Y les dio las siguientes instrucciones: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos. Lucas 10:2 (NTV)
¿Alguna vez te has preguntado si el mundo necesita esos sueños que tienes guardados en tu corazón, dado que ya hay tanta gente exitosa?
Entiendo perfectamente.
Me recuerdo, hace varios años, inundando páginas con mis mejores palabras – páginas convertidas de cartas y luego también convertidas en una propuesta de libro. Deposité mi corazón y mis sueños en una carpeta Office Max de color púrpura, esperando lo mejor.
Aquel verano envié mi propuesta de libro a varios editores de adquisición. Durante los siguientes meses, soñé con aquel día en que alguna editorial me iba decir «Sí».
No te puedo decir cuántas tardes me quedé esperando al lado del buzón de correo, aguantando la respiración, orando para que hubiera buenas noticias dentro. Cuando las cartas de negación empezaron a llegar, intenté mantener la esperanza de que iba a llegar una respuesta positiva. Solo necesitaba que una editorial dijera «sí».
Pronto, había recibido un «no» de todas menos una. Y cuando recibí la última carta de denegación, me sentí tan ridícula por pensar que en realidad podría escribir un libro. Mis sueños eran nada más que una farsa. No tenía ninguna aptitud para escribir. Y debo haber escuchado incorrectamente a Dios.
Al mismo tiempo tenía a otras amigas escritoras quienes recibieron diferentes respuestas en las cartas de las editoriales.
Cartas asombrosas.
Cartas de sueños hechos realidad.
Cartas que se convirtieron en contratos de libros.
En mis mejores momentos, hice lo correcto y genuinamente celebré con ellas. Sin embargo, hubieron otros momentos. Momentos difíciles.
Hubieron momentos cuando sentí que las vidas de mis amigas pasaban a toda velocidad en una oleada de metas alcanzadas, nuevas oportunidades y confirmaciones de sus llamados de parte de Dios. Parecía que el mundo estaba literalmente pasándome de lado. Y en aquellos momentos decía por fuera, «¡me alegro por ellas!». Pero por dentro, simplemente solía pensar, Ay…eso significa cada vez menos oportunidades para mí. La esencia cruda y pura de dolor sincero raramente produce pensamientos bonitos.
Luché y procesé.
Y decidí estar quieta. Pero esta quietud y calma no era algo pasivo. Tuve que elegir activamente, rechazar los temores que me decían que había sido excluida y dejada atrás. Y tuve que matar de hambre ese pensamiento de escasez.
Solo entonces pude ver posibilidades nuevas y vivificantes. Quizás aún no estaba preparada pero no significaba que nunca estaría preparada. Era el momento de dejar de mirar alrededor y empezar a enfocarme en llegar a ser la mejor escritora que pudiera ser. Y finalmente escribí algo digno de ser publicado.
El éxito de ella no amenaza el tuyo ni el mío. Cuando ella tiene éxito, todas tenemos éxito. Todas las mareas suben cuando vemos a una hermana hacer que el mundo sea un lugar mejor con sus dones.
Cuando por fin empecé a creer esto, mi quietud se transformó en una buena disposición y preparación. Y desde entonces he publicado 23 libros.
Esto es lo que Jesús nos recuerda: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha: pídanle que envíe más obreros a sus campos» (Lucas 10:2b).
Y es aquí donde tenemos que tomar una decisión hoy.
Podemos mirar y ver las oportunidades ilimitadas y abundantes que Dios ha colocado delante de nosotras, para crear, escribir, servir, cantar, ser y llegar a ser.
O, podemos mirar fijamente las oportunidades de otras y enredarnos en las mentiras del enemigo quien dice que todo es escaso. Oportunidades escasas. Provisiones escasas. Posibilidades escasas. Y empezamos a ver las creaciones de las demás como una amenaza a nuestras propias oportunidades.
Oh amiga, hay una necesidad abundante en este mundo para tus aportes hacia el Reino – tus pensamientos, palabras y expresiones artísticas – tu marca exacta y única de hermosura.
Hay que conocer, creer, y vivirla.
Señor, gracias por recordarme que Tú me creaste a propósito y con un propósito. No tengo que vivir esta vida sintiéndome amenazada por los éxitos de las demás. Te pido que bendigas a las mujeres a mí alrededor quienes están haciendo lo que anhelo hacer. Remueve aún más corazones con una pasión profunda de darte a conocer. Y sigue calmando mi corazón con la verdad de que este mundo realmente necesita mi marca exacta de hermosura. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Filipenses 2:4, No considerando cada cual solamente los intereses propios sino considerando cada uno también los intereses de los demás. (RVA-2015)
1 Tesalonicenses 5:11, Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo. (NVI)
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© 2020 por Lysa TerKeurst. Derechos reservados.
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