Por tanto, recíbanse unos a otros como Cristo los recibió para la gloria de Dios. Romanos 15:7 (RVA-2015)
Era un día caluroso de julio y habíamos recogido a algunos amigos de mis hijos para llevarlos a la piscina.
Mi hija pequeña, quien vive con discapacidades intelectuales, parloteaba entusiasmada en el carro, hablando de agua y gafas de natación y bocaditos de pretzel (su merienda favorita en el puesto de comida). Pero debido a un retraso en el habla, probablemente era yo la única que podía entender los detalles de lo que decía.
Cuando entramos al estacionamiento y nos bajamos de la minivan, mi hija tomó la mano de una de las amigas y siguió hablándole con entusiasmo, señalando la piscina y riéndose mientras entraban.
«No entiendo nada de lo que dice», le dijo la amiga a mi hija mayor, con una risa nerviosa, mientras intentaba apartarle la mano.
Mi hija mayor, de 7 años, respondió: «tiene discapacidades. Pero puedes seguir siendo su amiga. Es una muy buena amiga».
Como madre de una niña con discapacidad global, a menudo veo la incomodidad que sienten los niños cuando interactúan con otros que son diferentes a ellos. ¡Lo entiendo! Incluso como adultos, es natural sentir dudas al observar comportamientos o movimientos a los que no estamos acostumbrados.
Pero como creyentes, Dios nos llama a acercarnos a quienes parecen ser diferentes a nosotras y a mostrar bondad y compasión. Lo que mi hija de 7 años le dijo aquel día a su amiga fue una verdad profunda que refleja el corazón de Dios. “Por tanto, recíbanse unos a otros como Cristo los recibió para la gloria de Dios” (Romanos 15:7).
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a modelar el amor de Dios por las personas con discapacidad? Hay muchas maneras, pero aquí tienes cuatro para comenzar:
- Enséñales la imago Dei.
Todas las personas del planeta, independientemente de sus capacidades, han sido creadas a la imago Dei, o imagen de Dios (Génesis 1:26-27), lo que significa que tienen dignidad y valor inherentes. La imago Dei nos recuerda que es un privilegio conocer a otro ser humano, y que no hay ninguna persona que no merezca nuestro tiempo.
- Ayuda a tu hijo a ver en qué se parece a otra persona.
Las investigaciones demuestran que tener amistades diversas es saludable y ayuda a que los niños (¡y los adultos!) sean más completos y compasivos. Pero las investigaciones también demuestran que, no importa cuán diferentes sean dos personas, la amistad siempre se basa en la similitud. Puede tratarse de una educación parecida, un gusto similar por las películas o una afición parecida por cierto tipo de comida.
Al señalar las similitudes, podemos ayudar a nuestros hijos a ver que tienen cosas en común con las personas con discapacidad. Puede que a los dos niños les gusten los perros, jugar al corre que te atrapo, usar la camisa del mismo color o simplemente querer reírse y ser incluidos. Sobre todo, podemos mostrar a nuestros hijos que, pase lo que pase, tienen semejanza con otra persona simplemente por la imago Dei.
- Expone a tus hijos a discapacidades diversas.
A veces, un niño simplemente se siente incómodo ante las discapacidades porque no ha estado expuesto a aparatos de adaptación o no se le han explicado comportamientos diferentes. Afortunadamente, hoy en día hay muchas representaciones positivas de las discapacidades y los aparatos de adaptación en libros, programas y medios de comunicación que facilita el hacer una pausa y tomarte el tiempo para explicarle a los niños.
Además, cuando veas a una persona con discapacidad, di a tus hijos que se lo explicarás y responderás a sus preguntas en privado, más tarde en el automóvil o en casa. Por supuesto, si tu hijo dice o hace algo cruel o grosero (aunque sea sin querer), lo mejor es abordarlo de inmediato.
- Como madre, modela el corazón de Dios para las personas con discapacidades.
Como persona adulta, a veces necesito que también me recuerden la verdad que compartió mi hija de 7 años. “Más vale el ejemplo que mil consejos”, como suele decirse, y nuestros hijos nos observan para ver si tenemos diversas amistades y vivimos lo que les enseñamos. No lo haremos a la perfección, pero podemos orar y pedir a Dios que nos muestre hacia quién quiere que nos movamos y amemos, y luego actuar en consecuencia.
Porque Dios nos amó primero, podemos amar a los demás y ver la belleza de Su diseño en todas las personas, sin importar su aspecto o su forma de actuar. Como padres, podemos enseñar a nuestros hijos a ver a todas las personas como Dios las ve: con compasión, amor y ternura. No solo para crear un mundo más amable (aunque eso es bueno), sino, lo que es más importante, para reflejar el corazón de Dios: recibiendo a los demás, como Cristo nos recibió, para la gloria de Dios (Romanos 15:7).
Padre, anhelo criar hijos que compartan Tu corazón por aquellos que viven con discapacidades. Ayúdame a modelar esto primero en mi propia vida; luego ayúdame a enseñar a mis hijos. Danos a todos una comprensión profunda de lo que significa ser creados a Tu imagen, y muéstranos cómo podemos honrarla en los demás a través de la amistad y el amor. En el Nombre de Jesús, Amén.
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RECOMENDAMOS
Si buscas una herramienta para ayudar a tus hijos a comprender mejor cómo amar y formar amistades con personas con discapacidades, echa un vistazo al nuevo libro infantil ilustrado de Laura Wifler, Like Me: A Story About Disability and Discovering God’s Image in Every Person.
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Si eres madre de un hijo o hija con discapacidad, echa un vistazo al libro electrónico de Laura para madres, To the Cross I Cling: A Mother 's Reflection on Walking Through a Child’s Disability Diagnosis.
PROFUNDICEMOS
1 Juan 4:19, Nosotros amamos porque Él nos amó primero. (NBLA)
¿Qué haces intencionalmente para ayudar a tus hijos a modelar el amor y la compasión de Dios hacia los discapacitados? ¿Hay áreas en las que puedas crecer?
© 2023 por Laura Wifler. Todos los derechos reservados.
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