sean mis circunstancias. Que nunca olvide amarte a Ti, a mí misma y a mis hijos mientras permanezco firme en la verdad de que me has equipado para ser la madre que necesito ser: errores, imperfecciones y todo ello. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Proverbios 31:31, Recompénsenla por todo lo que ha hecho. Que sus obras declaren en público su alabanza. (NTV)
Recursos Adicionales
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Reflexiona y responde
¿Qué te hace dudar tu valor y habilidad como madre hoy? ¿De qué manera el recordar que Dios te nombró para ser la madre de tus hijos podría ayudarte a saber que estás equipada y eres capaz para el trabajo con la fortaleza de Dios?
¿Qué puedes hacer hoy para mostrarles a tus hijos un poco más de amor, independientemente de su edad? ¡Comparte tus pensamientos con nosotras en los comentarios!
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