...«La muerte ha sido devorada por la victoria». «¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» 1 Corintios 15:54-55 (NVI)
De alguna forma, este mes marca seis años. Para mí, todavía se siente como si fuera ayer. Todavía se siente irreal. Realmente, nada en la vida te prepara para la pérdida de un ser querido.
He visto suficientes noticias para saber que estas cosas pasan, pero nunca pensé que iba a perder a mi hermano en un accidente automovilístico, y mucho menos, en el día de mi aniversario de boda.
Decirlo en voz alta suena como un terrible giro inesperado en una película dramática, pero en este caso, no puedo presionar el botón de “pausa”. Sin embargo, es increíble que, cuando alguien ya no está, encontramos formas de mantener algo de ellos vivo en nosotras. De vez en cuando, me encuentro preguntándole en broma, «¿De verdad, tuviste que elegir ese día? Nunca me dejaste tener nada propio».
Es cierto. Recibíamos regalos en los cumpleaños del otro, porque los nuevos patines no eran divertidos, si no podíamos patinar juntos. Son recuerdos como aquellos que me mantienen sonriendo en esos momentos difíciles cuando tanto lo extraño.
Si alguna vez has perdido a alguien cercano a ti, conoces ese sentimiento de sufrir profundamente mientras, al mismo tiempo, agradeces profundamente el tiempo que compartieron juntos. Algunos días los recuerdos son suficientes para poder llevar la carga, pero en otros días, no lo son.
Y es en esos días, los días de los cuales no hablo cuando digo a la gente que estoy bien, que tengo que detenerme y poner las cosas en perspectiva. Este es un dolor terrenal y, aunque su pesadez es suficiente para pararme en seco, hay esperanza en Jesús.
1 Corintios 15:54-55 dice “…«La muerte ha sido devorada por la victoria». «¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?»”. Este versículo me recuerda que, aunque el dolor de perder a alguien es muy real, hay consuelo en Cristo. Él quitó el aguijón de la muerte. Esto no significa que no sentimos dolor al perder a nuestros seres queridos. Claro que sufrimos y Él está con nosotras en medio de nuestro dolor. Pero lo mejor de todo esto es que la muerte es solo algo temporal para aquellos que están en Cristo.
¡Jesús venció el sepulcro! Por eso el escritor preguntó a la muerte, «¿Dónde está tu victoria?». Cuando Jesús decidió entregar Su vida por las nuestras, nos reconcilió con Dios, abriendo el camino a la eternidad por medio de Sí mismo. Habrá un gran encuentro, diferente a todo lo que hayamos visto antes.
Espero con ganas ver a mi hermano de nuevo en el cielo. Puedo imaginarme conociendo a la madre de mi abuela también. Mi abuela siempre ha hablado de lo maravillosa que era su madre. ¡¿Puedes imaginar lo maravilloso que será?!
La pérdida es triste. Las tragedias son dolorosas. A veces no hay palabras lo suficientemente poderosas para dar ánimo, ni un abrazo lo suficiente fuerte para consolar. Está bien el no estar bien por un rato. Está bien llorar la pérdida de alguien aunque se sienta como si solo hubiese sido ayer. Conozco esa sensación de desear haberles dicho más mientras estuvieron con vida. Estos son sentimientos normales que no se deben ignorar.
Solo espero que, aun en medio del dolor, tú puedas descansar en el amor de Jesús, quien se entregó completamente para que podamos decir, «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?». Aunque hay muchos días cuando lo digo con gran pesar, no es menos la verdad de que Jesús tiene la victoria sobre el sepulcro.
Hay algo en sufrir la pérdida de alguien, tan desgarrador como es, que nos fortalece un poco. No lo digo para minimizar el dolor. Solo sé que, desde la pérdida de mi hermano, hay una mayor parte de mí que quiere que otros conozcan a Cristo y tengan esa seguridad que se encuentra en Él.
Si de algún modo el dolor de nuestra pérdida nos puede impulsar a hablar al mundo de Cristo, pues podemos darle la gloria aun en medio de todo esto. Me hace pensar en la ofrenda de la viuda en Marcos 12:41-44. Otros dieron más, pero ella dio todo lo que tenía. Aún en un periodo de gran aflicción, puede parecer como si no quedara más para dar, pero cuando compartimos la esperanza de Jesús, ofrendamos todo lo que tenemos en ese momento.
Gracias Dios, por enviar a Tu Hijo para vencer la muerte. Gracias por darme una esperanza eterna. Ayúdame a extender Tu verdad y amor por dondequiera que pueda. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Salmo 55:22, Echa sobre el SEÑOR tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido. (NBLA)
Dios quiere que nos apoyemos en Él en medio de todo. ¿De qué manera puedes recordarte a ti misma que el dolor de la pérdida es solo por una temporada? ¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2021 por Jasmine Williams. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.