Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío». Salmo 91:2 (NVI)

En mi mente, yo sé que Dios es mi protector. Pero si soy honesta, a veces mi corazón lucha con ese sentimiento de protección que solo Dios provee.

En algún momento de nuestras vidas, la mayoría de nosotras ha experimentado algún tipo de tragedia, sufrimiento intenso, rechazo, abandono o desaliento porque pensamos que la vida iba por un camino hasta que se desvió por completo.

En esos momentos es tentador preguntarse, ¿Acaso Dios me está haciendo la vista gorda? Quizá pienses así en este momento.

Te has acostado en el sofá o en la cama, mirando al techo y con la mente enfocada en el siguiente pensamiento: Dios, ¿dónde estás? Has llorado en tu almohada, asustada y sola. Piensas que no estás viendo evidencia del obrar de Dios, así que secretamente empiezas a creer que Dios está haciendo… pues, nada.

En Juan 16:33, Jesús dice: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (NVI). Si has sufrido dolor profundo, entiendes muy bien las “aflicciones” a las que Jesús hace referencia aquí. Pero quizás, como yo, a veces te cuesta creer las otras palabras de este versículo con todo tu corazón. Que Jesús ha vencido al mundo. Que en las dificultades que enfrentemos, podemos experimentar paz en Él.

Por eso quiero compartir tres verdades que puedes aplicar a tu vida en este momento:

1. Cuando sientes que no puedes hacer nada, hay algo que puedes hacer hoy.

Puede que te sientas completamente impotente y aterrorizada ante las circunstancias que enfrentas. No podemos controlar mucho de lo que nos pasa. Pero eso no nos deja completamente fuera de control. Podemos recitar a nuestros corazones temerosos el texto que se encuentra en el Salmo 91:2, “Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío»”. En este momento, justo donde estás, di: Señor, Tú eres mi refugio y mi fortaleza. Pongo mi confianza en Ti. Quizá no te parezca gran cosa al principio, pero al declarar esto, estás haciendo lo que se puede hacer hoy. Estás eligiendo recordar que tu trabajo es ser obediente a Dios. El resto le toca a Dios.

El simple hecho de recordar esta verdad es algo que podemos hacer incluso cuando parece que no se puede hacer nada más.

2. El hecho de que no veas la intervención de Dios en este momento preciso, no significa que no está sucediendo o que no lo verás algún día.

A veces me encuentro pensando que tengo que ver evidencia de que Dios está obrando hoy para creer que Él está obrando en una situación. Pero el caso es que hay dos realidades rondando siempre a nuestro alrededor. Está la realidad física que vemos y experimentamos: la angustia, las circunstancias horribles, la persona que nos está lastimando, el temor y la ansiedad que sentimos. Y también está una realidad espiritual, que también está presente y en la que Dios está obrando. En términos simples: lo que vemos en este momento no es la historia completa.

Es posible que actualmente no veas a Dios obrando en una situación que te está quebrantando el corazón. Pero, amiga, no servimos a un Dios que se queda con los brazos cruzados. Dios siempre está haciendo algo, y ese algo siempre apunta en la dirección del bien supremo (Romanos 8:28). Ten por seguro que Dios es bueno, Dios es bueno contigo, y Dios es bueno siendo Dios.

3. Aún si te sientes insegura, no tienes que vivir en la incertidumbre respecto a Dios.

Es muy importante para nosotras reconocer los sentimientos que están dando vueltas en nuestro interior. Pero, aunque los sentimientos pueden ser buenos indicadores, nunca deben dictar la forma en la que procesamos la vida.

Podemos sentir temor, pero no tenemos que vivir temerosas.
Podemos sentirnos enojadas, pero no tenemos que vivir enojadas.
Podemos sentirnos escépticas, pero no tenemos que vivir escépticas.
Podemos sentirnos inseguras, pero no tenemos que vivir inseguras.

Cuando nuestros sentimientos gritan a todo dar, la Verdad de la Palabra de Dios es lo que nos mantendrá firmes.

Ay, amiga, con lo que sea que estés lidiando hoy, pídele a Dios que estas perspectivas llenen tu mente. Y recuerda: este capítulo es parte de tu vida, pero no es la suma total de toda tu vida. Jesús venció al mundo, y Él está a tu favor en lo que estás atravesando en este momento.

Dios Padre, gracias por recordarme lo que es verdad a la luz de lo que ahora se siente aterrador. Ayuda a mi corazón olvidadizo a recordar lo que he leído hoy. Yo sé que Tú me amas, que estás de mi lado, y que siempre estás obrando a mi favor. Te confío todos los detalles de mi vida y las situaciones y resultados que no puedo controlar. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 6:12, Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. (NVI)

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