Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7 (NBLA)
Anoche fue una noche dura. Nuestro pequeño David, que tiene síndrome de Down y otras condiciones médicas, estuvo despierto hasta las 12:30 de la mañana con un reflujo realmente incómodo. Su llanto despertó a nuestra hija pequeña, Kierstyn, quien luchó por volver a dormirse. Y nuestro bebé, Micah, también se levantó varias veces para que yo lo alimentara.
Mi esposo, Jesse, tenía que salir a las 5:50 de la mañana para llevar a Kaitlynn, una de nuestras adolescentes, a sus clases de patinaje sobre hielo antes de ir al colegio. Lo siguiente que supe fue que los dos niños pequeños y nuestro bebé se habían despertado y dos de ellos no estaban de muy buen humor.
Kierstyn quería desayunar.
Micah quería amamantar.
David necesitaba su medicamento de la mañana para la tiroides y ser alimentado temprano a través de la sonda gástrica.
Nuestros otros dos adolescentes se habían levantado y se preparaban para ir a la escuela y yo quería estar disponible para ellos.
Tenía dos opciones: podía sentirme frustrada, o podía empezar el día reconociendo que no podía hacerlo en mi propia fuerza, pidiéndole al Señor la fuerza sobrenatural que necesitaba para pasar el día.
Podía centrarme en todos mis problemas, o podía centrarme en las promesas de Dios.
Con el corazón y el cuerpo cansados, oré: «Dios, por favor multiplica el sueño que logré obtener anoche. Voy a confiar en que Tú vas delante de mí hoy. Confío en que Tú te manifestarás poderosamente en mi favor, porque Tu Palabra dice que cuando soy débil, entonces soy fuerte en Ti» (2 Corintios 12:10).
En lugar de sentirme exhausta, realmente pasé el día emocionada de que iba a ver a Dios aparecer y ser fiel. ¿Y adivina qué? ¡Fue un gran día!
Es tan fácil sentirnos abrumadas, desanimadas o estresadas a medida que avanzamos en nuestros días. Te reto a que comiences a ver esos sentimientos como pequeñas advertencias que te recuerdan que debes detenerte y enviar lo que yo llamo una rápida “oración de emergencia”… una oración corta, en el momento, un SOS clamando a Dios por ayuda, sabiduría, dirección, energía, fortaleza o lo que sea que necesites en ese momento.
Puedes orar con valentía, como dice Filipenses 4:6-7: “… en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús” (NBLA).
Cuando recibas ese mensaje que te desanima, detente y ora.
Cuando tu esposo tenga un día difícil, detente y ora.
Cuando tu compañero de trabajo te esté frustrando, detente y ora.
Cuando necesites tener una conversación difícil, detente y ora.
Cuando tu hijo pequeño te saque de quicio, detente y ora.
Cuando tu sueño se interrumpe una vez más, detente y ora.
Cuando tu amiga tenga dificultades y no sepas cómo ayudarla, detente y ora.
Cuando tu hijo adolescente esté pasando por un momento difícil, detente y ora.
Pídele a Dios que multiplique tu sueño en las noches en las que permaneces despierta con un niño enfermo. Pide a Dios que multiplique tu tiempo cuando tengas cinco interrupciones seguidas e inesperadas y ya tienes mucho que hacer. Pide a Dios que multiplique tu energía cuando te sientas cansada y sin fuerzas. Pide a Dios que multiplique tu inspiración cuando te sientas agotada.
Él lo sabe. Él se preocupa. Él es suficiente. Y anhela que dejes de esforzarte y empieces a descansar. No tienes que hacer las cosas con tus propias fuerzas. No tienes que llevar tus cargas por ti misma.
Señor, gracias porque eres el Creador del tiempo. Gracias porque puedo confiar en Ti, que me darás exactamente lo que necesito para poder hacer lo que me has llamado a hacer. Ayúdame a apoyarme en Ti, especialmente cuando la vida se siente abrumadora. Ayúdame a estar a la expectativa emocionada de ver cómo Tú te mostrarás fiel a mi favor. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 55:22, Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido. (NBLA)
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