Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, Y Él enderezará tus sendas. Proverbios 3:5-6 (NBLA)
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Tres vocecitas gritaron al unísono: «¡Pero papá, lo prometiste!» Seis ojos color cafés me miraban fijamente, sorprendidos y heridos porque rompí mi promesa.
El día anterior, había prometido llevar a mis hijos a una “cita con papá” a comer pizza y helado. Pero al día siguiente, ese viaje prometido no fue posible. Mientras miraba los rostros de mis hijos, vi algo que hirió mi corazón: había roto su confianza.
La confianza rota afecta las relaciones. Nos deja íntimamente conscientes de nuestra vulnerabilidad porque asumimos el riesgo de depender de otra persona. A menudo nos hace cuestionar lo que creíamos y si deberíamos haber confiado en esa persona en primer lugar. Y si somos nosotros quienes rompimos la confianza, podemos enfrentar la culpa por haber herido los sentimientos de alguien.
Todo esto también tiene un impacto directo en nuestra relación con Dios. A menudo, nuestras relaciones entre humanos enmarcan e informan nuestra relación con Dios. Pensamos: bueno, mi confianza se ha roto antes con la gente, entonces, ¿por qué no pasará lo mismo con Dios?
Pero amiga, no es lo mismo con Dios. Dios nunca rompe Sus promesas porque si lo hiciera, dejaría de ser Dios.
“Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos, Y Él enderezará tus sendas” (Proverbios 3:5-6). Ahí hay dos palabras hebreas a las que debemos prestar mucha atención.
La primera palabra, traducida como “confianza”, es batah. Esta palabra hebrea tiene que ver con un tipo de confianza que proviene de una dependencia arraigada en un sentimiento de seguridad.
La segunda palabra importante, traducida como “corazón”, es leb, y para los antiguos israelitas, ésta era la fuente de deseo. Hoy, cuando escuchamos “corazón”, tendemos a pensar en emociones y afecto. Pero para los israelitas, el corazón era donde habitaban tanto el afecto como el intelecto.
Entonces, Proverbios 3:5-6 se trata de experimentar la confianza que proviene de creer en Dios a través de nuestra dependencia en Él de todo corazón (intelectual y emocional). Esa confianza está arraigada en la fidelidad de Dios.
Dios cumple Sus promesas. Él cumple lo que dice que hará.
Si alguna vez te has preguntado si Dios cumple Sus promesas, un punto de referencia rápido es que hay cerca de 300 profecías sobre Jesús en el Antiguo Testamento. Cuando trazamos estas profecías hasta el Nuevo Testamento, encontramos que todas se cumplieron. Dios es un Cumplidor de promesas.
Dios obra y actúa según Su voluntad, no la nuestra. La siguiente frase de Proverbios 3:5 nos advierte que no nos apoyemos en nuestro propio entendimiento, que es limitado y finito, imperfecto y defectuoso. Pero la sabiduría de Dios es ilimitada e infinita, perfecta e impecable.
¡Estas son buenas noticias! Significa que realmente podemos experimentar seguridad y protección a través de una confianza basada en Dios.
Dios, Tú eres digno de confianza y verdadero en todos Tus caminos. Cuando las cosas se sientan inestables e inciertas, elegiré confiar en Ti. Cuando me sienta tentado a confiar en mi propia comprensión limitada, confiaré en Tu sabiduría infinita y perfecta. En el Nombre de Jesús, Amén.
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