Devocionales

Lo que necesitamos recordar

Alicia Bruxvoort 22 de octubre de 2021
Fue allí, en Gilgal, donde Josué apiló las doce piedras que había tomado del río Jordán. Josué 4:20 (NTV)

Cuando era niña, uno de mis lugares favoritos para jugar era una parcela deslucida llena de mala hierba en la esquina de la granja de mi tío. Cubierta con barriles de petróleo oxidados, piezas de tractores deterioradas, botellas de soda desechadas y piedras cubiertas de barro, esa parcela verde, llena de maleza nos brindó interminables horas de “la búsqueda del tesoro” para mis primos y para mí.

Recolectábamos pedazos de vidrio roto como si fueran joyas preciosas, y dientes de león como pepitas de oro. Buscábamos envoltorios de chicle y tapas de botella, bellotas y alas de mariposa.

Pero lo que más nos intrigaba era la cabaña abandonada ubicada en medio de ese terreno lleno de basura. Por supuesto, con las puertas cerradas y las ventanas clausuradas, no podíamos ver lo que había adentro… hasta el día que empezamos a apilar piedras.

Estábamos jugando a la lleva cuando nos dimos cuenta de que una rama caída de un árbol había hecho añicos la ventana de la vieja cabaña. Intentamos levantarnos unos a otros para trepar por el agujero astillado, pero nuestros músculos no estaban tan desarrollados como nuestra imaginación.

Fue entonces cuando mi primo se arrodilló y empezó a cavar en la tierra. En poco tiempo, extrajo una piedra plana y grande de la tierra tostada por el sol y la colocó debajo de la ventana.

Pasamos el resto de la tarde amontonando piedras hasta que nos dolían los brazos y las uñas estaban cubiertas de fango. Pero antes de que llegara el anochecer, nos arrastramos por esa ventana y descubrimos un tesoro maravilloso: tazas de café astilladas y libros polvorientos, pantallas de lámparas caídas y trapos sucios de cocina.

«No puedo creer que este tesoro haya estado aquí todo el tiempo», dijo mi primo con un grito incrédulo. «No lo podíamos ver sin nuestras piedras apiladas».

En el capítulo 4 de Josué, donde encontramos el versículo clave de hoy, descubrimos a otro grupo de niños apilando piedras. Por supuesto que no son niños soñadores de metro y medio, esperando el momento oportuno en la maleza; son los hijos de Israel, preparándose para entrar en la tierra prometida.

Pero antes de avanzar, Dios los invita a mirar atrás. Les ordena que saquen algunas piedras de la ribera fangosa que acaban de cruzar (aunque estaba milagrosamente seca) y que las apilen en alto como un recordatorio de las grandes cosas que Él ha hecho. Dios sabe que, cuando olvidamos lo que ha hecho en el pasado, comenzamos a dudar de lo que puede hacer en el presente.

Tal vez me encanta esta historia porque, como aquellos niños de antaño, soy propensa a olvidar. Olvido las llaves. Olvido la lista de compras. Y lamentablemente, cuando las vueltas de la vida me agobian, también tiendo a olvidar la fidelidad de Dios.

Pero quizás me encanta esta historia porque contiene el secreto para mejorar mi memoria. Y últimamente, he estado amontonando algunas “piedras” espirituales. No se trata de piedras reales cubiertas de barro, sino de recuerdos llenos de gratitud. Cada semana, estoy apartando algo de tiempo para recordar las grandes cosas que Dios ha hecho:

  • Los momentos en los que Él me ha encontrado en mi debilidad y me ha llenado de fuerza.
  • Las veces que Él se ha acercado en mi soledad y me ha mantenido a flote con Su amor.
  • Las ocasiones en las que Él ha traído claridad a mi confusión, dirección a mi extravío y paz a mis temores.

¿Y sabes lo que estoy descubriendo? Cuanto más reconozco las huellas de Dios en mi pasado, más veo Su mano en mi presente.

Pero lo mejor de todo es que este hábito sencillo se parece un poco a esas piedras apiladas que trepé en la granja de mi tío hace mucho tiempo. Me está abriendo mis ojos al tesoro que ha estado allí todo el tiempo y que permanecerá eternamente: el regalo maravilloso del poder y la presencia de Dios.

Amado Señor, perdóname por mi olvido. Ayúdame a recordar todo lo que has hecho en el pasado para poder confiar completamente en Ti hoy. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

En la vida es fácil pensar en las cosas por las que oramos: nuestros futuros, nuestras carreras y nuestras familias; sin embargo, olvidamos mirar atrás para dar gracias a Dios por todas las cosas que ya ha hecho. La gratitud incrementa nuestra fe para seguir creyendo que Dios es fiel en cada situación. En el libro electrónico Creer a Dios de Beth Moore, ella comparte las historias de hombres y mujeres de Dios que creyeron en Dios debido a Su fiel historial a lo largo de sus vidas. Beth Moore anima a los cristianos de hoy a profundizar su confianza en Dios. Así que, como se describe en Isaías 43:10, este recurso poderoso guiará a los participantes a tener una fe viva y más activa, una fe que comienza cuando comprenden lo que verdaderamente significa conocer y creer a Dios. Haz clic aquí para comprar.

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PROFUNDICEMOS

Salmos 78:35, Se acordaban de que Dios era su roca, de que el Dios Altísimo era su redentor. (NVI)

Deuteronomio 4:9, »¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de transmitirlas a tus hijos y a tus nietos. (NTV)

Apila algunas “piedras” espirituales esta semana. Pídele a Dios que te recuerde las maneras específicas en las que te ha mostrado Su presencia y poder en el pasado. Invita a otras personas en la conversación. A veces, las personas ajenas a nuestra historia pueden ver como Dios se involucra en nuestras vidas con más claridad que nosotras.

¿Estás perdiendo la fe en la fidelidad de Dios? Escoge un versículo Bíblico que habla acerca de tus circunstancias actuales y convierte la promesa de Dios en una oración. ¡Luego compártela con nosotras en los comentarios!

© 2021 by Alicia Bruxvoort. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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