Como el SEÑOR le había hablado, Agar le puso por nombre «El Dios que me ve», pues se decía: «Ahora he visto al que me ve». Génesis 16:13 (NVI)
Sentada en mi sillón favorito, taza de té en mano, el diario junto a mi, estaba lista para leer la Biblia y orar. Mi familia ya sabía que no debía molestarme y había solo un ruido distante desde el piso de arriba. Hasta el perro estaba callado. Agradecí el espacio porque tenía un enfoque singular esa noche. Estaba decidida a pasar tiempo con Dios ya que necesitaba algunas respuestas.
Mi negocio, una vez fruto de los sueños por los que habíamos orado y ayunado, estaba fracasando. Cada día me sentía como si estuviera trabajando fuertemente para rescatar un barco que se hundía. Probamos estrategias nuevas; intentamos estrategias anteriores. Estaba agotada.
Necesitaba un plan para arreglar las cosas; necesitaba conocer el siguiente paso. Había decisiones difíciles de tomar, pero ¿cómo me daría cuenta de cuáles eran? Necesitaba la guía de Dios.
Me senté con toda la intención de buscar a Dios para Su dirección. Estaba lista para orar y eliminar la confusión y entonces ¡pedir que me llenara con claridad! Pero cuando comencé, todo lo que pude decir fue:
«Dios, ¿te importaría si me pongo en posición fetal?, por favor… porque… no puedo…»
Mi voz se quebrantó con sollozos que hablaron la oración que mis palabras no podían expresar. Me encogí como una bola en el suelo y lloré, porque es difícil soportarlo todo cuando estás deshecha. Les había dicho a todos, incluyéndome a mí misma, que estaba “cansada, pero bien”.
Pero no podía fingir con Dios. Así que me quedé en el suelo durante un tiempo que pareció una eternidad derramando mi corazón ante Él. El dolor y la confusión, el enojo y la desilusión. Eventualmente vino una frase a mi mente. “Tú eres el Dios que me ve”. Respiré lento y profundo. Agar.
Agar pronunció estas palabras en el desierto después de escapar del maltrato de Abram y Saray. Su vida había sido arrastrada por las luchas estropeadas de ellos y la habían destruido. Sin embargo, en el desierto, Agar descubrió que, aunque ella tenía un valor limitado a los ojos de Abram y Saray, cada parte de su vida era preciosa para Dios, y Él redimiría su historia. En respuesta, Agar lo llamó El Roi, el Dios que ve.
¿Con qué frecuencia sientes que Dios no ve la situación por la cual estás pasando? Quizás no te lo tomas como algo personal; después de todo, están sucediendo tantas cosas en el mundo, tantas otras personas necesitadas. O tal vez sí lo sientas personal, como si Dios viera la vida de todos los demás, menos la tuya, escucha las oraciones de todas, menos la tuya. Luchamos a través de relaciones difíciles, circunstancias desafiantes, decisiones complicadas que nos provocan noches de insomnio. Tal vez, como yo, tú te dispones diligentemente para orar de manera correcta, leer las palabras correctas e intentar ser fuerte para todos, incluyendo a Dios, aunque en realidad te estás desmoronando.
Esa tarde llena de lágrimas, recordé que Dios no me necesita para tratar de ser fuerte por Él cuando estoy pasando por una crisis. No le sorprenden mis circunstancias; Él se preocupa por ellas y también se preocupa por mí. Él es el Dios que me ve.
Cuando estaba en crisis, vio mi decepción y mis sueños destrozados. Él vio cuánto miedo tenía. Sabía la forma en que esta crisis tocó heridas viejas y cicatrices de mi pasado. Él me vio tratando de mantenerme bien para todos y me amó en todo ello. Él se encontró conmigo allí en el suelo, y me recordó quién soy. Él sigue siendo el Dios que me ve y redime mi historia.
Dios ha visto cada capítulo de tu historia, las partes que celebras y las partes que ojalá pudieras olvidar. Él te ve hoy, en las luchas y el cansancio, los miedos y la diversión. Él ve cada parte de ti. Él te conoce. Él te ama. Y cuando la vida se te está cayendo a pedazos, Él te sostiene con mayor fuerza de lo que tú podrías aferrarte a Él. No tiene intenciones de soltarte. Él redimirá tu historia.
Padre Celestial, Tú conoces cada uno de mis pensamientos, mis anhelos más profundos y todas mis esperanzas. Conoces la realidad de todos mis días. Gracias porque no tengo que ser fuerte contigo. Ayúdame hoy, por favor. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Hebreos 4:16, Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos. (NVI)
¿En qué área de tu vida intentas ser fuerte para todos y esconder lo que realmente sientes? ¿Cómo sería crear algo de tiempo y espacio para abrir tu corazón a Dios acerca de lo que realmente te está pasando? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!
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