¡aun así me alegraré en el SEÑOR! ¡Me gozaré en el Dios de mi salvación! ¡El SEÑOR Soberano es mi fuerza! Él me da pie firme como al venado, capaz de pisar sobre las alturas». Habacuc 3:18-19 (NTV)
Mi esposo se fue no solo con camisas, pantalones y un cepillo de dientes, sino también con la vida tal como la conocía.
Pasé de estar siempre con alguien a estar sola. De la educación en el hogar a viajar diariamente al trabajo. De estar casada con un pastor a estar divorciada de uno. Y a los ojos de algunos, de respetada a sospechosa. Ese día, el suelo debajo de mis pies comenzó a temblar.
Quizás un evento importante en la vida te haya movido de estar segura a llorosa y temblorosa. Un médico dice: «cáncer». Se confirman las sospechas sobre el mal comportamiento de tu hijo. Aparece una revisión de rendimiento negativo en tu correo electrónico del trabajo. O tal vez tu mundo comience a sacudirse con un pequeño temblor, seguido de otro, hasta que las cosas a tu alrededor comienzan a sentirse desconocidas.
En el Antiguo Testamento, el profeta Habacuc recibió un mensaje de Dios que sacudió su mundo. Habacuc se había estado preguntando por qué Dios parecía hacer oídos sordos a sus súplicas. ¿Cómo pudo Dios permitir que continuara la violencia y la destrucción en Judá? ¿Cómo pudo Dios permitir que la nación continuara en sus malos caminos? ¡Seguramente pondría fin a tal maldad!
Pero no. Dios estaba movilizando una fuente de maldad aún mayor. Un enemigo aterrador, mucho más atroz de lo que sería Judá. Babilonia, el paradigma de la depravación, estaba a punto de invadir la pequeña nación. ¿Y la respuesta del profeta? “»Al oír esto, me estremecí por dentro; …” dijo Habacuc, “Se me doblaron las piernas …” (Habacuc 3:16a, NTV).
Habacuc sintió miedo, pero respondió a sus circunstancias con fe. Mientras yo también, a menudo, oro con una lista de preocupaciones como… «Dios, ¿qué pasaría si?», Habacuc ora una lista de «Dios ha hecho».
Dios, has mostrado Tu poder y Tu fuerza.
Dios, has rescatado a Tu pueblo.
Dios, has defendido ferozmente a los que llamas Tuyos.
Para Habacuc, la fe no era la ausencia de temor, sino la determinación de confiar. Continúa afirmando que aunque las cosechas fallen y la comida se acabe, a pesar de que el ganado muera y los graneros se queden vacíos, a pesar de que todo en lo que Judá había confiado ya no exista, Habacuc dice, “¡aun así me alegraré en el SEÑOR! ¡Me gozaré en el Dios de mi salvación! ¡El SEÑOR Soberano es mi fuerza! Él me da pie firme como al venado, capaz de pisar sobre las alturas».” (Habacuc 3:18-19).
Quizás tus circunstancias actuales te estén haciendo temblar. Nuestro miedo no significa que nos falte fe. Significa que el suelo debajo de nosotras está temblando. Significa que lo que nos está sucediendo es legítimamente aterrador. No trates de dominar tu miedo, reunir tu coraje o buscarle el lado positivo. Ante el sufrimiento verdadero, recuerda cómo Dios ha obrado en tu vida, en la vida de tus hermanas creyentes y en las vidas de aquellos cuyas historias están registradas en las páginas de las Escrituras.
Podemos recordar una cosa que Habacuc no pudo, la cruz. Si dudas de que puedes confiar en la capacidad de Dios con tus circunstancias, mira a la cruz. En la cruz, Dios es nuestro Rescatador final. Si se puede confiar en Él para salvarnos de nuestros pecados, se puede confiar en Él para salvarnos en medio de nuestras circunstancias.
Habacuc conocía el Objeto de su fe. Conocía el historial de Dios. Dios había demostrado quién es una y otra vez. Aún cuando el suelo tembló con el estruendo de los carros enemigos, Habacuc pudo regocijarse, encontrando gozo y fortaleza en su Dios que nunca fallaría. Él nunca nos fallará tampoco.
Dios, sé que estoy segura bajo Tu cuidado. Pero a pesar de lo que sé en mi cabeza, a veces mi corazón se siente ansioso. Ayúdame a enfocar mis pensamientos en Ti y no en mis circunstancias. Recuérdame de Tu historial de fidelidad. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Salmo 94:19, Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, Tus consuelos deleitan mi alma. (NBLA)
Isaías 26:3, ¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos! (NTV)
Recursos Adicionales
Hay temporadas que atravesamos en la vida que parecen desconocidas, lo cual nos deja preguntándonos: Dios, ¿sigues ahí? En medio de estas temporadas, debemos recordar que Dios siempre está con nosotras y que Él puede manejar nuestras emociones que a veces nos alejan de las personas que más amamos. En Emociones fuertes, decisiones sabias, Lysa TerKeurst nos ofrece palabras de esperanza y sanidad de sus propias experiencias. Haz clic aquí para comprar el libro.
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© 2021 por Tammy Brown. Todos los derechos reservados.
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