Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10 (NVI)

Los ojos de la mamá se llenaron de lágrimas cuando le dijeron que no podía ingresar al quirófano con su hija de edad pre-escolar. Como enfermera en el quirófano, hice todo lo posible para asegurarle a esta mamá que cuidaría de su hija de la mejor manera.

Me tomé la tarea seriamente y cuidé de su hija como si fuera mía. Sostuve sus manitas mientras estaba recostada en la mesa de cirugía, los ojos se le llenaron de asombro y curiosidad mientras miraba este lugar desconocido.

Se fue quedando dormida mientras el anestesiólogo la preparaba para el procedimiento, y yo continué con mi trabajo en el quirófano. Su cuidado ahora estaba en manos de todo el equipo, y me sentí confiada de haber velado por ella de una manera que haría feliz a su madre.

Mientras pensaba en cómo podría sentirse su mamá en la sala de espera, me preguntaba si ella conocía a Dios y Sus promesas en Isaías 41:10:

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con la diestra de mi justicia.

Así como yo tuve el honor de sostener las manos de su hija en el quirófano, ella tuvo la oportunidad de ser fortalecida, ayudada y sostenida por la mano de Dios. Si aún no lo conocía, oré para que llegara a conocerlo.

A lo largo de las Escrituras, Dios nos recuerda las formas en las que nos cuida y está presente en cada situación:

Primera de Pedro 5:7 nos anima: “Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes” (NVI).

Filipenses 4:6-7 dice: No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús (NVI).

Amiga, ya sea que estés preocupada por tu hijo, tu carrera, un conflicto o una situación, no temas ni te angusties. Escucha la confirmación reiterada de Dios de que no tienes que sentirte ansiosa. Pero si lo estás, pon esa ansiedad en Sus manos. Pídele que te ayude a entrar con confianza en cada lugar y a enfrentar cada situación con calma en tu corazón, sabiendo que Él está contigo. Aquel cuya paz sobrepasa todo entendimiento te sostiene con Su diestra de justicia.

Querido Dios, gracias por Tu presencia y la paz que me das en cada situación. Ayúdame a estar plenamente consciente de ella, que la acepte y que me sienta segura en ella. Tu Palabra me sostiene, y sé que estoy en buenas manos. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

Cuando tenemos mucha ansiedad… existe una receta para lidiar con ella. En su libro Ansiosos por nada, Max Lucado nos invita a un estudio de Filipenses 4.6-7 para descubrir que la presencia de la ansiedad es inevitable, pero la prisión de la ansiedad es opcional. No tenemos que vivir en ansiedad constante. Guiadas por el Espíritu Santo, podemos aprender a ver las malas noticias a través de los ojos de la soberanía, a discernir las mentiras de Satanás y a decirnos a nosotras mismas la verdad de Dios.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 63:7-8, A la sombra de tus alas canto de alegría, porque tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene. (NVI)

Isaías 41:13, Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré”. (NVI)

¿Cómo te ha fortalecido y ayudado Dios en tiempos difíciles? ¿De qué manera necesitas que Dios te sostenga hoy? Te invitamos a compartir tus pensamientos en los comentarios.

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