Estudios bíblicos en línea

Destrozada no es el fin

enero 30, 2019

Me paré allí en la entrada a mi casa, paralizada con miedo y frustración, mi mano parcialmente girando el pomo de la puerta. Cerrando mis ojos, inhalé profundamente varias veces, animándome silenciosamente a abrir la puerta y salir.  Pensé, «¿Cómo es que llegué aquí, a este punto donde soy incapaz de dejar el aislamiento de mi casa, incluso para simplemente chequear mi buzón de correo, sin sentir ese pavor y ansiedad que me consumen?».

¡Hola de nuevo! En el segundo capítulo de No debería ser así, Lysa TerKeurst propone una pregunta sobre la cual te quiero invitar a meditar un rato:

“¿Qué tal si la desilusión fuera en realidad la cita divina exacta que tu alma necesita para tener un encuentro radical con Dios?”


¿Sabes? Aquel día en mi puerta (del cual escribí arriba), me encontraba paralizada en ese momento durante una etapa en mi vida cuando desilusiones difíciles bombardeaban mi vida. Sin embargo, el pavor y la ansiedad no fueron lo único que enfrenté inesperadamente. ¡También encontré a Dios de manera radical! 

Al final no salí por la puerta ese día. En lugar de salir, caminé fatigosamente de regreso a mi sofá en derrota, y volví a repetir en mi mente mi rollo ya demasiado conocido de desilusiones múltiples. Pero esta vez, mientras iban proyectándose rápidamente en mi mente esas imágenes ya vistas muchas veces, otro recuerdo olvidado vino claramente a la luz. Un recuerdo feliz del llamado al ministerio de mujeres que Dios puso en mi corazón.

Mientras Dios me recordaba esa semilla que Él había sembrado todos esos años atrás, ¡un capullo de esperanza brotó a la vida! En respuesta, me arrodillé, alcé mis manos y mi cara cubierta de lágrimas al cielo, y oré, completamente rendida, «Señor, no puedo hacer esto. Estoy demasiado quebrantada. Pero TÚ sí puedes. Perdona mi alejamiento de Tu camino. Donde sea que Tú me dirijas, iré. Lo que Tú ordenes que haga, lo haré en Ti». 

Mirando hacia atrás, me di cuenta de que tuve que llegar al fin de MÍ misma. Y Dios sabía que iba a ser necesaria esa temporada de desilusión. Sin ella, yo no habría llegado a mi cita de rendición total con Él. No estaría aquí compartiendo contigo hoy. 

Al compartir esto, no quiero que pienses que se trata de mí. Se trata de ti y el pomo de la puerta que tal vez quisieras girar, pero no puedes debido a la desilusión. Se trata de que Dios te guió hasta aquí para sembrar la siguiente semilla en tu corazón: estar destrozada, incluso hecha polvo, no es el final.

“Destrozado” no fue el fin para Jesús en la cruz.  
“Destrozado” no fue el fin para el matrimonio de Lysa.
“Destrozada” no fue mi fin allí en mi entrada.
Y “destrozada” no es el fin para ti. 

Amiga, Dios tiene una cita divina que espera interrumpir tu desilusión difícil. Y también un plan para levantar tu polvo y empezar a hacerte nueva. 

¡Estoy orando por ti!
Kat

 

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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