»Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. Mateo 11:28 (NVI)
Mientras crecía, con frecuencia anhelaba seguridad, pertenencia y felicidad. Pero cuanto más perseguía estas cosas al margen de Dios, más parecían alejarme de mi fe y consumirme.
Mi necesidad intensa de pertenecer oscurecía cada pensamiento e informaba cada decisión. Yo comprometí mis valores por sentirme aceptada por mis amigas y segura en mis relaciones románticas. No me sentía digna del Dios al que había comprometido mi vida. Así que, con el pasar de los años, mis deseos continuaron batallando una guerra dentro de mí (Santiago 4:1).
Decidí ser verdaderamente honesta con Dios acerca de mi búsqueda de seguridad y pertenencia distanciada de Él. En mi oración y meditación en la Palabra de Dios, sentía que Su respuesta para mí era simple: «relájate. Solo disfrútame. Sin tan solo Me disfrutaras, todo lo demás encajaría en su sitio».
Dios es el Creador. Él es bueno, amoroso, digno de admiración y loable. ¿Cómo podría no ser una fuente segura y constante de gozo? Cuando me di cuenta de esto, mis ansias por cosas menores disminuyeron con el tiempo. En comparación a la hermosa naturaleza de Dios y Sus obsequios de libertad, paz, amor y restauración, mi búsqueda de felicidad fuera de Él comenzó a sentirse trivial.
Por supuesto, eso no significa que otras cosas no me traigan felicidad. ¡El comer batidos por la noche con amigas, casarme con mi mejor amigo y tener hijos son cosas que me han traído alegría! Y también me han brindado un sentido de seguridad y pertenencia. Pero cuando comparo esas alegrías con el gozo de conocer a Dios, puedo ver lo que en realidad son: fragmentos de felicidad.
Imagina una caja con agujeros puesta encima de una luz brillante. Cada rayo resplandeciente que la atraviesa es solo un fragmento de la luz en su interior, tenue comparada con la fuente. La dicha de conocerlo a Dios es como esa luz brillante mientras que nuestra felicidad terrenal es como esos pequeños rayos. A pesar de que palidecen en comparación a Dios, aun así, son regalos preciosos, que resultarán incluso más significativos cuando reconocemos que vienen de la bondad de Dios.
Con frecuencia, batallamos duramente para encontrar un sentido de felicidad, pertenencia o satisfacción al mismo tiempo que estamos luchando para sujetarnos a lo que imaginamos que debiera ser nuestra relación con Dios. Pero durante la búsqueda por la felicidad, a menudo perdemos el gozo y la seguridad más profundas que Él nos ofrece.
Jesús dice, “»Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso” (Mateo 11:28). Su yugo es fácil y Su carga es ligera. En Él encontramos seguridad… y a Él pertenecemos.
Jesús, gracias por ofrecernos una relación Contigo que no vacila. Te agradezco por ofrecernos un gozo y una paz que perdura a través de Tu propia bondad y fidelidad. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 51:10-12, Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu firme dentro de mí. No me alejes de tu presencia ni me quites tu Santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu de obediencia me sostenga. (NVI)
Mateo 11:29-30, Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana». (NVI)
¿Cuáles son algunas de las cosas que estás persiguiendo para encontrar felicidad? ¿Qué viene a tu mente cuando piensas acerca de cambiar tu enfoque de buscar la felicidad a cultivar la alegría a través de tu relación con Cristo? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!
© 2024 por Chelsea Damon. Todos los derechos reservados.
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