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Cuando buscas pertenecer

Ruth Chou Simons 12 de enero de 2022
¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:19-20 (NBLA)

Era 1981, y mis padres recién inmigrantes confiaban lo suficiente en mi sentido de conciencia del jardín de infancia como para ceder ante una lonchera de metal de Rosita Fresita.

Con esa lonchera en la mano, me sentí preparada para cualquier cosa, pero no estaba preparada para el comedor.

Mis padres no conocían el pan blanco Rainbo, la mantequilla de maní y mermelada, ni la mortadela ni el queso americano. Mostraron su amor empacando un recipiente de yogurt Danone vacío con arroz frito de la noche anterior. Digamos que no me fue bien con mis compañeros. El arroz frito sobrante efectivamente me declaró una extranjera. Yo no pertenecía.

Es gracioso ahora… y, por supuesto, sabemos que la conformidad del comedor no es una verdadera aceptación.

¿O es así? ¡Si tan solo llevar el almuerzo adecuado asegurará el sentido de pertenencia que todos anhelamos! Sabemos que no es así. Pero la verdad es que vivimos como si lo fuera.

En estos días, a veces parece que el mundo entero está marcado por la angustia y el dolor. Como si todos en el internet estuvieran gritando al mismo tiempo sobre una variedad de temas e ideologías. A veces, probablemente todos navegamos por el temor de ser mal juzgados, incomprendidos o mal etiquetados.

El sentido de pertenencia es el producto preferido de nuestra sociedad actual: unirse con personas con ideas afines y encontrar seguridad en los campos del pensamiento común.

Ser conocido y amado: eso es lo que anhelamos cuando buscamos pertenecer. Pero, ¿qué pasa si la pertenencia no está destinada a encontrarse dentro de uno mismo o de los demás? ¿Y si es mucho más que la conformidad del comedor?

La Biblia tiene mucho que decir sobre nuestra pertenencia como seguidores de Cristo:

  • Yo no me pertenezco. (1 Corintios 6:19-20)
  • Pertenezco a Cristo y Cristo pertenece a Dios. (1 Corintios 3:23)
  • He sido comprada y pagada (1 Pedro 1:18-19)
  • Estoy segura y protegida. (Juan 10:27-30)

Según la Palabra de Dios, nuestra autoaceptación no es algo que descubriremos con suficiente amor propio. Más bien, es una extensión de la obra redentora en nuestras vidas, cuando descubrimos cuánto Dios nos ama. Primero fuimos hechos para pertenecer a Jesús. No denominaciones eclesiásticas, partidos políticos, movimientos de justicia o círculos sociales.

En Cristo, pertenecer no es mero afecto, compañerismo o pertenencia al mismo club … es mucho más. El precio de nuestra pertenencia fue fijado y pagado mediante el sacrificio del Hijo de Dios, Jesucristo, nuestro Redentor. Es por eso que Pablo nos dice que “no pertenecemos a [nosotros] mismos” en 1 Corintios 6:19-20. Dios nos ama tanto que nos rescató de las garras de cualquier otra cosa que promete satisfacer, pero no lo hace. Y en cambio, nos hizo pertenecer solo a Él.

Cuando no recordamos que fuimos creados para ser propiedad de Dios, y lo que nos costó ser Suyos, terminamos añorando pertenecer a cualquier otro lugar. Buscamos nuestra identidad a través de la ropa que usamos, en las personas con las que nos conectamos, el trabajo que hacemos, en lugar de la identidad que tenemos en Cristo.

¡Debemos saber a quién pertenecemos! En Cristo, estamos preparadas y diseñadas para la pertenencia a la que siempre fuimos creadas. Entonces, amiga, deja todo lo que el mundo te dice que hagas para pertenecer. En Jesús, ya eres vista, conocida, rescatada y amada.

Señor, gracias por el recordatorio de Pablo de que nada, ni debilidad, ni presión, es demasiado difícil para Ti. Apacigua mi esfuerzo y ayúdame a reemplazarlo con asombro por Tu poder. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Romanos 14:7-8, Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, sea que vivamos o que muramos, somos del Señor. (RVA-2015)

¿A qué cosas tiendes a recurrir para pertenecer? ¿Cómo puedes prácticamente recordarte a ti misma que perteneces a Cristo? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2022 por Ruth Chou Simons. Todos los derechos reservados.

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