Sí, esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes, porque el SEÑOR tu Dios estará contigo dondequiera que vayas». Josué 1:9 (NBV)

No sabía que las pizzas podían hablar hasta que una de pepperoni me hizo llorar.

En realidad, no fue la pizza la que me habló de esperanza y provocó mis lágrimas. Fue el garabato familiar en la nota adhesiva que había al lado: ¡Yo me encargo de la cena de hoy, y Dios se encarga de TI!

Estaba en medio de una temporada difícil en cuanto a confianza. Me había comprometido a escuchar a Jesús y a seguir Sus indicaciones, pero mi obediencia me había llevado a un camino lleno de desafíos y retrocesos, decepciones y retrasos.

Me dolía el corazón. Mis fuerzas estaban disminuidas. Y mi esperanza se desvanecía. Quería seguir a Jesús con entrega total, pero la mayoría de los días, ni siquiera podía ver hacia dónde íbamos.

Cada paso que daba era una oportunidad para elegir la fe en lugar del temor, practicar la adoración en lugar de la preocupación. Pero mis pies se estaban cansando. Y mi fe comenzaba a flaquear.

Me sentía tan sola en mi desánimo, tan invisible en mis luchas. A medida que el camino se alargaba y el desánimo se acrecentaba, mis pasos seguros empezaron a tambalearse… 

Hasta que una amiga utilizó un mensaje tierno escrito en tinta azul y una pizza gigante, lista para hornear, para recordarme así que no estoy sola.

Entró en mi casa cuando estaba recogiendo a mis hijos de la escuela y dejó en la mesa de mi cocina la pizza más grande que pudo encontrar. Alimentaría a mi familia de siete, y lo más importante, mataría de hambre a las mentiras que se habían arraigado en mi alma cansada: No puedo seguir adelante. Nadie entiende. Estoy tan sola.

No fue un remedio para mi agotamiento ni una respuesta a todas mis preguntas. Pero fue un recordatorio oportuno de que estaba rodeada de amor y sustentada por la fuerza de Dios, no limitada por las mías.

Mi amiga no podía cambiar mi camino, pero podía recordarme de Aquel que acompaña mis pasos. No podía aumentar mi fe, pero podía manifestar tiernamente la fidelidad incomparable de Dios.

En el libro de Josué, encontramos al pueblo de Dios en medio de un largo viaje propio. Cuatro décadas antes, Dios los había liberado de las ataduras de la esclavitud en Egipto y los había llamado a seguirlo a un nuevo hogar, en un nuevo lugar.

Sin embargo, el camino de los israelitas hacia la libertad no fue como lo habían imaginado. Seguir a Dios por fe había sido más difícil y agotador de lo que habían previsto. Su camino había estado lleno de obstáculos y salpicado de desvíos.

Después de 40 años en el desierto, los israelitas habían perdido el celo que había marcado el inicio de su viaje. Pero mientras se preparaban para recorrer el último tramo de su camino hacia la tierra prometida, Dios no criticó su cansancio ni minimizó sus temores. Simplemente les recordó que no estaban solos. “Sí, esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas»” (Josué 1:9).

El ánimo de Dios no cambió el camino de Sus hijos; cambió su perspectiva. Sus palabras desplazaron sus ojos de su cansancio a Su presencia, de su escasez a Su provisión.

Josué 1:9 me recuerda que el ánimo no necesita estar acompañado de palabras elegantes o de una lluvia de confeti. A veces, la mejor manera de alentarnos unas a otras es simplemente dando testimonio de la presencia de Cristo.

Porque la verdadera esperanza no está determinada por lo que tenemos frente a nosotras sino por quién está a nuestro lado. Y nuestra fuerza para el camino no se encuentra en la fortaleza de nuestros pies sino en la fidelidad de nuestro Salvador.

Por eso, en Proverbs 31 Ministries, nuestro deseo más profundo es erradicar la pobreza bíblica conectando a las mujeres de todo el mundo con la esperanza y la Verdad. Porque creemos que no hay mayor aliento que conocer a Jesús y estar arraigadas en Su Palabra, queremos que cada hermana que camina cruzando el polvo de este mundo caído sepa que Cristo está con ella y a favor de ella.

Amiga, ¿te unirías a nosotras en esta misión? Seamos mujeres que impulsen los pies cansados y equipemos a otras para el viaje.

Y, juntas, podemos llevar a las personas a Jesús… con una sonrisa, una oración, un regalo o una pizza… ¡con o sin pepperoni!

Amado Jesús, sé que la esperanza verdadera no surge de mis circunstancias: descansa en Ti. Por favor, abre mis ojos para ver a alguien en mi vida que necesita aliento. Muéstrame cómo dar testimonio de Tu presencia hoy. En Tu Nombre, Amén.

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1 Timoteo 4:10, Porque por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los creyentes. (NBLA)

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