Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas. Mateo 6:34 (NBLA)
Recientemente, tuve la oportunidad de visitar el centro de mando a bordo de un barco. Al final del recorrido, el capitán preguntó si me gustaría sentarme en su asiento. Mientras me sentaba, me quedé asombrada ante toda la habilidad y pericia necesarias para manejar este barco de manera segura.
Mis amigas me tomaron varias fotografías luciendo como si tuviera el control. Pero era una ilusión. No tenía el conocimiento ni la experiencia para hacer algo útil a menos que el capitán me instruyera.
¿Puedes imaginar si le hubiera pedido al capitán, que era totalmente capaz y estaba completamente equipado, que confiara su barco en mis manos totalmente incapaces? Puedo asegurarte sin duda alguna, que el yo tener control de esa nave hubiera sido un riesgo que nadie hubiera querido correr. Tal vez me hubiera parecido genial estar en los controles por unos cuantos minutos, pero si quería regresar a casa a salvo, tenía que confiar en el capitán.
En la vida, existen peligros que sólo el Capitán supremo sabe cómo manejar.
Tratar de llevar el peso de sostener todo y mantener a todos a salvo es un papel que Dios nunca nos llamó a desempeñar. Y está desgastando nuestra paz.
Ahora, quiero tomar una pausa y reconocer lo difícil que es soltar el control, porque francamente nuestra motivación no es sólo querer estar a cargo, sino también estar seguras.
A veces me sorprendo, corriendo mentalmente hacia el futuro, donde temo que haya una fatalidad inminente, y luego tratando de tomar decisiones hoy para desviarme de los problemas. A veces esto es prudente. Pero si bien es ventajoso planificar el futuro, no queremos obsesionarnos con él. Podemos controlar nuestras decisiones hoy, pero no podemos controlar completamente los resultados del mañana.
No me agrada esa última frase más que a ti.
Pero a medida que he emprendido un viaje de confianza durante el último par de meses, estoy aprendiendo a reconocer lo que puede o no suceder en el futuro mientras elijo vivir el hoy.
Esto es lo que sí puedo controlar: tomar decisiones sabias ahora, sabiendo que Dios es un buen Capitán.
Esto es lo que no puedo controlar: todo lo que sucederá en los días por venir. Jesús nos recuerda esta verdad en Mateo 6:34: “Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas”.
La única manera en que he podido frenarme de buscar estar en control es reconocer cuándo me estoy volviendo controladora. Y en ese momento de comprensión, necesito hacer una pausa y comenzar a entregarle a Dios lo que no puedo cambiar:
- Dios, estoy rindiendo a Ti este giro inesperado de acontecimientos. En lugar de entrar en pánico y perderme Tu provisión, voy a buscar Tu provisión que está aquí.
- Dios, estoy rindiendo a Ti esta tensión con mi amiga. En lugar de apresurarme a juzgarla a ella o a mí misma, dejaré que el Jesús que hay en mí hable con el Jesús que hay en ella a través de la oración antes de abordar este tema.
- Dios, estoy rindiendo a Ti lo triste que me siento hoy. En lugar de tratar de adormecerme de maneras poco saludables, voy a adorar, escuchar Tu Verdad, buscar Tu presencia en la naturaleza o procesar esto con personas que son bíblicamente sabias.
Estas oraciones son mi manera de reconocer que Dios guía y yo sigo. Ahora, por favor date cuenta que usé la palabra “rindiendo”, que indica que aún estoy en el proceso de hacer esto. De ninguna manera lo he perfeccionado, pero estoy dispuesta a practicarlo, y espero que lo practiques conmigo.
Dios ya sabe cuán defectuosos serán nuestros esfuerzos, pero cada vez que mantenemos nuestro corazón inclinado hacia Él en lugar de alejarnos de Él, es un buen progreso.
Padre Celestial, Tú sabes cómo lucho entre confiar en Ti y tomar el control. Necesito Tu guía mientras busco rendirtelo todo. Quiero cambiar la impotencia de intentar controlar los resultados y a las personas y ganar la fuerza que viene al rendirme a Ti. Quiero soltar mis miedos y reemplazarlos con una confianza pacífica en Ti. No puedo hacer esto sin Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Proverbios 16:1-3, El ser humano hace planes, pero la palabra final la tiene el Señor. Todos los caminos del ser humano son limpios a sus ojos, pero las intenciones las juzga el Señor. Pon en manos del Señor todas tus obras y tus proyectos se cumplirán. (NVI)
¿De qué manera te animas a soltar el control y avanzar hacia la rendición hoy al recordar que Jesús, el Capitán, te está cuidando?
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© 2024 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.
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